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Escucha con discernimiento

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Uno de mis recuerdos más gratos como guitarrista de una banda, es el de mirar hacia la pista de baile llena de gente mientras tocábamos una pieza alegre y animada. Tengo el recuerdo vivo de esa euforia y la sensación de unidad con todos los que estaban en el salón. Aunque muchos eran desconocidos para mí, nos unían el ritmo y la energía de la música que tocábamos. Este es solo un ejemplo del poder de la música.

También recuerdo que quedé boquiabierto en un cine al ver La guerra de las galaxias cuando se estrenó en 1977. Desde la fanfarria resonante de los bronces que anunciaban el título hasta la procesión triunfal que acompañó la ceremonia final de entrega de medallas, la pista sonora de John Williams sentó la base emocional para prácticamente todas las escenas de la película. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que la música contribuyó tanto al éxito de La guerra de las galaxias como los personajes, la historia o los efectos especiales. Es otro ejemplo del poder de la música.

Cada vez que escucho el álbum Noche de guitarra de Earl Klugh, me transporto instantáneamente al momento en que un compañero de la universidad se grabó recitando la tabla periódica de los elementos sobre el fondo exquisito de una música de guitarra. Luego pasaba la grabación mientras dormía para memorizar la tabla “subliminalmente” para su lección de ciencias. ¡No funcionó! Como otro ejemplo del poder de la música, oír estas piezas no solo me recuerda a mi amigo y su original grabación, sino que trae a mi mente una imagen de nuestro dormitorio en la universidad, el lugar de cada mueble, ¡y hasta el ambiente que se sentía allí!

Muchos entre quienes están leyendo este artículo seguramente pueden dar ejemplos personales que resaltan el poder que una pieza musical ha tenido en su vida. La música es muchas cosas para muchas personas, y una razón que explica su impacto en nosotros es que la música comunica con emoción profunda. Incluso, parece hablarnos personalmente. Mis ejemplos son importantes para mí; pero tú probablemente tienes tus propias experiencias con la música, que te han dejado una profunda impresión.

¿Qué tiene la música que la hace tan poderosa?

¿Por qué la música?

La música no es un feliz accidente descubierto cuando alguien notó que un coco vaciado podría servir de tambor. La Biblia revela que la música es anterior a los primeros seres humanos. El libro de Job hace referencia a los ángeles, que aquí se llaman estrellas, cantando cuando Dios creaba la Tierra: “mientras cantaban a coro las estrellas de la aurora (Job 38:4-7, Dios habla hoy). Esto indica que Dios es el creador de la música y que esta ha sido un elemento importante de su dominio en el Cielo.

Es interesante que Dios haya querido compartir la música con nosotros. ¿Por qué quiso hacerlo? Pudo haberla guardado para sí y para las huestes angélicas, pero no lo hizo… y eso es significativo.

Creo que la respuesta está, en parte, en que nosotros llevamos su imagen (Génesis 1:26-27). La Biblia revela que Dios tiene emociones y que expresa amor (1 Juan 4:10), compasión (Salmos 103:13), deleite (Jeremías 32:41) y enojo (Ezequiel 5:13); entre otras emociones. Creó a los seres humanos a su imagen con esta misma necesidad de expresión emocional.

La música es un regalo de Dios que nos ayuda a comunicarnos con profunda emoción. Nos ayuda a expresarnos de maneras que las simples palabras sencillamente no logran. Es una comunicación desde el corazón. Por esta razón, entre otras, tiene el poder de trascender el idioma, las fronteras geográficas y el tiempo. Es una de las razones por las que la música compuesta en la década de 1780 por un joven llamado Mozart se sigue interpretando y apreciando universalmente.

Precisamente por ser la música una comunicación desde el corazón, los seguidores de Jesucristo deben usar el discernimiento espiritual al elegir la que escucharán. Jesús dijo: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7:21-23).

¿Es acaso conveniente cualquier tipo de música? Para los que creen que ninguna pieza musical es en sí buena ni mala, que simplemente “es lo que es”, la pregunta sonará extraña o trivial. Pero para quienes deseamos seguir la Biblia como guía, para tomar buenas decisiones sobre qué hacer con nuestro tiempo, la pregunta no solamente es importante, sino crucial. ¿Hay alguna guía en la Palabra de Dios? ¡Sí la hay!

Principios bíblicos para el discernimiento

En vez de discutir sobre qué tiene de bueno o de malo tal o cual género musical, podemos utilizar principios bíblicos que se aplican a cualquier pieza. Además de evaluar cada composición musical según las instrucciones de Dios, debemos analizar sinceramente qué mensaje está transmitiendo y qué efecto nos produce como oyentes.

La música popular es en general una combinación de melodía, armonía, ritmo y letra. Hay que evaluar cada uno de estos componentes.

Primero, la música propiamente dicha. Aunque los acordes y el compás generalmente siguen las normas de la estructura musical, el modo de “construir” las partes y de tocarlas tiene mucho que ver con lo que sentimos al oírla. Esta puede ser la causa de nuestra fuerte conexión emocional con la música, y también puede tener un efecto grande sobre nuestro comportamiento. Por ejemplo, sé, por años de tocar música bailable en una banda y de trabajar como operador de sonido, qué ritmos inspiran ciertos estados de ánimo y generan el mayor grado de participación. Es una reacción bastante previsible.

Los músicos de casi todos los géneros utilizan los mismos elementos musicales para transmitir un estado de ánimo y generar una reacción. Un principio bíblico que nos sirve para analizar este aspecto de una pieza se encuentra en la afirmación de Jesús: “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:20). El contexto de esta instrucción se refiere a la gente, pero el principio también puede aplicarse al fruto o resultados de la música.

En segundo lugar está la letra de la canción. Un pasaje que nos ayuda a analizar la letra es Filipenses 4:8, donde dice que pensemos en las cosas que son verdaderas, honestas, justas, puras, amables y de buen nombre. Esto indica que si dejamos que la mente se conecte con algo, debe ser algo positivo y edificante.

¿Es esa la descripción de la letra de las canciones que escuchas? No es fácil reconocer que la música que tanto nos gusta no está a la altura de lo que Dios pide. Cualquiera que sea la música, debemos hacernos ciertas preguntas:

  • ¿Cómo afecta mi estado de ánimo?
  • ¿En qué pienso mientras escucho esta música?
  • ¿Me inspira o motiva a ser más como el mundo?
  • ¿Su influencia me lleva hacia una conducta recta, o al pecado?

Felizmente, hay muchísima música, y muy variada, que podemos disfrutar. Como Dios creó la música, esta puede ser un elemento que mejore nuestra vida. Pero Dios también nos dio sus instrucciones para que sepamos qué es lo que Él considera bueno en todos los aspectos de la vida. Aplicando estos principios, podremos escuchar música con oídos que disciernen. 

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