Para hacer una búsqueda avanzada (buscar términos específicos), escriba juntamente los criterios de interés como se muestra en los siguientes ejemplos:
Gran parte del mundo Occidental está plagado de actos de violencia. En ciudades grandes y pequeñas, cámaras de vigilancia graban asesinatos y agresiones. Opiniones políticas divergentes han estallado en altercados físicos y amenazas de muerte. Matanzas en las escuelas destrozan vidas y familias. Imágenes de estos hechos violentos llenan las pantallas de los noticieros y de las redes sociales. La violencia se ha vuelto tan común que estamos en gran parte insensibilizados.
¿Hay razones de fondo que expliquen el empeoramiento de la violenta criminalidad? La Biblia revela tanto las causas de fondo de tan trágicos hechos, como las soluciones. En tiempos antiguos, el profeta Ezequiel dio un mensaje severo y aleccionador al pueblo, aunque este no quiso escucharlo. Proclamó: “Haz una cadena, porque la Tierra está llena de delitos de sangre, y la ciudad está llena de violencia” (Ezequiel 7:23). Su análisis se aplica en este tiempo. El crimen y la violencia se eslabonan en una serie de acciones y conductas que al final llevan a esos problemas insolubles. El profeta Isaías declaró: “No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz” (Isaías 59:8).
En buena parte del mundo Occidental, el resultado de la falta de estabilidad y de disciplina con amor en el hogar, lleva al colapso de la estructura familiar tradicional; y forma parte de esa cadena, que lleva con frecuencia a actos delictivos. Otros eslabones vienen a ser el consumo de drogas ilícitas, la influencia de la música profana y la cultura de pandillas; hechos que suelen terminar en crímenes violentos.
El mundo del entretenimiento, la literatura y la publicidad comercial han normalizado conductas como los encuentros sexuales impropios, la confusión de sexo y la promoción del homosexualismo. Esto se enlaza, desde luego, con la epidemia de enfermedades venéreas. Los embarazos no planeados, que ocurren a consecuencia del colapso moral, se enlazan con la eliminación de hijos indeseados mediante el aborto. Sumemos a esto quienes eligen el aborto, en vez de traer hijos al mundo, porque ven la crianza como un impedimento para sus metas profesionales.
En los salones de gobierno, la corrupción se eslabona con la desconfianza del público en sus líderes políticos. El mal uso y abuso de la ley ha debilitado la confianza en el sistema judicial. Muchos desahogan su ira y frustración de maneras que van añadiendo eslabones a la cadena de violencia.
Estos problemas, aparentemente insolubles, existen porque la mayoría de las personas no están enlazadas con las normas de conducta conocidas como los diez mandamientos, dictadas por un Creador lleno de amor. Estas leyes se encuentran en Éxodo 20:1-17 y Deuteronomio 5:6-21. El sexto mandamiento dice: “No matarás”, refiriéndose al homicidio intencional. Otros estatutos y juicios explican cómo deben manejarse los accidentes violentos, y los incidentes fatales ocurridos en defensa propia.
El séptimo mandamiento dice: “No cometerás adulterio”. Este prohíbe toda relación sexual fuera del matrimonio. En Levítico 18, otros decretos definen los actos sexuales prohibidos.
El octavo mandamiento dice: “No hurtarás”. Estas palabras sencillas y directas prohíben todas las formas de falta de honradez en lo tocante a la propiedad personal. Otros pasajes entran en detalles acerca de contratos, pesas y medidas, etc. El noveno mandamiento dice: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio”, y trata de otros tipos de engaño. Por último, el décimo mandamiento manda: “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”.
Imaginemos los cambios positivos en la sociedad, si la gente reflejara estas normas de conducta divinas en sus ideas, palabras y acciones. ¡Los crímenes de sangre se acabarían! Moisés consignó las palabras de Dios al respecto: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” (Deuteronomio 5:29).
Nosotros no podemos cambiar a la sociedad, pero si aplicamos estos principios en nuestra vida personal, recibiremos las bendiciones como consecuencia de una conducta recta. Esperamos con anhelo el regreso de Jesucristo con poder y gloria, para establecer el Reino de Dios en la Tierra. Entonces el mundo entero obedecerá sus normas de conducta y se resolverán, por fin, todos los problemas de la humanidad (Apocalipsis 11:15). [MM]