¡El sida se puede erradicar! | El Mundo de Mañana

¡El sida se puede erradicar!

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Gran parte del mundo Occidental se ha olvidado del sida, mientras que la enfermedad sigue cobrando millones de vidas.

Pero hay una manera garantizada de acabar con este mal de una vez por todas.

Los índices de infección por transmisión sexual van en aumento en todo el mundo, alcanzando niveles de epidemia en algunos lugares. Pero, ¿cuándo fue la última vez que usted oyó mencionar el VIH o sida? Los medios de difusión en los países desarrollados han silenciado esa catástrofe mundial que es el sida, y su virus causante conocido como VIH, pese al gran número de personas que contraen la enfermedad cada año. Esta enfermedad mortal persiste y continúa haciendo estragos en ciertos países en vías de desarrollo.

¿Será posible erradicar y prevenir el sida? La excelente, y a la vez incómoda verdad, es que sí es posible. ¿Sabía usted que hay gobiernos y entidades de salud en todo el mundo, entre ellos la bien conocida Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para la

Prevención y Control de Enfermedades en los Estados Unidos (CDC), que saben exactamente qué hacer para detener la propagación del sida ahora mismo? Pero aun sabiéndolo, esos gobiernos y entidades de salud rehúsan abogar por el único método demostrado de prevención. La revista de políticas públicas Health Affairs informó en el 2009 que el costo de tratar la enfermedad puede llegar a 35.000 millones de dólares anuales para el 2031, solo en los países en vías de desarrollo. Siendo así, ¿por qué razón los dirigentes mundiales, así como importantes entidades de salud, se niegan a promover activamente la forma más sencilla y segura de poner fin a esta epidemia? ¿Qué temen?

Alcance de la infección por VIH

Según los CDC, aunque el número total de casos de VIH está bajando, en el 2016 hubo 1,8 millones de nuevo casos en el mundo. El VIH es el virus que causa la enfermedad conocida como sida. Un millón de personas mueren de sida anualmente y en la actualidad hay 37,6 millones de personas que son portadoras del virus. Desde que comenzó la epidemia, alrededor de 1981, 35 millones de víctimas han muerto de enfermedades relacionadas con el sida, número que equivale aproximadamente a la población de Polonia, el Sudán o el estado de California. ¿Cómo sería si se borrara toda la población de alguna de estas naciones o de California? Este es el impacto mundial del sida solamente en los últimos 37 años.

Quienes viven en naciones desarrolladas también sufren infecciones del VIH, pero en grado muy inferior al mundo en vías de desarrollo. Quizás esto explique por qué en los países desarrollados se habla tan poco del sida. Según los CDC: “El África subsahariana presenta la mayor incidencia de VIH y sida, unos dos tercios de las infecciones mundiales en el 2016. Otras regiones altamente afectadas son las de Asia y el Pacífico; América Latina, el Caribe, Europa Oriental y Asia Central”. En mayo del 2018 un artículo del New York Times llevaba el titular: “Sida rampante en Venezuela, peligra una antigua cultura”. El Times informó: “Con el colapso de los programas de gobierno, la enfermedad amenaza a una población indígena en su totalidad: el pueblo warao en el delta del Orinoco”. Venezuela es solo una entre las muchas naciones azotadas por el sida.

Otro grupo de víctimas que están llamando la atención mundial en los últimos tiempos son los huérfanos del sida. Según la entidad caritativa internacional Huérfanos del Sida, en el mundo hay cerca de 25 millones de personas que han quedado huérfanas por esta enfermedad. ¿Cómo sería si ni una sola de estos 25 millones de personas hubiera vivido la experiencia de ver morir a su padre o madre, o ambos, de enfermedades relacionadas con el sida? ¿Cómo hubiera cambiado su niñez y toda su vida?

Historia del sida

De acuerdo con el sitio: AIDS.gov, el VIH y el brote que vemos ahora en todo el mundo, se identificaron por primera vez a raíz de ciertas infecciones raras y oportunistas que se presentaron en 1981 en hombres homosexuales aparentemente sanos. En cuestión de un año empezaron a aparecer síntomas del sida en recién nacidos que habían recibido transfusiones de sangre contaminada. Poco después, en 1983, especialistas en salud pública

descubrieron que el VIH, virus causante del sida, también se transmitía por contacto heterosexual.

En los Estados Unidos los índices de infección por VIH se redujeron en el 2002 y en el 2011 entre todos los grupos de población, excepto en los hombres homosexuales (Journal of the American Medical Association, 23/30 de julio del 2014). Los índices de VIH aumentaron en los hombres homosexuales entre las edades de 13 y 24 años y en los mayores de 45. Específicamente en el grupo de 13 a 24 años, las infecciones de VIH aumentaron en más del 130 por ciento (ibidem). Según el sitio en la red: CDC.gov, el 77 por ciento de los nuevos casos de sida en el 2016 en los Estados Unidos, ocurrieron en hombres homosexuales y bisexuales, así como en usuarios de estupefacientes inyectados; el otro 23 por ciento correspondió a heterosexuales.

El número de personas que se inyectan drogas en el mundo sobrepasa los 13 millones, según informa la ONU. El virus del sida se propaga por contacto sexual con una persona infectada, por agujas compartidas, de madre a hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia, y mediante transfusiones que tengan sangre contaminada. Fundamentalmente, el VIH es una infección venérea. Y tal como sucede con otras enfermedades de este tipo, la mejor manera de controlar y prevenirla es con medidas de conducta, y así lo saben y enseñan en general las más destacadas entidades de salud pública. Dentro de esto hay un método eficaz preventivo demostrado que las entidades de salud pública y los gobiernos dejan enteramente de lado porque no es del gusto del público. Se trata de una acción ética que, cada vez más, resulta absurda para nuestra sociedad moderna.

La Organización Mundial de la Salud cita seis estrategias de prevención encaminadas a reducir la frecuencia del VIH y el sida. Estas son:

1. Uso de preservativos en hombres y mujeres

2. Pruebas de detección y consejería sobre VIH e infecciones venéreas.

3. Circuncisión médica voluntaria en el hombre.

4. Terapia con medicamentos antirretrovirales.

5. Uso de programas de intercambio de agujas para usuarios de drogas intravenosas.

6. Reducción de transmisión del VIH de madre a hijo (incluida terapia antirretroviral para madres embarazadas).

¿Cuál es la estrategia que brilla por su ausencia en esta lista de medidas preventivas? Si bien la OMS aboga por la circuncisión médica de los hombres como técnica de prevención, pese a que es una medida mal vista en muchos círculos, no tiene el valor para recomendar firmemente la única acción más barata y eficaz que existe: ¡Limitar la actividad sexual a los matrimonios monógamos entre marido y mujer!

Clave bíblica para acabar con el sida

Hace aproximadamente 3.500 años Dios instituyó por medio de su profeta Moisés una serie de leyes y estatutos sencillos que harían de su nación una nación única y bendita entre las demás. Muchos de sus mandatos tenían que ver con salud pública e infraestructura social, aparte de las razones religiosas.

En Éxodo 15:26 Dios prometió: “Si oyeres atentamente la voz del Eterno tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy el Eterno tu sanador”.

La antigua historia egipcia indica que hubo muchas de las mismas enfermedades que afectan ahora a nuestras sociedades, entre ellas, afecciones cardiacas, cáncer, enfermedades venéreas y otras más. Dios le dijo a Israel que si obedecía sus leyes, lo protegería de toda clase de enfermedades. ¿Pero acaso estaba prometiendo protección sobrenatural a cambio de obediencia? ¿O había algo más?

Levítico 26:14-16 advierte: “Si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, y si desdeñareis mis decretos, y vuestra alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto, yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma”. Esto describe los síntomas de ciertas infecciones oportunistas que son mortales para las víctimas del sida. Son enfermedades que destruyen el sistema inmune y desgastan el cuerpo, a veces consumiendo la carne e incluso los ojos, a la vez que causan tormentos a la persona afectada.

Es importante recordar que el Señor de los israelitas es el mismo que más tarde vino a ser Jesucristo. Es el Salvador de quien dijo el apóstol Pablo en Hebreos 13:8: “Es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Es el mismo de hace 3.500 años, y con la misma exigencia de que le obedezcamos. Desea bendecir a quienes obedecen afirmando que no les enviará ninguna de esas enfermedades (Éxodo 15:26). Igual como deseaba hacerlo con los antiguos israelitas.

Debe hacernos reflexionar el hecho de que científicos, médicos y funcionarios públicos saben que esta clave bíblica para prevenir el sida es la solución, pero temen promoverla. Los funcionarios públicos son, en general, personas bien intencionadas que se dedican a ayudar al público, pero no se animan a defender este método preventivo, por más eficaz que sea.

En la Biblia el capítulo 20 del libro del Éxodo cita los diez mandamientos. En el versículo 14 de ese capítulo, Dios articula un mandato breve y claro que, si se obedeciera, pondría fin a la propagación del sida ¡y de virtualmente todas las enfermedades venéreas! El mandato, de solo tres palabras, dice: “No cometerás adulterio”. Jesús lo repitió en Mateo 19:17-18. El apóstol Pablo lo amplió en 1 Corintios 6:18 al decir: “Huid de la fornicación”.

Hoy “adulterio” y “fornicación” son términos anticuados. Curiosamente están perdiendo su sentido a la vez que cambia también la definición de matrimonio. Para comprender mejor la medida preventiva de Dios, tenemos que saber lo que significa el adulterio y la fornicación según la Biblia.

Definición de unas palabras “anticuadas”

Para entender el adulterio y la fornicación, debemos reconocer sus raíces en la definición bíblica del matrimonio. Dios definió el matrimonio en Génesis 2 como la unión de un hombre y una mujer. Esta relación matrimonial heterosexual se dispuso con el fin de producir “una descendencia para Dios” (Malaquías 2:15). Dios también dispuso el matrimonio con el propósito de que el hombre y la mujer fueran uno, físicamente en la carne, pero también en el espíritu (Génesis 2:24; ver 1 Corintios 6:16). La única condición que Dios dispuso para que hubiera una relación sexual, es que se haga dentro de un matrimonio heterosexual monógamo. Él es el Eterno ¡y fue quien diseñó la sexualidad! La dispuso como una bendición para los esposos en el matrimonio. Dios tenía todo el derecho de dictar cómo y cuándo debería haber una relación sexual y ordenó que no la hubiera fuera del matrimonio: ni antes del matrimonio (fornicación), ni con alguien diferente del cónyuge después de casados (adulterio).

Conviene preguntar si limitar las relaciones sexuales al matrimonio monógamo entre un hombre y una mujer pondría fin a la propagación de enfermedades como la sífilis, las verrugas genitales y cáncer cervical causadas por el virus del papiloma humano, la gonorrea, el herpes, la hepatitis B y el sida. La respuesta clara es ¡que estas enfermedades desaparecerían esencialmente en una generación!

¿Por qué les molesta a tantos la idea de limitar el matrimonio a la unión de un hombre y una mujer? Quizá porque nadie quiere que le hablen de una manera de vivir que está “bien” y una que está “mal”. La humanidad quiere sentirse libre para tomar sus propias decisiones y de hacer caso omiso de las consecuencias. Pero la dolorosa realidad es que nuestras acciones siempre tienen consecuencias. Y en el caso de la actividad sexual fuera del matrimonio, ¡algunas de esas consecuencias son mortales!

Génesis 1:26 nos recuerda que Dios creó a los seres humanos a su imagen. Y nos diseñó de modo que pudiéramos evitar muchas enfermedades y también formas de depresión mental relacionadas con la sexualidad, siempre y cuando decidamos regirnos por su definición del matrimonio. Dios quiere bendecirnos y bendecir nuestra vida. Dios no es un egoísta que aceche en las sombras listo para lanzarse sobre nosotros tan pronto quebrantemos sus mandamientos. Nos dio sus mandamientos para nuestra protección y bendición (Deuteronomio 5:33), pero no para restringirnos ni castigarnos ni para eliminar nuestras libertades, como muchos lo afirman erróneamente.

En cuanto al VIH y el sida, lo tristemente irónico es que la Biblia tiene la solución que todo el mundo anhela: una solución que sí funciona, como bien lo saben nuestros líderes mundiales. Ningún experto legítimo en salud pública negaría que limitar las relaciones sexuales al matrimonio heterosexual monógamo evitaría la propagación de decenas de enfermedades, entre ellas el sida. La Biblia da un esbozo de ciertas medidas preventivas que son virtualmente ciento por ciento efectivas contra el sida y otras enfermedades, ¡y nuestros líderes saben que esas medidas funcionarían! Otra cosa interesante es que esta profilaxis bíblica no tiene contraindicaciones ni efectos secundarios.

Una visión del futuro

¿Cómo sería el mundo si sus habitantes realmente cumplieran el séptimo mandamiento: “No cometerás adulterio”? Imaginemos cómo sería la sociedad si las relaciones sexuales se limitaran al matrimonio entre un hombre y una mujer. ¿Cómo repercutiría esto en el índice de embarazos de adolescentes? ¿Cómo afectaría el fenómeno de padres ausentes y familias monoparentales? ¿Qué pasaría con la atrocidad tan extendida y tan emocionalmente destructora como es la violación carnal? ¿Qué cambios habría en la vida y la sociedad si todos los niños se criaran en una familia con un padre y una madre llenos de amor, con ambos presentes porque no habrían muerto de sida? ¿Cómo cambiarían las familias si no tuvieran que ver a un ser querido consumido por enfermedades relacionadas con el sida? La mayor parte de los 35 millones de seres que han muerto de sida tenían una familia que sufrió viendo cómo se les apagaba la vida. Muchos hijos han visto morir a sus padres. Las mismas penas persisten hoy en todo el mundo. ¡Cuán diferente sería el mundo si esos 35 millones no hubieran muerto! ¡Cuán diferente sería la vida de sus familiares y amigos si no hubieran tenido que contemplar una pérdida tan horrenda!

El sufrimiento causado por el sida y por la mayoría de las enfermedades venéreas no tiene por qué ocurrir. ¡Es enteramente previsible! Y ese sufrimiento sí se evitará en el futuro próximo, cuando Jesucristo regrese y establezca su Reino en la Tierra, Reino basado en sus leyes de amor y de vida, leyes que se dispusieron, como lo explica Dios, para nuestro bien (Deuteronomio 10:13). ¿No es esa clase de vida la que realmente anhelamos todos los habitantes de la Tierra?

Una de las cosas que se acabarán cuando se estén cumpliendo plenamente las leyes divinas sobre el matrimonio es la terrible enfermedad que llamamos sida. Se acabará porque los dirigentes de la sociedad del futuro tendrán el valor, la sabiduría y el amor por el pueblo que gobiernan, para decirle la verdad sobre cómo prevenir un sufrimiento tan innecesario y cómo llevar una vida más pacífica y abundante. ¿Cuánto desea usted formar parte de una sociedad así? ¿Con cuánto anhelo espera el día en que no haya más sufrimiento? ¿Anhela usted ver el día en que los huérfanos del sida se cuenten entre las cosas antiguas cuya presencia se limita a menciones en los libros de historia?

En la Biblia Dios nos da medios poderosos para prevenir y acabar con las enfermedades y sus inevitables consecuencias. Aunque la sociedad actual no muestra interés, nosotros sí podemos optar ahora mismo por seguir las instrucciones bíblicas. Si decidimos hacerlo, nos será posible recibir muchas de las bendiciones de salud que acompañan la obediencia a las leyes y estatutos de Dios.

Para una visión más detallada sobre cómo podemos cambiar la vida cuando cumplimos las guías de salud y muchas otras en la Biblia, solicite nuestro folleto titulado El maravilloso mundo de mañana enviando un correo a: [email protected] o puede descargarlo desde nuestro sitio en la red: www.elmundodemañana.org [MM]

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