Dando una mirada al pasado, es claro que la distancia entre lo que ordena hacer la Biblia y lo que realmente hacen sus supuestos seguidores, ha alcanzado proporciones que rayan en lo absurdo.
Para citar un ejemplo, Dios dio instrucciones a su pueblo en el sentido de no indagar las costumbres de los paganos que antes ocupaban la Tierra Prometida, especialmente en lo tocante a la adoración de sus dioses. Fue explícito al ordenar que no se adaptaran sus formas de culto perverso para adorarlo a Él.