Una carta desde la tumba | El Mundo de Mañana

Una carta desde la tumba

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Parece que hacemos muy pocos amigos a lo largo de la vida. Los amigos que se tienen en la infancia y en la escuela secundaria, por lo general, se convierten en son solo un recuerdo. Como adultos, tenemos socios de negocios, compañeros de trabajo y conocidos casuales, pero pocas amistades profundas y duraderas.

Tuve una de esas amistades genuinas, una relación que valoré bastante durante un período de muchos años. Mi amigo y yo no siempre estuvimos de acuerdo en todo, pero eso realmente no importaba. Cuando surgían diferencias de opinión, decíamos lo que pensamos… y acordábamos no estar de acuerdo continuando hacia adelante sin dañar de manera permanente la relación. El hecho de que pudiéramos discutir temas importantes fue valioso para ambos. Con el tiempo, nos separó la distancia y los años, pero la chispa de la amistad seguía allí y, de vez en cuando, nos poníamos en contacto.

Con el paso del tiempo, mi amigo, que era varios años mayor que yo, murió. Vivió una vida larga y plena, pero me entristeció saber de su fallecimiento.

Varios años después, me sorprendió escuchar al hijo de mi viejo amigo, quien explicó que, al revisar los papeles y efectos personales de su padre, encontró una carta dirigida a mí con la anotación: “Entregar a Davy después de mi muerte”. Esta era la única vez que había recibido una carta de alguien que ya se había ido a la tumba.

El contenido de la carta me entristeció aún más, ya que, sin saberlo, había ofendido a mi viejo amigo durante un desacuerdo importante que tuvimos algunos años antes, pero él nunca me lo dijo, lo que ciertamente no era propio de él. Mientras recordaba la conversación a la que se refería su carta, no recordé ninguna ira o discusión acalorada. Recuerdo haber razonado con él para apoyar mi posición, y pensé que como en el pasado, simplemente acordamos estar en desacuerdo.

Pero, según la carta desde la tumba, ese no fue el caso. Mi amigo no estuvo de acuerdo conmigo y se ofendió gravemente por mi posición al respecto. Sintió que lo había menospreciado y mostrado falta de respeto, algo que nunca fue mi intención, ni mi recuerdo del asunto. Lamentablemente, mi amigo nunca me hizo saber de su angustia mientras estaba vivo, y me enteré después de que era demasiado tarde para hacer algo al respecto.

Lamentablemente, este tipo de malentendidos suelen ocurrir entre amigos y conocidos. Las amistades se rompen y las relaciones se dañan sin posibilidad de reparación. Sin embargo, no tiene por qué ser así. La Biblia contiene instrucciones sobre las relaciones interpersonales que, si se siguen, pueden asegurar relaciones duraderas que resistan los altibajos de la vida.

Por ejemplo, en el Evangelio de Mateo 18:15–17, Jesucristo dijo: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”. Obviamente, esto es difícil para la gente porque muy pocos realmente lo hacen.

Hay un versículo que dice cómo manejar la ira. Efesios 4:26-27 dice: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo”. Imagínese, si esta instrucción se siguiera, los tribunales judiciales probablemente estarían vacíos. Jesús reafirmó un antiguo principio bíblico cuando dijo: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9).

Espero ver a mi viejo amigo en la “resurrección de los justos” (Lucas 14:14) para finalmente hacer las paces y restaurar nuestra amistad.

No permita que una ofensa o desacuerdo, real o imaginario, se interponga entre usted y sus amigos. Si seguimos las instrucciones bíblicas, la mayoría de las relaciones se pueden salvar, incluso mejorar y fortalecer, y se pueden mantener amistades preciosas. El folleto gratuito Los Diez Mandamientos lo pondrá en el camino correcto. Además, asegúrese de leer en línea o de solicitar el folleto ¿Qué sucede después de la muerte?