¿Qué significa la imposición de las manos?

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Pregunta: Veo que la “imposición de manos” se considera uno de los principios claves de la práctica cristiana, e incluso se dice que es un “fundamento” (Hebreos 6:1-2). Pero, ¿exactamente qué significa?

Respuesta: La imposición de manos es un acto ceremonial, en el cual un siervo de Dios ora colocando las manos en la cabeza de la persona por quien ora. Esta sencilla ceremonia encierra una gran importancia espiritual, porque simboliza el deseo de Dios de apartar a alguien o algo.

Vemos un antiguo ejemplo cuando Moisés “tomó a Josué y lo puso delante del sacerdote Eleazar, y de toda la congregación; y puso sobre él sus manos, y le dio el cargo, como el Eterno había mandado por mano de Moisés” (Números 27:22-23). Moisés no nombró a Josué, sino que le impuso las manos como símbolo de la decisión tomada por Dios.

En el Nuevo Testamento, Dios confirió el servicio a los diáconos por medio de sus apóstoles ordenados, “quienes orando, les impusieron las manos” (Hechos 6:6). Más adelante leemos que los ancianos de Antioquía impusieron las manos sobre Pablo y Bernabé, comisionándolos para cumplir un viaje misionero: “Dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron” (Hechos 13:2-3). Dios empleó la imposición de manos para mostrar que apartaba a José, a los diáconos y a Pablo y a Bernabé para la finalidad que había dispuesto.

La imposición de manos se emplea también para conferir bendiciones divinas. Así, Jesús bendijo a los niños: “Tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía” (Marcos 10:16). Esta bendición indicó claramente dónde estaba interviniendo Dios y por medio de quién.

El Espíritu Santo y la sanidad

La imposición de manos después del bautismo imparte el don del Espíritu Santo: “Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo… Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo” (Hechos 8:14-15, 17). Dios envió un siervo suyo a bautizar a Pablo, recién llamado, e imponerle las manos: “Poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo” (Hechos 9:17). Más tarde, Pablo bautizó a los efesios: “Habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo” (Hechos 19:6).

Jesús dijo a sus siervos ordenados que impusieran las manos sobre los enfermos para que sanaran. “Les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura... Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre… sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:15, 17-18).

Vemos cómo Pablo siguió estas instrucciones: “Aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y de disentería; y entró Pablo a verle, y después de haber orado, le impuso las manos, y le sanó” (Hechos 28:8). Esto se aplican a todos los enfermos: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la Iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor” (Santiago 5:14). El que sana es Dios, según su voluntad, y dio instrucciones a sus siervos, entre las cuales se incluye el imponer las manos.

Aunque Dios actúa directamente, también emplea a sus siervos para cumplir su voluntad, especialmente para sanar, bendecir y ordenar; avalando a la vez a los instrumentos mediante los cuales opera. Sin embargo, debemos señalar que el poder no reside en la persona, ni en el acto físico, ni en las manos; sino en Dios que actúa por medio de su Iglesia y de sus ministros físicos. Él ha nombrado a su Iglesia, y en ella la imposición de manos es señal de su voluntad, su obra y su autoridad. [MM]

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