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La Iglesia que respalda El Mundo de Mañana

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Esta revista es posible gracias al apoyo de fieles seguidores de Jesucristo, dedicados a su evangelio.

Muchos lectores se preguntarán: ¿Quién patrocina esta revista El Mundo de Mañana? ¿Quién produce el programa El Mundo de Mañana en la televisión, la internet y los folletos de estudio gratuitos que ofrecemos, además las 24 lecciones de el Curso bíblico por correspondencia? ¿Quién financia las conferencias de El Mundo de Mañana que presentamos a nuestros suscriptores?

La respuesta más obvia aparece en lo que decimos al final de cada episodio de la serie de programas de El Mundo de Mañana: Somos patrocinados por la Iglesia del Dios Viviente. Pero de allí surge otra pregunta: ¿Qué o quién es la Iglesia del Dios Viviente?

En este artículo damos una respuesta clara, explicando quiénes somos, cuál es nuestra misión y en qué creemos.

El verdadero cristianismo y la Iglesia del Dios Viviente

En palabras sencillas, la Iglesia del Dios Viviente la constituye un remanente del cristianismo del primer siglo. ¿Y eso qué significa? Jesús dijo no solamente que edificaría su Iglesia, sino que contra ella no prevalecerían las puertas del sepulcro (Mateo 16:18). Sin embargo, en el Nuevo Testamento, así como en la Historia universal, se ve que la Iglesia cristiana tradicional se descarrió, siguiendo un rumbo radicalmente distinto al rumbo de la Iglesia fundada por Jesucristo, sus apóstoles y los discípulos del primer siglo.

Jesús se valió de profecías sobre el tiempo del fin para advertirnos contra el falso cristianismo. En su profecía del monte de los Olivos afirmó claramente que el falso cristianismo sería la primera señal de su segunda venida y del final de la era. No podemos tomar esta advertencia a la ligera: “Los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (Mateo 24:3-5).

Efectivamente, habría muchos que, admitiendo que Jesús es el Cristo, se atribuirían su autoridad… pero lo harían para engañar, no a pocos sino a muchos. Sin duda la historia lo corrobora.

En su obra: Historia de la Iglesia Cristiana, el muy respetado historiador, Jesse Lyman Hurlbut, mostró cuán radicalmente cambió la Iglesia en un lapso relativamente corto:

“A la última generación del primer siglo, del 68 al 100 d.C., la llamamos ‘la edad de las tinieblas’, en parte porque las tinieblas de la persecución estaban sobre la Iglesia. Pero en especial porque, de todos los períodos de la historia, es del que menos sabemos. Ya no tenemos la clara luz del libro de los Hechos para que nos guíe, ni ningún autor de esta época ha llenado el vacío en la historia. Nos gustaría leer acerca de la obra ulterior de los ayudantes de Pablo, tales como Timoteo, Apolos y Tito. Sin embargo, todos estos y los demás amigos de Pablo, al morir este, quedan fuera del registro. Después de la muerte de San Pablo, y durante cincuenta años, sobre la Iglesia pende una cortina a través de la cual en vano nos esforzamos por mirar. Cuando al final se levanta alrededor del año 120 d.C., con los registros de los padres primitivos de la Iglesia, encontramos una Iglesia muy diferente en muchos aspectos a la de los días de San Pedro y San Pablo” (1999. pág. 39).

Notemos que Hurlbut menciona que estos cambios ocurrieron después de la muerte del apóstol Pablo. De hecho, ¡el paganismo sofocó el culto verdadero! ¿No había advertido el mismo Pablo que así ocurriría? En las Escrituras está consignada la advertencia suya a los ancianos de Éfeso: “Yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20:29-31).

Hurlbut cita algunos de los cambios que ocurrieron dentro de lo que llegó a ser una Iglesia cada vez más alejada de la de Jesucristo y sus apóstoles: “Las formas y ceremonias del paganismo gradualmente se fueron infiltrando en la adoración. Algunas de las antiguas fiestas paganas llegaron a ser fiestas de la Iglesia con cambio de nombre y de adoración. Alrededor del año 405 d.C., en los templos comenzaron a aparecer, adorarse y rendirse culto a las imágenes de santos y mártires. La adoración de la virgen María sustituyó a la adoración de Venus y Diana” (Historia de la Iglesia Cristiana, Hurlbut, pág. 73).

Muchos historiadores concuerdan en que el actual cristianismo predominante guarda escasa semejanza con la Iglesia de Dios original, fundada por Jesucristo. Will Durant, escritor prolífico e historiador muy respetado, hizo el siguiente comentario sagaz para cualquiera que tenga ojos para ver y oídos para oír:

          “El cristianismo no destruyó al paganismo, sino que lo adoptó. La mentalidad griega agonizante se perpetuó en la teología y liturgia de la Iglesia… la lengua griega, que durante siglos reinó sobre la filosofía, vino a ser el vehículo para la literatura y el ritual cristianos; los misterios griegos pasaron al impresionante misterio de la misa. Otras culturas paganas hicieron su aporte al resultado sincrético… El cristianismo fue la última gran creación del antiguo mundo pagano… y el cristianismo se convirtió en la última y más grande religión de los misterios” (La historia de la civilización, vol. 3, 1944, págs. 595, 600).

La historia señala dos caminos de quienes se han llamado cristianos. Del primero surgieron las diversas formas de lo que se conoce como cristianismo. A saber: el catolicismo, la ortodoxia oriental y el protestantismo. Sin embargo, entre una y otra existen diferentes tendencias. Ahora bien, en comparación, el segundo camino ha sido algo minúsculo. Se trata de la pequeña Iglesia que, aunque perseguida, no moriría.

Adoración en espíritu y en verdad

El cristianismo de Jesucristo y sus apóstoles es diferente de lo que piensa la mayoría. El cristianismo tradicional está plagado de doctrinas paganas y filosofías griegas ajenas a la Biblia. No así la Iglesia que Jesús edificó, aunque ha sufrido persecución por rechazar doctrinas no bíblicas y ceñirse a lo que Jesucristo realmente enseñó, y no a lo que suele creerse que enseñó. Y es que las iglesias tradicionales complacieron a las masas y absorbieron formas de culto pagano que eran populares.

Del culto al Sol vino el rechazo del reposo en el séptimo día, o sea el sábado, que Dios había establecido desde la creación. El emperador romano Constantino, adorador del Sol, ordenó un día de reposo diferente en el año 321 d.C., como se ve en la obra de Berman: Manual de historia del cristianismo: “Cuando en el año 321 Constantino instituyó el primer día de la semana como día festivo, lo llamó el ‘venerable día del Sol’” (1987, pág. 131). Todo el que rehusara seguir esta ley y otras doctrinas extrabíblicas era despojado de sus privilegios y perseguido. Sin embargo, en Mateo 16:18, Jesús había declarado: “Sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del hades no prevalecerán contra ella”.

La Iglesia que Jesucristo edificó no murió. Sobre ella leemos en los escritos de quienes la odiaban y procuraban aniquilarla. Esa Iglesia, que se negaba a transigir y a introducir doctrinas paganas en reemplazo de las doctrinas de Jesucristo, era tenida por herética. Para descubrir quiénes son los verdaderos herejes, debemos tratar de entender lo que Jesús y sus apóstoles enseñaron.

Manada pequeña… obra grande

Las raíces de El Mundo de Mañana y la Iglesia del Dios Viviente, en tiempos modernos, se remontan a la Iglesia de Dios Universal (IDU), bajo la dirección del pastor Herbert W. Armstrong. Su esposa Loma conoció a un miembro de la Iglesia de Dios del séptimo día, que, dicho sea de paso, no está asociada con los adventistas del séptimo día. Esto fue a mediados de la década de 1920. Ella estaba convencida de que el día de reposo bíblico no era el domingo, sino el sábado.

Esto no agradó a su esposo, que en un principio lo vio como fanatismo, pero ella no cedió, hasta que él le mostrara Biblia en mano, que estaba equivocada. Así fue como el señor Armstrong inició una profunda búsqueda en las Escrituras para demostrarle su error, cosa que le parecía bastante fácil. Al fin y al cabo, tantas iglesias que guardaban el domingo no podían estar equivocadas, ¿realmente? Sin embargo, el resultado de su estudio fue (y esto se lo oí decir personalmente): “Es cosa humillante aceptar que la esposa tiene razón y el equivocado es uno… especialmente cuando se trata de la discusión más importante que hayamos tenido”.

En 1933, le ofrecieron al señor Armstrong un espacio en la diminuta estación radial KORE, de 100 vatios, en Eugene, Oregón. Sus oyentes aumentaron y él comenzó una revista (si así puede llamarse) mimeografiada, que llamó La Pura Verdad [The Plain Truth, en inglés]. De esos humildes comienzos, llegó a convertirse con los años en una revista moderna, a todo color y con una circulación mensual de 8,4 millones de ejemplares en siete idiomas, que llegaban a prácticamente todos los países de la Tierra. Y se ofrecía gratuitamente. Ahora la Iglesia del Dios Viviente sigue cumpliendo las instrucciones de Jesucristo a sus discípulos en Mateo 10:8: “De gracia lo recibisteis; dadlo de gracia” (Biblia de Jerusalén).

En 1952, el señor Armstrong ordenó a cinco hombres al cargo de evangelistas, entre ellos un joven de Joplin, Misuri: Roderick C. Meredith. El doctor Meredith llevaba casi 35 años de evangelista cuando falleció el señor Armstrong en enero de 1986. No habían pasado cinco años desde su muerte, cuando se le hizo evidente al doctor Meredith que el nuevo líder de la IDU la llevaba en una dirección radicalmente antibíblica. Para diciembre de 1992, era patente que la IDU había rechazado o alterado irreversiblemente todas las principales doctrinas que había restaurado Herbert W. Armstrong bajo el liderazgo de Jesucristo.

A los 62 años de edad, el doctor Meredith tuvo que decidir: Entre aceptar un cómodo retiro, o entregarse a revivir la obra restaurando las doctrinas bíblicas del cristianismo original. Eligiendo lo segundo, dio comienzo a la Iglesia de Dios Global, y más tarde a la Iglesia del Dios Viviente. El doctor Meredith siguió inmediatamente el mandato de Jesucristo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Empezó a predicar el evangelio transmitiendo por la radio semanalmente, escribiendo folletos y comenzando una revista bimestral. La continuación de la Iglesia que Jesucristo fundó, se dio en diciembre de 1992, con una reunión en su casa donde había presentes solo 19 miembros, pero no tardaron en unirse millares de miembros de la Iglesia de Dios, rechazando la apostasía y dedicándose a hacer la obra.

A la Iglesia se han integrado miembros en todo el mundo, y un buen porcentaje son personas que han llegado a conocer las verdades del cristianismo original, después de escuchar el evangelio verdadero por primera vez mediante El Mundo de Mañana.

La obra de Jesucristo no ha terminado. En la página: Quiénes somos, de nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org, leemos lo siguiente: “El Mundo de Mañana es patrocinado por la Iglesia del Dios Viviente, con congregaciones activas en Norte y Sudamérica, el Caribe, Europa, Asia, África y Australia”. Tenemos decenas de ministros que atienden a nuestras congregaciones en más de 55 países. En este momento, usted está leyendo nuestra revista principal, que se traduce del inglés al español y al francés, y también traducimos nuestros folletos para distribuirlos en afrikáans, alemán, español, francés, hindú, mandarín, neerlandés, portugués, urdu y algunos idiomas más.

El doctor Meredith estableció un Consejo de Ancianos asesor, formado por ministros de experiencia. Antes de su fallecimiento en mayo del 2017, y luego de consultar con el Consejo, me nombró para que lo sucediera en el cargo de evangelista que preside la Iglesia del Dios Viviente.

Para quienes piensen que esta es una megaiglesia, aclaramos que no lo es. La mayoría de nuestras congregaciones son pequeñas y unidas. Somos una manada pequeña, como dijo Jesús: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino” (Lucas 12:32).

Al mismo tiempo, esta es una obra mucho más grande de lo que indican los números. Muchos se preguntarán: ¿Cómo puede ser? La respuesta es que Dios ha llamado a miembros leales y dedicados, colaboradores y donantes que lo hacen posible. Además, no levantamos grandes construcciones para reunirnos como práctica general, sino que alquilamos salones para celebrar los servicios, prefiriendo emplear los recursos para predicar el evangelio por radio, televisión, internet y en publicaciones impresas.

La doctrina y el camino de vida

¿Saben ustedes, apreciados lectores, que es posible adorar a Dios en vano? Él mismo lo dice: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mateo 15:7-9). Y reprendió a la gente por decirle: “Señor”, que significa amo, sin poner en práctica sus enseñanzas: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46).

El Mundo de Mañana y la Iglesia del Dios Viviente tienen que ver con el cristianismo original, el de Jesucristo y sus apóstoles. La Iglesia del Dios Viviente cree que Jesús de Nazaret vino como Dios en la carne, y que dio su vida para salvarnos de la muerte eterna. Creemos que es nuestro Señor, nuestro Amo; así como nuestro Salvador, y que somos redimidos por la fe en su sangre derramada y salvos por su vida. Pero no convertimos la gracia de Dios en licencia para desobedecer su ley, pues Él mismo dijo: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:16). En su breve epístola, Judas, uno de los medio hermanos de Jesús, nos advierte que no caigamos en ese error:

“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 3-4).

Por eso es que la Iglesia del Dios Viviente guarda el sábado desde el ocaso del viernes hasta el ocaso del sábado; como lo hicieron Jesús, sus primeros apóstoles, el apóstol Pablo y los discípulos de la Iglesia en el primer siglo. También guardamos los siete días santos anuales ordenados en la Biblia, y no las fiestas paganas que, en forma blasfema, llevan adheridas el nombre de Jesucristo.

Apreciados lectores, ruego que piensen en esto: ¿Por qué será que el cristianismo popular rechaza los días que Jesús y sus apóstoles guardaban? ¿Y por qué el día más sagrado del cristianismo popular se celebra con símbolos de fecundidad como son los huevos y los conejos? ¿Tiene algún sentido?

La misión de la Iglesia

Nuestra misión nos la dio Jesucristo y aparece en la página: Quiénes somos, en nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org: El Mundo de Mañana proclama a las naciones del planeta las buenas noticias de la venida del Reino de Jesucristo (Mateo 24:14; Marcos 16:15), y hace sonar valientemente la trompeta de advertencia del inminente juicio de Dios, para llamar al arrepentimiento y al cambio espiritual (Mateo 24:21; Isaías 58:1; Ezequiel 33).

Algunos se preguntarán qué tiene de diferente nuestra proclamación de las buenas noticias de la venida del Reino de Jesucristo. Quizá piensen: ¿No es eso lo que hacen todas las iglesias? Lamentablemente, no.

La palabra “evangelio” significa “buenas noticias”. Pablo advirtió a los hermanos en Corinto que no toleraran maestros que enseñaran otro evangelio, e incluso un Jesús falso: “Si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis” (2 Corintios 11:4).

Unos versículos más adelante, Pablo se refiere a esos falsos maestros como ministros de Satanás: “Estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (vs. 13-15).

La Iglesia del Dios Viviente enseña exactamente el mismo mensaje que proclamó Jesús durante sus tres años y medio de ministerio: Un Reino o gobierno venidero que regirá a este atribulado planeta. Al leer Mateo, Marcos, Lucas y Juan; observamos cuántas veces se refirió Jesús al Reino de Dios. Veremos que Mateo utiliza la expresión “Reino de los Cielos” mientras que los otros dicen “Reino de Dios”. No hay que confundirse. El Cielo es el lugar donde mora Dios y por lo tanto, el Reino de Dios pertenece a Dios, o sea, es el Reino de Él. No es un Reino de Dios en el Cielo. “De” aquí indica posesión, no lugar.

La Iglesia del Dios Viviente no desatiende la profecía bíblica. Jesús explicó a sus discípulos que si no regresaba para suspender la locura de la humanidad, el género humano se extinguiría: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:21-22).

Dios declara que nos tendrá por responsables si nos abstenemos de advertir a nuestro prójimo. Leámoslo: “Libra a los que son llevados a la muerte; salva a los que están en peligro de muerte. Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, Él lo conocerá, y dará al hombre según sus obras” (Proverbios 24:11-12).

Alimentación de la manada

La Iglesia del Dios Viviente rechaza el cristianismo paganizado, y sigue el ejemplo que nos dio el Salvador cuando estuvo en la Tierra. La misión de la Iglesia del Dios Viviente es proclamar el verdadero evangelio de Jesucristo, y anunciar al mundo lo que sin duda ocurrirá si no cambiamos de rumbo. Otra faceta de nuestra misión es alimentar a la manada pequeña que Dios está llamando. Para hacerlo, tenemos cientos de congregaciones en el mundo, con asistencia que va de menos de 10 a más de 300. Muchas son de tamaño mediano, con 50 a 125 asistentes.

Además de reuniones todos los sábados, también nos reunimos en los días de Fiesta anuales, como se indica en los dos Testamentos: Antiguo y Nuevo. Guardamos la Pascua como lo hizo Jesús la noche en que fue traicionado. “Les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que padezca!” (Lucas 22:15). En nuestras reuniones de los sábados semanales y anuales, los miembros traen su Biblia y muchos toman apuntes. En los servicios generalmente se cantan himnos y se presenta un mensaje breve, seguido de anuncios y del mensaje principal.

Para servir a los jóvenes, la Iglesia del Dios Viviente ofrece campamentos de verano en Norte y Sudamérica, Australasia, África, Europa y las Filipinas. El año pasado, un grupo de nuestros adolescentes, adultos jóvenes y sus chaperones tuvieron la oportunidad de su vida al realizar una excursión de una semana por la espectacular región de Eagle Cap Wilderness, en el Estado de Oregón, Estados Unidos. Para este año se ha planeado una expedición de canotaje en el parque Nacional Voyageurs, Estado de Minesota, así como campamentos infantiles en Misuri, Texas y Virginia Occidental; campamento juvenil de dos semanas en Texas y un campamento infantil en Bélgica, entre otros.

Otros programas que nos ayudan a “alimentar la manada” son retiros espirituales para adultos jóvenes, clubes de oratoria para varones y un programa presencial de nueve meses, llamado: Educación Viviente, para adultos jóvenes que sean miembros y que tengan interés en una formación en temas bíblicos a un nivel universitario. Cada año se invita a algunos adultos jóvenes de Educación Viviente a trabajar un verano en Tailandia, donde enseñan inglés a los niños, conocen a nuestros miembros allá y visitan diferentes partes del país.

La decisión de seguir el camino de Dios

Tanto en los servicios de sábado como en los campamentos de verano, los retiros de fin de semana, los programas de Educación Viviente, las conferencias para nuestros suscriptores y los proyectos internacionales, giran siempre en torno a restaurar el camino de vida que enseñaron Jesucristo y sus discípulos en la Iglesia primitiva.

Hemos visto que muchas personas preguntan sobre nuestros servicios religiosos… pero también que muchas se abstienen de asistir por temor a lo desconocido. Por eso les digo enfáticamente: Nada de lo que ofrece este mundo se puede comparar con las alegrías de este camino de vida. Nuestros miembros son amigables y realmente formamos una gran familia. No somos miembros aislados que conocen únicamente a los de su congregación local. Con frecuencia juntamos congregaciones en los días de Fiesta, hacemos reuniones de familias los fines de semana, y visitamos otras congregaciones de la Iglesia del Dios Viviente. Muchos miembros viajan cada año a otros países para guardar los ocho días de la Fiesta de los Tabernáculos y el Último Gran Día.

Si desean saber más sobre cómo guardar el sábado y las Fiestas anuales, o acerca del bautismo o cómo asistir a los servicios religiosos con una congregación de la Iglesia del Dios Viviente, basta hacérnoslo saber, ya sea llamando o escribiendo. La información de contacto se encuentra en la página 2 de esta revista, o también puede visitarnos en línea en nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org. ¡Quedan cordialmente invitados a comunicarse con nosotros! MM

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