El rostro del diablo en los billetes de Canadá | El Mundo de Mañana

El rostro del diablo en los billetes de Canadá

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Yousuf Karsh, un armenio canadiense, fue uno de los retratistas más destacados del siglo 20. En 1951, tuvo la oportunidad de fotografiar a una bella joven princesa, heredera del trono británico. El retrato oficial de la princesa Isabel se llevó a cabo seis meses antes de que la muerte de su padre, el rey Jorge VI, la catapultara al trono de Inglaterra y, por ende, de Canadá. Karsh no imaginaba que, al asumir esta sencilla pero prestigiosa tarea, se vería envuelto en una ola de especulaciones y controversias.

Tras la ascensión de Isabel II al trono, el Banco de Canadá comenzó a actualizar la moneda nacional. Se eligió una serie de paisajes canadienses de impresionante belleza para el reverso de los nuevos billetes, y el retrato de Karsh para el anverso. Sin embargo, había un problema: La tiara de diamantes que adornaba la cabeza de la entonces reina. Dado que el retrato de Karsh ya figuraba en la estampilla de correos canadiense de dos centavos, se decidió retirar la tiara e invertir la imagen para distinguir los billetes de las estampillas.

Bridgen’s Limited, una firma de artes gráficas de Toronto, retocó el negativo fotográfico del retrato original para retirar el tocado e invertir la imagen de la Reina. El Banco de Canadá encargó a la British American Bank Note Company el grabado del anverso de los billetes. El maestro grabador George Gundersen se encargó de reproducir el retrato modificado de Karsh en troqueles de acero. El Banco de Canadá dio la aprobación final a la nueva serie de billetes, y dos compañías, la American Bank Note Company y la Canadian Bank Note Company, comenzaron a producir el papel moneda a principios de 1954. En otoño de ese mismo año, los nuevos billetes se lanzaron oficialmente al público canadiense.

¿El diablo en un detalle?

No tardaron en circular los nuevos billetes cuando se detectó algo desconcertante. Entre los rizos del cabello de la Reina, cerca de la oreja, se encontraba lo que algunos interpretaron como el rostro sonriente de un demonio. Este increíble descubrimiento fue comentado en periódicos de todo el Canadá e incluso internacionalmente.

En la década de 1950, la Segunda Guerra Mundial estaba muy presente en la mente de la mayoría. Había terminado hacía menos de un decenio y había sido una época de terrible agitación e intriga global. Gran parte del mundo estaba hipersensible a cualquier interpretación de subterfugio político. Y los medios de difusión, como en la actualidad, se aferraban a cualquier noticia que pudiera ser sensacionalista. Como en el presente, se hablaba de conspiraciones, que suelen implicar motivos nefastos.

Las teorías conspirativas pueden ser cautivadoras, ya que intentan proporcionar un marco para comprender situaciones ambiguas, confusas y emotivas de nuestro mundo, que aparentemente desafían la normalidad. Pretenden aclarar lo que parece confuso al revelar la verdad que consideran real. Internet y las redes sociales facilitan la creación y difusión de conspiraciones. Sin embargo, como nos lo recuerda el caso de los billetes con el rostro del diablo, las conspiraciones no vienen a ser un fenómeno nuevo, vinculado a los medios de difusión modernos.

Pero, ¿a quién responsabilizarían los teóricos de la conspiración de un ataque tan atroz contra la monarquía británica? Abundaban las teorías conspirativas al respecto. Podrían ser antimonárquicos, satanistas, infiltrados extranjeros o las tres cosas a la vez. ¿Acaso los conspiradores trabajaban dentro del gobierno canadiense? ¿Sería el Banco de Canadá, la Bridgen's Limited o la British American Bank Note Company, para enviar un mensaje sutil, o quizás manifiesto? ¿Estaría dirigido ese mensaje al público canadiense o a la monarquía británica?

Una comparación entre el retrato original de Karsh y el grabado de Gundersen muestra una réplica notable, lo que demuestra la impresionante habilidad de Gunderson. El retoque del negativo realizado por Bridgen's Limited no abarcó, junto a la oreja izquierda, la controvertida zona del cabello de la Reina. Si se tratara de una conspiración, tendría que haber involucrado a la propia modelo, o al menos a la persona que la peinó el día que se tomó la fotografía.

Entonces, ¿fue el billete del rostro del diablo una conspiración? ¡No! El alboroto fue pura tontería, una respuesta exagerada e irracional a una mera coincidencia que, podría haber desembocado en una peligrosa situación política. Ni conspiración ni fraude.

El Banco de Canadá inició trabajos para modificar el grabado, y los reflejos ofensivos del cabello de la Reina se ajustaron y oscurecieron ligeramente, solucionando así el problema. Los impresores comenzaron a utilizar troqueles modificados para producir billetes más aceptables, que aún conservaban el año 1954. Hoy en día, los billetes de 1954 sin modificar, son muy apreciados por los coleccionistas, y los billetes que no circularon suelen valorarse en subastas muy por encima de su valor nominal.

Solución a los engaños de Satanás

¿Qué podemos aprender de la controversia del rostro del diablo? Sobre todo, debemos usar la perspectiva de la Palabra de Dios, para orientar nuestra percepción de toda la demás información. Satanás, no Dios, es el autor de la confusión, ¡y es un maestro de la distracción! Donde abunden el caos y la intriga, podemos estar seguros de que Satanás, con sus artimañas, estará involucrado; creando distracciones, exaltando las emociones y fomentando la división. Si no conocemos todos los hechos y los consideramos desde la perspectiva de la verdad bíblica, podemos fácilmente llegar a conclusiones erróneas. Dios advirtió por medio del profeta Isaías, inspirado para que se registrara en las Escrituras: “No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo” (Isaías 8:12).

Satanás es muy perspicaz y extremadamente astuto. Sabe cómo distraer nuestra atención y crear confusión. Puede hacernos ver claramente lo que claramente no existe. Debemos estar atentos a las artimañas de Satanás para evitar caer en la insensatez. Pero hay mucho más por hacer que simplemente protegernos de Satanás. Para ayudarnos a discernir la verdad de las mentiras, el mensaje del Eterno a Isaías, y a nosotros, es tener a Dios presente en nuestra vida: “Al Eterno de los ejércitos, a Él santificad; sea Él vuestro temor, y Él sea vuestro miedo” (v. 13).

Debemos aprender a reverenciar a Dios, obedeciéndole y honrándolo por encima de todo. Cuando quitamos nuestra atención de las situaciones ambiguas, confusas y emocionalmente perjudiciales de este mundo y la centramos en Dios, seremos recompensados con paz y seguridad, como leemos en Proverbios 14:26-27: “En el temor del Eterno está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos. El temor del Eterno es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte”.

Existe un campo minado de conspiraciones e intrigas en este mundo. La mayoría son meras artimañas del diablo, diseñadas para confundirnos y distraer nuestra atención. Cuando nos centramos en Dios y su Reino, su Palabra nos guiará a discernir la verdad ante la mentira y el error: “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).

Para aprender más sobre cómo Satanás engaña a la gran mayoría de la gente en nuestro mundo actual, le ofrecemos nuestro poderoso folleto de estudio bíblico: El falso cristianismo, un engaño satánico. Puede solicitarlo gratuitamente o leerlo directamente ingresando a nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org. Satanás es, sin duda, un falsificador, pero opera de tantas maneras que pocos las reconocen hoy en día. [MM]

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