Australia clama bajo el agua | El Mundo de Mañana

Australia clama bajo el agua

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En Australia durante los últimos años las inundaciones e incendios han alcanzado niveles sin precedentes. ¿Habrá una explicación bíblica?

Con frecuencia hemos oído decir que los caminos de Dios son inescrutables. Y no hay que buscar muy lejos para encontrar fenómenos que lo demuestran. Un ejemplo son las dificultades que ha padecido Australia por el clima.

Esta Isla continente viene experimentando inundaciones repentinas desde el 2022, especialmente en las regiones orientales, situadas entre el oeste de la gran cordillera Divisoria y el Sur del país. Se han perdido vidas, miles de viviendas, y propiedades comerciales han sufrido daños o destrucción; la infraestructura esencial, como la electricidad y el agua, ha tenido interrupciones, y se han rebasado los sistemas de alcantarillado, así como plantas de tratamiento de agua. Además, se pronostica para el verano que viene la continuación de las lluvias, por lo menos hasta un ciclo más de la Niña.

El costo de la catástrofe

Los anteriores fenómenos han dejado a los residentes tratando de reconstruir su vida deshecha. Han recibido alguna ayuda económica con la asistencia del gobierno y los pagos de seguros, pero esto apenas alcanza para reducir la carga. Para muchos, ha sido muy poco y muy tarde, especialmente en las comunidades rurales. Una encuesta de la industria de seguros informó: “Solo en Nueva Gales del Sur se clasificaron como inhabitables más de 4.000 propiedades, más de 10.000 sufrieron daños y más de 8.000 quedaron inundadas. En la comarca de Tweed, las inundaciones dejaron daños en las vías por valor de $80 millones, en Lismore el 90 por ciento de los 1200 kilómetros de la red vial sufrió daños graves y extensos, cuya restauración y reparación costaría entre $150 y $200 millones, según estimación del concejo municipal” (The McKell Institute, Septiembre del 2022).

La agricultura ha sido muy afectada. “Las inundaciones causaron estragos al ganado, los cultivos y la maquinaria: James Jackson, presidente de los Agricultores de Nueva Gales del Sur, dijo que preveía la aparición de presiones inflacionarias a raíz de las continuas inundaciones. En Queensland, más de 2.250 productores fueron afectados en 17 comarcas, con pérdidas estimadas en más de $250 millones. La pérdida de cultivos o de la capacidad para manejarlos tiene repercusiones en toda la nación. Al interrumpirse la cadena de suministros por los daños en los cultivos y la infraestructura, la producción se desplazó, con la consiguiente reducción de la producción y de los ingresos regionales”.

Es difícil cuantificar los costos tangibles, pero los reclamos de seguros dan una idea: “En el curso de las inundaciones y tormentas que azotaron la costa Oriental de Australia, se presentaron más de 230.000 reclamos de seguros. El Consejo de Aseguradoras de Australia estimó en $5.275 miles de millones el monto de las pérdidas aseguradas, y ha encontrado que las inundaciones han sido las más costosas en la historia del país, y entre todos los desastres el segundo más costoso. En los primeros tres meses, los reclamos por seguros distintos al seguro de vida aumentaron en 18,6 por ciento, lo que refleja los $2.800 mil millones pagados por causa de las inundaciones y tormentas. Los reclamos por seguros distintos del seguro de vida han llegado a una cifra sin precedentes: superiores en $584 millones a los del 2020 motivados por los incendios forestales”.

Las cifras anteriores corresponden únicamente a las pérdidas inmediatas, pero no tienen en cuenta los costos continuos o futuros, por ejemplo, el impacto producido por la pérdida de cultivos. “El índice nacional de precios de consumo para frutas y hortalizas aumentó en 5,8 por ciento en los meses de abril a junio, comparado con el 1,8 por ciento para todos los bienes y servicios. Esta diferencia en los precios, que se debió, según indica la Oficina Australiana de Estadísticas, a la pérdida de cultivos por inundaciones, dio como resultado que los hogares del país están pagando más por esos productos. El costo medio de frutas y hortalizas en Australia tuvo un alza brusca del 4 por ciento en un trimestre, lo que redundó en una carga adicional de $153 millones para los hogares australianos”. Un análisis cuidadoso revela que, las inundaciones en sí constituyen solo el epicentro o catalizador de toda una cascada de sucesos, que se ramifican a partir del desastre, y continúan afectando a la nación mucho después de que las aguas desciendan a su nivel normal.

No olvidemos tampoco los efectos intangibles: el dolor emocional por la pérdida de seres queridos, ingresos y medios de sustento; la depresión agravada por el aislamiento y el desplazamiento prolongado, y los trastornos de ansiedad desencadenados por la tensión de todo lo anterior.

Se ve claramente que Dios sí actúa de maneras “insondables”; con una llamada de atención sin precedentes a los australianos, que, al empezar a reconocer la índole extraordinaria de estos desastres naturales y sus efectos, se preguntan por qué ocurren y qué los impulsa. Buscan respuestas y desean acción. Aunque la gran mayoría de los australianos se negaría a reconocer que un Dios omnipotente dirige los fenómenos meteorológicos, es innegable para prácticamente todos que los desastres climáticos sin precedentes se están convirtiendo en “lo normal”, sean sequías abrasadoras y prolongadas, incendios forestales destructores o inundaciones extremas.

El costo de rechazar a Dios

¿Cómo explicar las causas de fenómenos como estos? Los lectores habituales de esta revista saben que esto no es un misterio. Los estudiosos de la Biblia saben y comprenden que hay un Dios omnipotente que gobierna desde las alturas de los Cielos, y que interviene plenamente en la dirección de lo que sucede abajo en el planeta Tierra. Los Salmos describen así la omnipotencia de Dios: “Abriste la fuente y el río; secaste ríos impetuosos. Tuyo es el día, tuya también es la noche. Tú estableciste la Luna y el Sol. Tú fijaste todos los términos de la Tierra; el verano y el invierno tú los formaste. Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado al Eterno” (Salmos 74:15-18).

¿Ha blasfemado Australia el nombre de Dios? ¡Sin ninguna duda! Consideremos el apodo que los australianos han adoptado para su país: “País con Suerte”. Un nombre así atribuye al azar ciego las bendiciones maravillosas que el país les ofrece: un medio sin igual para vivir, dada su extraordinaria riqueza mineral y agrícola, la cual facilita un estilo de vida increíble, que es la envidia de la mayor parte de las naciones. ¿Acaso esto se debe a la simple suerte? Solo el más recalcitrante de los ateos o materialistas haría tal aseveración. Dios ha bendecido a Australia y sus ciudadanos en gran manera, no obstante la ingratitud de ellos y su falta de reconocimiento de Dios y su generosidad y misericordia. A pesar de las bendiciones que les ha hecho bajar sobre el país, y a pesar del increíble período de paz que ha vivido: una sola vez ha tenido que rechazar una fuerza invasora y ese choque bien podría describirse como una escaramuza; pocos son los que reconocen a Dios y su autoridad.

Esta rebeldía contra Dios, y desprecio por su autoridad en la vida, no puede menos que traer consecuencias… y las traerá. Veamos el siguiente pasaje de Job:

“¿No está Dios en la altura de los Cielos? Mira lo encumbrado de las estrellas, cuán elevadas están. Y dirás tú: ¿Qué sabe Dios? ¿Cómo juzgará a través de la oscuridad? Las nubes le rodearon, y no ve; y por el circuito del Cielo se pasea. ¿Quieres tú seguir la senda antigua que pisaron los hombres perversos, los cuales fueron cortados antes de tiempo, cuyo fundamento fue como un río derramado? Decían a Dios: Apártate de nosotros. ¿Y qué les había hecho el Omnipotente?” (Job 22:12-17).

Los australianos deberían temer. Hablando por medio de Salomón, Dios dice: “Para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él” (Eclesiastés 8:6). Si una nación como Australia, bendecida por Dios, se niega a reconocerlo y adopta una actitud que equivale a decir: “Apártate de nosotros”. ¿Qué puede esperar? Si va más allá abandonando las leyes justas y virtualmente diciendo: “¿Qué puede hacernos el Todopoderoso?” Nadie debería sorprenderse si Dios interviene, y le hace a la nación una llamada de advertencia.

En nuestra sociedad llamada moderna y progresista, las naciones occidentales aplauden el mal. Ven el aborto como un derecho de la mujer, y los sistemas educativos y legales atacan la unidad familiar bíblica apoyados por todos los medios de difusión, decididos a deshacer el papel del hombre y la mujer como Dios lo creó y ordenó. La justicia se ausenta mientras los criminales, tanto individuos como empresas, evaden la responsabilidad por sus delitos. Este es apenas un breve resumen en lo que se ha convertido la sociedad australiana.

Dios da las bendiciones o las quita

Los estudiosos de la Biblia entienden que, hay consecuencias cuando una nación rechaza a Dios, y menosprecia sus bendiciones. Cuando el Dios omnipotente así lo decide, puede quitar las bendiciones tan fácilmente como las dio. Además, los estudiosos de la profecía bíblica reconocen que los fenómenos meteorológicos extremos, son solo precursores de lo que les espera a las naciones que rehúsen escuchar las advertencias que Dios envía. ¿Escucharán los australianos? ¿Harán caso de este llamado a despertarse? La respuesta, tristemente, parece ser que no. Como pueblo, los australianos no están escuchando. Es más: no parecen tomar en cuenta para nada a Dios y sus siervos. En consecuencia, la nación puede prever que las cosas empeorarán antes de mejorar.

La gran noticia es que las cosas van a mejorar, si bien el pueblo australiano aún tiene que aprender las lecciones que Dios se propone enseñar. Hablando a nuestra generación y nuestro tiempo, el Dios todopoderoso pronunció la siguiente profecía por medio de Moisés:

“Cuando hayáis engendrado hijos y nietos, y hayáis envejecido en la Tierra, si os corrompiereis e hiciereis escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis lo malo ante los ojos del Eterno vuestro Dios, para enojarlo; yo pongo hoy por testigos al Cielo y a la Tierra, que pronto pereceréis totalmente de la tierra hacia la cual pasáis el Jordán para tomar posesión de ella; no estaréis en ella largos días sin que seáis destruidos. Y el Eterno os esparcirá entre los pueblos, y quedaréis pocos en número entre las naciones a las cuales os llevará el Eterno. Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. Mas si desde allí buscares al Eterno tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma. Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días te volvieres al Eterno tu Dios, y oyeres su voz; porque Dios misericordioso es el Eterno tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres” (Deuteronomio 4:25-31).

Dios no abandonará a los australianos, ni a las demás naciones y pueblos descendientes de Efraín y Manasés, en lo que llama “los postreros días”. Lamentablemente, las mayorías en nuestra generación harán caso omiso de las intervenciones divinas, y eso traerá su ira sobre las naciones. Pero las inundaciones y demás desastres no durarán eternamente. Pronto llegará el momento cuando Dios enviará a Jesucristo de regreso al planeta Tierra, y todas las naciones, antes rebeldes, conocerán la paz y la seguridad como nunca antes. Entonces la sociedad que todos anhelamos será una gloriosa realidad duradera.