Transformación de Alemania | El Mundo de Mañana

Transformación de Alemania

Díganos lo que piensa de este artículo

El regreso de Alemania entre las principales potencias mundiales, da la impresión de ofrecer soluciones; pero terminará en lo que la Biblia describe como un tiempo de “gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo” (Mateo 24:21). ¿Qué tiene que ver el futuro de Alemania con la profecía?

“Mantener fuera a la Unión Soviética, dentro a los estadounidenses y abajo a los alemanes”. Este conciso resumen del propósito de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, lo presentó lord Hastings Ismay, primer secretario general de la OTAN, quien fue nombrado poco después de la Segunda Guerra Mundial (WashingtonPost.com, 8 de abril del 2022). Muy pocos recuerdan a lord Ismay, mucho menos su histórico comentario, pero hay quienes lo rememoran ahora, unos 70 años después, a la luz de la invasión rusa de Ucrania.

Con el fin de la Guerra Fría, en fecha que generalmente se señala como el 16 de diciembre de 1991, la razón de ser de la OTAN como alianza militar ha sufrido duras pruebas. Más de un presidente de Estados Unidos ha pedido que Alemania, y otros Estados europeos, cumplan con su obligación de dedicar el 2 por ciento del PIB a gastos de defensa. El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, llegó al extremo de amenazar con retirarse de la alianza si no lo hacían. ¿Por qué Estados Unidos es quien siempre tiene que pagar? ¿Y por qué Estados Unidos debería preocuparse más por los niños de Europa que la propia Europa?

Vladimir Putin cambió esto de la noche a la mañana. De pronto la alianza, escenario de desacuerdos y entidad que poco a poco perdía su razón de ser, mostró un cambio: Los Estados deponían sus diferencias, para asegurarse de que Rusia se mantuviera fuera. Estados Unidos dejó de alejarse de los acuerdos europeos sobre defensa. Y entretanto se fue perdiendo una tercera parte de la ecuación de lord Ismay: “Mantener abajo a los alemanes”.

¡Cómo ha cambiado Alemania desde la Segunda Guerra Mundial! La verdad es que desde hace más de 70 años, ha sido una de las democracias más estables del mundo. Su economía es fuerte y bien ordenada, el país ha desempeñado un papel principal en los esfuerzos por salvar al mundo del cambio climático; y ha evitado caer en conflictos militares. Alemania ya no es el mismo país que invadió a sus vecinos dos veces, y que desató dos guerras mundiales en el siglo veinte. Alemania es un pueblo trabajador, alegre y fiscalmente responsable.

Entonces, ¿cuál es el problema? Después de 70 años de buen comportamiento, ¿acaso Alemania no se ha reformado? ¿Aún no es digna de confianza? ¿O hay algo en el ADN alemán que debemos tener en cuenta? ¿Qué pensarían hoy lord Ismay o Winston Churchill, quien instaló a Ismay como primer secretario general de la OTAN? Probablemente no serían tan ingenuos como parecen ser las generaciones de la posguerra.

Es quizá comprensible que la generación actual no sepa de historia. Esa materia fue reemplazada hace decenios por estudios sociales, y ahora se ha transformado en un plan de estudios revisionista promovido en muchas de las escuelas. Está derribando monumentos, reescribiendo la historia y dejando a la sociedad a la deriva. Las lecciones geopolíticas del pasado han quedado en el olvido.

Hay que admirar la transformación de Alemania. De las cenizas de la Alemania nazi, del Tercer Reich de Adolfo Hitler, y de los escombros que dejó su derrota en la guerra; se ha levantado para ocupar el cuarto lugar entre las economías del mundo. Solo Estados Unidos, China y Japón son mayores. No deja de ser interesante que Alemania y Japón, dos perdedores de la guerra, ocupen el tercero y el cuarto lugar en la lista de gigantes económicos.

¿Quién es este pueblo extraordinario situado en el corazón de Europa? El pasado de Alemania no siempre ha sido oscuro. El doctor Douglas Winnail, del cuerpo de redacción de El Mundo de Mañana, escribió lo siguiente en su penetrante artículo: ¿Un cuarto Reich?:

“La mayor parte de los eruditos reconocen que ‘Alemania es uno de los grandes centros culturales de Europa y que los logros alemanes en arquitectura, música, literatura y filosofía se cuentan entre los hitos de la civilización’ (Los nuevos alemanes, Radice). Los grandes compositores, Bach, Beethoven y Richard Strauss fueron alemanes. Johannes Gutenberg imprimió el primer libro con letras de tipo móvil en Maguncia alrededor del año 1456…. En el ámbito académico, ‘desde la Astronomía hasta la Zoología, los alemanes no solamente han promovido sino que prácticamente han definido las ciencias naturales’ (Schoenbaum, pág. 11). Los productos de ingeniería alemana son sinónimo de precisión y calidad en todo el mundo. El aporte de Alemania al desarrollo de la civilización occidental ¡ha sido algo casi sin igual!”

Pero Alemania, como la mayoría de las principales naciones, también tiene su lado oscuro. El Mundo de Mañana lleva decenios proclamando que Alemania surgirá para convertirse en una potencia económica y militar, la cual, junto con sus aliados, será una fuerza importante, aparte de la actual alianza con la OTAN.

¿Cómo podemos saberlo? La respuesta se halla en la profecía bíblica, pero si la gente en su mayoría ignora la historia, con más razón ignora lo que hay en la Biblia sobre el pasado y el futuro.

Una breve lección de historia

En el corazón de gran parte de la Biblia está la historia de un hombre, Abraham, y de sus descendientes. Su vida fue llena de fe, confiaba tanto en Dios hasta el punto de que, cuando Dios se lo pidió, estuvo dispuesto a ofrecer a su hijo Isaac, que había nacido milagrosamente. Dios lo probó, pero no era su propósito que sacrificara a su hijo, y ahora continúa siendo un símbolo profético de Dios el Padre, quien ofreció a su Hijo Jesucristo, nacido milagrosamente, con el fin de pagar la pena por nuestros pecados (ver Génesis 22:1-19; Juan 3:16).

Como resultado de la fe de Abraham, Dios le hizo grandes y preciosas promesas, para él y para sus descendientes. En la actualidad esas promesas todavía se vienen cumpliendo.

El nieto de Abraham fue Jacob, cuyo nombre fue cambiado por Israel. Jacob tuvo doce hijos varones que crecieron y formaron doce tribus, cada una con decenas de miles de descendientes y, con el tiempo, centenares de millones. Los lectores de la Biblia, aun quienes la abren con poca frecuencia, saben que la familia de Israel terminó esclavizada en Egipto, y que Dios la liberó valiéndose del liderazgo de Moisés y Aarón. Caminaron por el desierto 40 años, hasta que recibieron un territorio mucho más amplio de lo que ocupa en la actualidad la nación de Israel.

Además de lo anterior, muchos estudiosos de la Biblia han leído diferentes historias como las de Sansón, Rut, David y Goliat, el rey Salomón, la reina Ester, Daniel con sus tres amigos, Sadrac, Mesac y Abed-nego. También saben, claro está, sobre Jesús y algunos de sus discípulos, los apóstoles Pedro, Juan, Tomás, el que dudó, y Pablo. ¿Y quién no ha escuchado sobre Judas Iscariote, quien traicionó a Jesucristo? Pero pocos entienden la continuidad de las Escrituras e incluso la historia más básica de esas personas. Pero como causa de lo que ignoran, no comprenden la profecía bíblica ni el proceso del cumplimiento actual.

Con el tiempo, las doce tribus de Israel se dividieron en dos naciones: la casa de Israel y la casa de Judá. Esto se encuentra en 1 Reyes 12. Quien no conozca el relato histórico hará bien en leerlo.

El resto de los capítulos de los dos libros de los Reyes, junto con la mayor parte de los dos libros de las Crónicas, narran las historias de estas dos naciones, incluidas las guerras entre ellas. La casa de Israel, compuesta de diez tribus, empezó mal y continuó mal. A causa de sus pecados, fue derrotada entre los años 740 y 720 a.C. por los asirios, pueblo guerrero muy organizado que la llevó en cautiverio.

Unos 130 años más tarde, la casa de Judá también fue llevada en cautiverio en manos de los babilonios, al sur de los asirios. Estas dos naciones, la casa de Israel y la casa de Judá, jamás volvieron a unirse, y no serán reunificadas hasta el regreso de Jesucristo. Esto se desprende claramente de la historia y de las profecías bíblicas.

Por ejemplo, Dios le dijo al profeta Ezequiel: “Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros” (Ezequiel 37:16-17). En el futuro Dios los unirá, ya que las dos naciones están destinadas a ser una. Pero, ¿cuándo?

“Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre. Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y sabrán las naciones que yo el Eterno santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre” (Ezequiel 37:25-28).

Cuando Ezequiel escribió por inspiración divina, el rey David de Israel llevaba muchos años muerto y sepultado. El santuario de Dios no está ahora “en medio de ellos para siempre”. Jesús no unió a las dos naciones cuando estuvo en la Tierra, y la historia muestra que esa unificación todavía no ha ocurrido. La profecía citada corresponde al futuro. Esto significa que la casa de Israel y la casa de Judá se encuentran ahora en algún lugar de la Tierra, y que seguirán existiendo cuando los muertos en Cristo sean resucitados a su regreso para establecer el Reino.

¿Por qué es importante saber?

¿Qué importancia tiene todo esto? ¿Cuál es la relación con la invasión rusa de Ucrania? ¿Qué tiene que ver Alemania con todo lo demás? ¿Y qué tiene que ver con nosotros?

La mayoría de las personas no entienden la profecía bíblica porque carecen de las claves esenciales para entender las profecías. Esas claves consisten en conocer la identidad actual de las antiguas naciones que menciona la Biblia. La mayoría supone que todas las profecías sobre Israel se aplican a los judíos. ¡Este es un gran error!

Por medio de los judíos vendría el Mesías, pero las bendiciones de la primogenitura descritas en los primeros cinco libros de la Biblia pertenecen a la tribu de José. Leamos un pasaje que aclara el punto en 1 Crónicas 5:1-2:

“Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito; bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José)”.

Por inspiración de Dios, el anciano Israel adoptó a los hijos de José, llamados Efraín y Manasés, y les transmitió su nombre (Génesis 48:5-6, 15-16). Estos fueron los que recibieron las bendiciones de la primogenitura: llegar a ser una multitud de naciones (o mancomunidad), y convertirse en una gran nación (Génesis 35:10-11; 48:18-19). Las diez tribus conocidas como la casa de Israel, encabezadas por Efraín y Manasés como hijos de José, y herederos de la primogenitura, fueron llevadas en cautiverio por el Imperio Asirio. ¿Quiénes eran los asirios, y qué ocurrió con ellos?

El artículo: ¿Un cuarto Reich? del doctor Douglas Winnail (que ofrecemos como reimpresión en nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org), demuestra que la actual Alemania desciende nada menos que de la antigua Asiria. Y tal como lo explicó Dios por medio de su profeta Isaías, se vale de los asirios para castigar a Israel por su desobediencia. Asiria es la vara en la mano de Dios:

“Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. Le mandaré contra una nación pérfida [Israel], y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles” (Isaías 10:5-6).

¿Acaso se daban cuenta los antiguos asirios de que Dios los usaba para castigar a Israel? No se daban cuenta… y tampoco se darán cuenta de la mano de Dios en el futuro. “Aunque Él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas” (Isaías 10:7). Asiria llevó a la casa idólatra de Israel en cautiverio alrededor del año 720 a.C., y dos veces en el siglo veinte Dios se sirvió de la Asiria moderna para castigar y advertir a las naciones de Israel que se arrepintieran y volvieran a Él.

Pero en vez de arrepentirse, su conducta ha empeorado. Aunque Dios tuvo misericordia de los descendientes de Israel, concediéndoles la victoria en ambas guerras mundiales, el costo fue terrible. Pero Él no libró de culpa el hacha que utilizó: los descendientes de Asiria también sufrieron por sus transgresiones (Isaías 10:15-19).

Muchas veces la profecía bíblica es dual: hay un cumplimiento anterior y otro en los tiempos del fin. Una lectura atenta del capítulo citado muestra que sus declaraciones proféticas tendrán un cumplimiento futuro: ¡La casa de Israel caerá en cautiverio de nuevo!

Al invadir Ucrania, Vladimir Putin ha hecho lo que no ha podido hacer ningún presidente estadounidense: transformar a Alemania, haciéndola contemplar su necesidad de rearmarse. Otra cosa que ha hecho es mantener a Estados Unidos en la alianza por ahora. Juntos, Estados Unidos, Alemania y los demás países de la OTAN, seguramente mantendrán fuera a Rusia. Pero Alemania no se mantendrá abajo.

El tercer elemento en la fórmula de Ismay no sobrevivirá a la presente crisis. Alemania ya no está abajo; al contrario: es el eje mismo de la resistencia a Putin, lanzada a este lugar prominente por la convergencia de varios factores: su riqueza, su geografía y su arraigado temor a lo peor de sí misma (“Después de 77 años impávida, Alemania es crucial para la resistencia fascista”, WashingtonPost.com, 8 de abril del 2022).

Veamos el informe de National Public Radio sobre el cambio repentino en el pensamiento alemán:

“El anuncio vino tres días después de que Rusia se lanzara en su invasión a Ucrania, solo unos pocos legisladores habían sido informados sobre lo que iba a decir el canciller Olaf Scholz: que Alemania invertiría cien mil millones de euros en su asediado ejército, poniéndolo en camino de convertirse en las fuerzas armadas más poderosas de Europa.

Scholz agregó que en adelante, Alemania invertirá más del 2% de su producto interno bruto en sus fuerzas armadas. Según datos reunidos por la OTAN, probablemente el año pasado solo invirtió el 1,53% de su PIB en defensa.

El Parlamento de Alemania estalló en una rara ovación de pie, un estruendo que llenó la cámara principal del Reichstag, un edificio cuya destrucción y renacimiento estuvieron en el centro de los horrores de la última guerra mundial. Ahora fue testigo nuevamente de lo que llaman los alemanes un Zeitenwende: un punto sin retorno” (Con guerra en su umbral, Alemania planea un gran refortalecimiento militar, NPR.org, 22 de marzo del 2022).

No se levanta un ejército de la noche a la mañana, pero consideremos lo siguiente: Adolfo Hitler fue nombrado canciller el 30 de enero de 1933. Seis años y siete meses después, sus ejércitos invadieron Polonia. ¿Cuánto tardará en reconstruirse el ejército alemán? No se sabe con seguridad, y dependerá de varios factores, pero el Times de Israel cita las siguientes palabras de Marcus Faber, especialista en defensa y legislador del partido liberal FDP: “Tomará ‘hasta ocho años’ llevar todos los equipos del ejército a los estándares modernos” (Cómo Alemania, sacudida por la invasión rusa de Ucrania, planea reconstruir su ejército, TimesOfIsrael.com, 29 de marzo del 2022).

Hay muchas cosas inciertas, pero también hay mucho en movimiento: “Alemania ya anunció que reemplazará los antiguos cazas Tornado, por una nueva flota de cazas furtivos F-35 estadounidenses y de Eurofighters, que cuestan alrededor de 100 millones de euros cada uno” (TimesOfIsrael.com). La reconstrucción de un ejército requiere más que inversiones monetarias. El personal, el entrenamiento y los aviones para transportar hombres y provisiones son menos llamativos que los sistemas de armas costosas. Y los alemanes no están pensando emprender la ofensiva, solamente piensan en defender su país.

Aquí en El Mundo de Mañana, llevamos decenios siguiendo los sucesos geopolíticos desde la perspectiva de la profecía bíblica. En 1989 cuando cayó el muro de Berlín, tomó por sorpresa a los conocedores y a los expertos, pero no fue sorpresa para nosotros; ni lo fue la reunificación alemana menos de un año después. Habrá muchas más sorpresas, en los próximos meses y años, para quienes no entienden lo que la Biblia revela sobre nuestro futuro.

De maneras tan sorprendentes como las que causó la invasión rusa de Ucrania, y que ha transformado el pensamiento alemán de la noche a la mañana; Estados Unidos perderá la soberbia de su orgullo, y sufrirá catástrofes que decidirán su caída, unas naturales y otras producidas por el hombre (Levítico 26:14-20). Los pueblos descendientes de los británicos, así como el estadounidense, van a sufrir una sacudida infligida por ellos mismos, por haber desechado todos los frenos morales (Oseas 4:2).

Comprendo lo difícil que puede ser creer que los pueblos estadounidense y británico serán atacados por naciones europeas, que en la actualidad son sus aliadas, pero va a ocurrir… y cuando ocurra, recuerden dónde lo oyeron.

Permítanme terminar con una nota positiva: En Isaías 19:24-25 leemos que luego de la gran tribulación y el día del Eterno profetizados para un futuro no muy lejano, “Israel [las naciones descendientes de Israel] será tercero con Egipto y con Asiria para bendición en medio de la Tierra; porque el Eterno de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad”. [MM]