La familia de hoy... y del futuro: Los juguetes y nosotros | El Mundo de Mañana

La familia de hoy... y del futuro: Los juguetes y nosotros

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A los niños les encantan los juguetes, y con ellos pueden aprender lecciones muy importantes. ¿Cómo podemos aprovechar los juguetes para enseñar a los niños los principios de Dios para la vida?

¿Ha entrado usted en una juguetería recientemente? La experiencia es arrolladora para un adulto ¡y fascinante para un niño! Hay muñecas de todos los colores, juegos, figuras de acción, cajas de construcción, material deportivo, juegos electrónicos… todos los escaparates de la tienda exhiben objetos llenos de brillo y color.

Los juguetes son un negocio en grande. La obsesión por los juguetes es tan grande, que las ventas ascienden a cifras descomunales, pues no hay nación ni sociedad donde los niños no se sientan fascinados por los juguetes.

Y así ha sido desde los albores de la humanidad. En las cercanías de la antigua Sumeria en excavaciones se han encontrado muñecos y animales de juguete que se remontan al año 2600 a.C., y en Grecia por lo menos desde el 500 a.C. los niños se divertían con una especie de yo yo (Ancient-Origins.net, 21 de junio del 2019).

El poder de los juguetes

“Instruye al niño en su camino”, leemos en Proverbios 22:6. Quizá pensemos que estas instrucciones son para cumplirlas de una manera muy formal, haciendo estudios bíblicos y explicando los principios bíblicos importantes. Pero vale la pena preguntar si también estamos enseñando por medio de los juguetes.

Quizá los juguetes no parezcan muy importantes para un cristiano. El tema puede parecer incluso trivial. Pero la realidad es que los juguetes ofrecen a los padres una oportunidad invaluable de enseñar principios divinos con medios muy prácticos. La manera como abordemos el tema de los juguetes puede ayudarles o perjudicarlos en su comprensión del camino de vida de Dios.

¿Reconoce usted el impacto de los juguetes que compra o acepta como regalo para sus hijos? ¿Les está enseñando lecciones apropiadas en materia de juguetes? Muchas veces, sin proponérnoslo, les impartimos lecciones erradas por el simple hecho de no prestar la atención adecuada en lo que decimos. Nuestros hijos reciben enseñanzas de una manera u otra de todo lo que les rodea, incluidos los juguetes, que pueden ser de diferentes tamaños y formas, desde un sencillo objeto que cuelga sobre la cuna, hasta una caja de Legos que permite a los mayores construir casi cualquier cosa que su mente ingeniosa pueda imaginar. Los juguetes, en diferentes etapas del desarrollo infantil, pueden enseñar lecciones invaluables para la vida, y presentar importantes principios de Dios

Dominio propio

Uno de los principios más importantes que aprende el niño es el control de sí mismo. Al principio, su mente gira en torno a sus deseos y necesidades, pero al ir creciendo, el chico aprende que el mundo no es una máquina de satisfacción instantánea. Los juguetes pueden servir para inculcar esta lección. Lo que más deseamos los padres es darles a nuestros hijos todo lo que podamos…  pero si el niño exige un juguete y le decimos “no”, estaremos haciendo algo más que reconocer lo que no es posible darnos el lujo de comprar. Estaremos enseñándole la importante lección del dominio propio.

Puede ser simple cuestión de tiempo; un juguete ruidoso impediría una conversación entre los adultos, o cierto juguete puede alterar el ánimo a la hora de cenar. Los niños que oyen un “no” dicho con firmeza, pero con amor, aprenderán a manejar su deseo no cumplido, y obedecer en vez de rebelarse. Si hay una lección que se encuentra en toda la Biblia, comenzando con Adán y Eva, esa es la lección de cómo reaccionar ante un “no”. Si enseñamos a nuestros hijos la manera correcta de reaccionar, les enseñaremos una lección que les servirá para toda la vida. Los padres sabios reconocen que los juguetes no son solamente una diversión, sino una manera de enseñar el dominio propio.

Responsabilidad

La responsabilidad parece ser un concepto propio de adultos, pero se puede enseñar desde la infancia. Cuando les decimos a los hijos que recojan sus juguetes y los guarden, hacemos algo más que asegurar que el cuarto esté ordenado; les enseñamos que Dios es un Dios de orden y no de confusión. Aun sin citar 1 Corintios 14:33, les estamos enseñando el principio que allí se expone: “Dios no es Dios de confusión, sino de paz”. También estamos enseñándoles el principio divino de la responsabilidad.

En Lucas 16 encontramos la parábola de Jesús en la cual se le reprocha a un mayordomo el haber desperdiciado los bienes de su amo (Lucas 16:1-10). Considerando el imperativo moral de la parábola, Jesús explicó: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel” (v. 10). En otras palabras, al hacerse responsable de las cosas pequeñas de la vida, la persona da comienzo a un modo de actuar, un hábito, que afectará su manera de manejar las cosas mayores. Cuidar los juguetes para que no se dañen es algo que no se limita a los juguetes; se trata de que el niño, aceptando su responsabilidad, aprenda a valorar y cuidar las cosas.

Relaciones sociales

Cuando se les enseña a los niños a compartir sus juguetes, aprenden a no ser egoístas y disfrutan la alegría de dar. Pocas cosas conmueven tanto como ver a un pequeño entregar un juguete voluntariamente a otro. Pero la labor de inculcar en los hijos la capacidad de superar su naturaleza humana, practicando estos actos alegres de bondad, es algo que exige guía y práctica constantes impartidas con mucho amor. Otra lección que debe impartirse es cómo expresar gratitud. Cuando les enseñamos a dar las gracias al recibir un juguete, van adquiriendo un hábito que contribuye a formar su carácter.

Por último, podemos aprovechar los juguetes para ayudar a los niños y las niñas a disfrutar y expresar la función que Dios les ha dispuesto, como una maravillosa manera de prepararlos para esas funciones al ir creciendo. En un mundo que se está mostrando hostil a la idea de que a los hombres y las mujeres les corresponden funciones diferentes pero complementarias, tal como se expresa en las Escrituras, esta visión de los juguetes infantiles está pasada de moda. Sin embargo, si estamos dispuestos a aceptar las palabras del apóstol Pablo, que reconocen y valoran a la mujer que se dedica a su familia (Tito 2:4-5), tendremos el gusto de ver a las niñitas cargando y cuidando sus muñecas, como es su inclinación natural.

Juguetes buenos y malos

Dios les dijo a los israelitas que enseñaran sus caminos a los hijos con diligencia (Deuteronomio 6:6-7). Desde el momento en que los pequeños empiezan a respirar, empiezan también a observar y escuchar. Y lo que aprenden no se limita a los momentos en que nos sentamos con ellos a leerles la Biblia. Cada momento va formando un patrón de su vida futura.

Si les damos juguetes que ayuden a desarrollar las destrezas motoras y la coordinación óculo-manual, que estimulan la imaginación y mejoran la comprensión del mundo que les rodea, los estamos beneficiando. Podemos obstaculizar esos beneficios si les entregamos juguetes que valorizan el hacer mal a otros. Los juguetes de pantalla adictivos quizá sirvan para mantener al niño quieto, pero debilitan su interés por las actividades de la vida real, y a la larga actúan en contra de los padres. A veces los mejores juguetes son los más simples como las pelotas, los bloques de construcción, e incluso las muñecas han resistido la prueba del tiempo.

Dicho todo lo anterior, por mucha prudencia que ejerzamos al comprar juguetes para nuestros hijos, no podemos pretender que los juguetes mismos les enseñen todo lo que necesitan aprender. Los efectos benéficos de los juguetes se reducen mucho sin el elemento humano de interacción con los padres. Aparte tiempo para disfrutar de los juguetes con sus hijos. Saboree los momentos de jugar, construir e imaginar con ellos. Y no olvide el valor de esos juguetes, y el papel que cumplen en la enseñanza de los principios prácticos que Dios manda. Estas son lecciones que les durarán toda la vida. [MM]

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