Tres columnas | El Mundo de Mañana

Tres columnas

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¿Sentimos acaso que estamos luchando por tener fe o que estamos perdiendo la esperanza de un futuro mejor? ¿Nos parece que las tribulaciones de la vida son abrumadoras, y que las pruebas del 2020 y más allá significan apenas el comienzo de un tiempo más difícil? ¿Necesitamos inspiración espiritual como nunca antes? La Biblia promete que Dios es real y que podemos edificar la vida sobre el fundamento de sus leyes y sabiduría, fundamento que no va a fallar por muy duras que se presenten las situaciones.

La vida a todos nos presenta muchos retos. Unos sufren dolencias físicas. Otros pasan por un penoso divorcio. Los negocios fracasan y hay despidos masivos. A lo largo de la historia muchos han vivido el dolor de la guerra o han perdido hijos. Y otras dificultades mucho menores, que en comparación parecen triviales, pueden ocupar espacios enormes en nuestra mente y la vida. La vida trae mucho dolor y la lista de tribulaciones parece interminable, pero esas tribulaciones no tienen por qué hacernos perder la esperanza. Hay tres columnas de estabilidad que han ayudado a muchas personas a conservar el equilibrio aun en tiempos difíciles, y a nosotros también nos ayudarán.

El tiempo sana, o al menos suaviza el dolor de las penas del pasado. La mayoría de las personas, por ejemplo, terminan sobreponiéndose a la pérdida de un ser querido. Pueden ver su pérdida en perspectiva, aunque siempre sentirán que algo falta en su corazón. Pero la mayor estabilidad es la que viene al tener la perspectiva correcta sobre el propósito de la vida, y conocer el gran panorama. Descansar sobre tres columnas sólidas como quien descansa en un taburete de tres patas nos ayuda más que la actitud más positiva o que el lapso de tiempo más largo

¿Existe Dios?

La pregunta sobre la existencia de Dios no es tan simple como quizá parezca. No toda persona está de acuerdo en la respuesta, pero tampoco hay un término medio. O existe o no existe. La respuesta no depende de cómo nos criaron, sino de si hemos comprobado personalmente la existencia de Dios. Tener fe en Dios es una cosa, pero es algo muy diferente tener fe basada en evidencia real. La fe es importante y ciertamente va más allá de los hechos, pero la fe tampoco debe ser ciega.

Uno de los ateos más conocidos, Richard Dawkins, equipara la fe en Dios con la creencia sin pruebas: “La fe es el gran pretexto”, dice, “la gran excusa para evadir la necesidad de pensar y evaluar la evidencia. La fe es creer pese a la falta de evidencia, o quizás incluso a causa de la falta de evidencia” (Editorial, The Independent, 20 de abril de 1992).

Cuando Dawkins dice “fe”, se refiere, naturalmente, a la creencia en Dios. No se refiere a la creencia en la teoría de la evolución, que también exige fe, como él tendría que reconocer si fuera sincero. Cómo manejar el nuevo antievolucionismo fue tema de una reunión de la Asociación Estadounidense para el Avance de las Ciencias, celebrada el 13 de febrero de 1993. Allí, Michael Ruse, gigante en el campo de la evolución y la filosofía, reconoció que “ciertamente, no hay duda que en el pasado, y pienso que también en el presente, la evolución ha servido para muchos evolucionistas como algo con elementos que son, digamos que semejantes a lo que es una religión secular”.

Aun reconociendo que la evolución es semejante a una religión secular, Ruse nunca empleó la palabra fe… aunque al equiparar la evolución con la religión, el punto esencial es la fe. Y desde esa perspectiva, no olvidemos la definición de fe según Dawkins: “La fe es creer pese a la falta de evidencia, o quizás incluso a causa de la falta de evidencia”.

Ruse prosiguió hablando de la evolución como una forma de religión secular, no solo actual, sino también histórica: “Pienso, por ejemplo, en la familia más famosa de la historia, a saber, la familia Huxley… Ciertamente, si se lee a Thomas Henry Huxley cuando está en pleno vuelo, no hay duda de que para Huxley la evolución y la ciencia en general, pero ciertamente la evolución en particular, funcionan en alguna forma importante como algo que se asemejan un tanto a una religión secular… Ciertamente, aunque como digo, para Thomas Henry Huxley creo que no hay duda de que la evolución funcionó, en cierta forma, como una especie de religión secular”.

Luego, Ruse habló del nieto de Thomas Huxley: “Creo que Julian Huxley ciertamente fue ateo… pero si miramos su material impreso, y si vamos a la universidad de Rice, que tiene todos sus papeles privados, una y otra vez sus cartas ponen muy de manifiesto que para Julian Huxley la evolución servía como una especie de religión secular”.

Para que no haya malos entendidos, aclaro que Ruse es un evolucionista extremo, como se desprende con toda claridad de su discurso en el simposio y sus respuestas a las preguntas que siguieron. No obstante, seguía afirmando que la evolución es una religión secular:

“Pero vengo aquí y digo, creo que filosóficamente hay que ser sensibles a lo que, a mi parecer, muestra la historia; a saber, que la evolución... igual que la religión, implica hacer ciertas suposiciones a priori o metafísicas, que en algún punto no se pueden demostrar empíricamente con pruebas. Supongo que esto ya todos lo sabíamos, pero creo que ahora somos mucho más sensibles a los hechos. Y creo que la manera de manejar el creacionismo, pero también la manera de manejar la evolución, es no negar estos hechos, sino reconocerlos y ver adónde podemos ir a partir de allí”.

Ruse explicó que Dawkins, y otros como él, que ridiculizan la fe en Dios, harían bien en mirarse en un espejo y reconocer su propia fe en su dios darwiniano. Claro que refutar la evolución en una o todas sus formas no es comprobar la existencia de Dios, pero hay que preguntarse: ¿Acaso hay alguna alternativa? La panspermia, o vida transportada a nuestro planeta desde otro lugar, no hace sino despachar la misma pregunta básica a otro lugar en el Universo. ¿Puede acaso surgir la vida espontáneamente a partir de materiales no vivientes, y sin una guía inteligente?

Refutar la evolución no es, ni con mucho, tan difícil como podría creerse; ya que el argumento va por el lado opuesto: el problema es comprobar cómo podría ocurrir, racionalmente. ¿Cómo se originó la vida? Se habla de la presencia de agua en uno y otro planeta como si eso fuera todo lo que se necesita para producir vida. Suena tan sencillo, ¿pero lo es?

Bill Bryson es un escritor prolífico y muy simpático. Aunque es evolucionista, en sus escritos reitera el milagro de la vida y la imposibilidad de que ocurriera porque sí. ¡Quién lo entiende! En su libro titulado: El cuerpo humano: guía para ocupantes, dice lo siguiente: “Podríamos reunir a las personas más inteligentes que viven actualmente o han vivido alguna vez, y dotarlas de la suma completa de todo el conocimiento humano, y ni aun así podrían crear entre todas una sola célula viviente” (2019, pág. 4).

En el párrafo siguiente se refiere a la vida como un “milagro”. Bryson entiende que el ADN es imprescindible para hacer nuestras células. Pero, ¿qué es el ADN? “Nuestro ADN no es más que un manual de instrucciones para fabricarnos” (pág. 6). Pero, ¿cómo llegó a existir ese “manual de instrucciones”? ¿Y cómo llegó a existir la primera proteína si para armarla necesitaron de otras proteínas? Tanto en El cuerpo humano como en otra obra suya titulada: Una breve historia de casi todo, Bryson reconoce tantas realidades, que un ser pensante no puede menos que preguntarse cómo puede alguien creer una teoría tan descabellada como la evolución.

Michael Denton, doctor en bioquímica, es un científico que llegó la conclusión de que la evolución es imposible, y que la evidencia no la respalda. En Evolución: una teoría en crisis, escribe: “Si bien las células bacterianas más diminutas son increíblemente pequeñas… cada una es, de hecho, una verdadera fábrica microminiaturizada, que contiene miles de piezas de complicadísima maquinaria molecular de exquisito diseño… mucho más compleja que cualquier máquina fabricada por el hombre, y absolutamente sin paralelo en el mundo no viviente” (1986, pág. 250).

¡Leámoslo de nuevo! Tengamos en cuenta que habla como científico, no como teólogo. Luego dice: “Es tal la complejidad de la clase de célula más simple que se conoce, que resulta imposible aceptar que semejante objeto pudiera armarse de repente y al azar, mediante un suceso extraordinariamente improbable y extravagante. Un suceso tal sería indistinguible de un milagro” (pág. 264).

Cuando consideramos la increíble complejidad de la vida, desde las células más diminutas que actúan en conjunto para hacernos funcionar, hasta la belleza y armonía del mundo natural, la evidencia señala hacia una Mente que lo ha creado todo, y esa Mente es indescriptiblemente grandiosa. Si usted no tiene nuestros folletos: El Dios verdadero: Pruebas y promesas y Evolución o creación-- ¿Qué omiten ambas teorías?, no deje de solicitarnos estas publicaciones que enviamos gratuitamente. Demostremos por nosotros mismos la existencia de Dios. Esto nos dará una firme columna en la cual apoyarnos en momentos de dificultad. Sin embargo, la estabilidad requiere sostenerse en algo más que una columna.

La Biblia como una fuerte columna

Es evidente el desdeño de Richard Dawkins en su obra El espejismo de Dios, en la cual ridiculiza lo que cristianos y judíos tienen como su fuente de doctrina e inspiración: la Biblia:

“Para ser justos, buena parte de la Biblia no es sistemáticamente mala, sino francamente rara, como se esperaría de una antología de documentos desarticulados, armados caóticamente, compuestos, revisados, traducidos, distorsionados y mejorados por cientos de autores, editores y copistas anónimos desconocidos para nosotros; y la mayoría desconocidos entre ellos en un lapso de nueve siglos” (2006, pág. 268).

A quienes ignoren lo que significa la Biblia, Dawkins quizá parezca conocedor, pero sus datos no son correctos. Pierde de vista el cuadro completo y la evidente unidad de pensamiento en las Escrituras. Por ejemplo, una comparación entre el primer libro de la Biblia con el último, el Génesis y el Apocalipsis, muestra temas comunes que abren y cierran la narrativa total. Los libros, efectivamente, se escribieron con diferencias hasta de quince siglos, en tres idiomas distintos y en lugares diferentes. Sin embargo, la versión de la Biblia The Companion Bible, cita 30 elementos paralelos entre ellos, como el comienzo del pecado en el Génesis y su fin en el Apocalipsis; y el rechazo del árbol de la vida en el Génesis y su aceptación en el Apocalipsis (E.W. Bullinger: Appendixes to the Companion Bible, 1972, págs. 5-6).

El hecho de que esta secuencia asombrosa de libros la escribieran 40 autores, en un lapso de 1.500 años y en diversos lugares entre Irak e Italia, y que se escribieran en forma de historia, poesía, cánticos, cartas y profecías; todo esto en sus dos idiomas principales que son el hebreo y el griego, y en menor medida en el arameo, hace aún más extraordinaria la unidad de pensamiento de la Biblia. También debemos señalar que se ha traducido a centenares de idiomas y dialectos, y que hay muchos más ejemplares de este libro que de cualquier otro.

Entre lo más extraordinario de la Biblia posiblemente sean sus profecías cumplidas. Jesús predijo hace casi 2.000 años que el mundo llegaría a un punto en el cual sería posible acabar con toda la vida, y de hecho se apagaría, si Él no regresaba a detener la locura de la humanidad (Mateo 24:22). Cuando esas profecías se consignaron eso era imposible, como lo fue durante otros 1.900 años, pero con la llegada de la era atómica, hace unos 75 años, pasó de ser imposible a ser una amenaza real.

Muchos años antes, el profeta Zacarías predijo que Jerusalén, con una presencia judía, sería un polvorín (Zacarías 12:1-3; 14:1-2). Esto tampoco podía cumplirse en el año 135 d. C., cuando el pueblo judío fue expulsado de Jerusalén, hasta 1967, cuando asumió nuevamente el control de la ciudad. Hoy, Jerusalén es una ciudad dividida por etnias, tal como se predijo en Zacarías 14:1-2.

Unas profecías de la Biblia son evidentes y fáciles de comprender. Otras son menos claras y sin duda por varias razones más difíciles. Las hay también cuyo significado es obvio. Como ejemplo, leemos de dos hombres que, con el poder de Dios, profetizan y acosan al mundo durante tres años y medio, presentando un poderoso testimonio ante una humanidad rebelde. Al final de ese tiempo, serán asesinados en la ciudad de Jerusalén:

“Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará. Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados. Y los moradores de la Tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la Tierra” (Apocalipsis 11:7-10).

Observemos que los moradores de toda la Tierra verán sus cadáveres y celebrarán su muerte durante tres días y medio. ¿Cómo puede ser posible? La comunicación actual instantánea es algo común y corriente, pero para que fuera una realidad hubo que desarrollar nuevas tecnologías, cohetes que colocan satélites en órbita sobre la Tierra, computadoras, pantallas LED, teléfonos móviles; todo con base en nuevos materiales. Esta profecía no podía cumplirse antes de la era actual, ya que predice algo que no era ni remotamente posible hace 1.900 años cuando fue inspirada.

Hay otra prueba de la Biblia que suele pasarse por alto, aunque es clara a la vista. Al contrario de lo que piensan algunos, la ley de Dios continúa vigente, y es una poderosa prueba de que el Autor de la Biblia es indescriptiblemente más inteligente que cualquier ser humano. Como Dawkins y otros se jactan de la ciencia como juez final de la verdad, analicemos la evidencia como se haría en un experimento científico, y esta demostrará la veracidad del libro de máxima sabiduría.

Tomemos uno de los diez mandamientos: “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14). Cuando las parejas se rigen por esta ley, todo anda bien, pero si una de las partes la infringe, ocurre algo grave. A menudo el matrimonio termina en divorcio, dejando corazones destrozados e hijos confundidos y dolientes. Los efectos pueden durar toda la vida. Ampliando la intención de fondo de la ley, las relaciones sexuales entre personas solteras también acarrean duras penas. ¿Cuántos sufrimientos indecibles se deben a enfermedades de transmisión sexual? ¿Cuántas madres solteras se ven obligadas a someter a sus hijos a una vida de pobreza, a raíz de la mala decisión de desatender este mandato bíblico? En cambio, esperar hasta el matrimonio, y luego guardar fidelidad al compromiso matrimonial no hace mal a nadie. Siendo así, ¿cuál es la conclusión científica? ¡Que Dios sabe qué es lo mejor!

La Biblia además nos instruye en materia de las carnes aptas para comer, y otras que no lo son (ver Génesis 7:1-3; Levítico 11:1-47; Deuteronomio 14:3-21). Sin embargo, la mayoría de las personas, entre ellas médicos y nutricionistas, creen saber más. Ahora los científicos y epidemiólogos saben que enfermedades como el SRAG (síndrome respiratorio agudo grave), MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio), virus nipah, ébola, la pandemia de influenza de 1918, también conocida como gripe española, la influenza porcina del 2009 y otras; se deben a la cría, manipulación e ingestión de carnes no aptas para el consumo humano.

El origen de la cóvid-19 es un tema muy polémico, pero al final de cuentas, el virus se originó en murciélagos, ya fuera en un mercado húmedo donde se comercializa toda clase de animales inmundos, como los pangolines; o luego de manipulaciones en un laboratorio. Esto para no hablar de las muchas enfermedades parasitarias y bacterianas que se contraen al consumir aquellos animales que la Biblia llama inmundos. Para mayor conocimiento sobre este tema, puede solicitarnos el artículo: ¿Es toda carne buena para alimento? El cual enviaremos de inmediato por correo electrónico.

¿Dónde está trabajando Dios?

Es invaluable poder comprobar por nosotros mismos que Dios existe, y que la Biblia es su revelación para la humanidad; pero también necesitamos una tercera columna que nos dé estabilidad en tiempos de estrés. Debemos forjar una relación de corazón con Dios el Padre, su Hijo Jesucristo y las Sagradas Escrituras; y esto va más allá de repetir algunas palabras. Siendo así, ¿qué revela la Biblia acerca de la voluntad de Dios para nosotros?

Muchas personas creen saberlo, pero de nuevo hay que preguntar: ¿Lo han comprobado? La mayoría de la gente acepta las convicciones religiosas de sus padres y conocidos. Aunque muchos se alejan de la religión cuando abandonan el hogar paterno, al menos temporalmente, normalmente los protestantes siguen siendo protestantes, los católicos siguen siendo católicos, y los musulmanes continúan en la religión islámica. Pero, ¿acaso son iguales todas las religiones? Y, ¿todos los caminos llevan al cielo, como creen muchos? No, el hecho es que hay doctrinas contradictorias aun dentro de las organizaciones religiosas predominantes. Consideremos cuántas religiones protestantes hay. Unas creen que el bautismo por inmersión es necesario, otras creen que únicamente se salvan quienes hablan las lenguas de los ángeles. Amigos, ¡no todas pueden estar en la verdad!

Las siguientes son preguntas que se deben plantear y responder con base en las Escrituras: ¿Cuál es la voluntad de Dios para la humanidad? ¿Cuál es su plan de salvación? ¿Cuáles enseñanzas en la Biblia pueden oponerse a las tradiciones que aprendimos en la juventud? ¿Concuerda la Biblia con lo que predica nuestro ministro? La mayoría da por sentado que el ministro siempre dice la verdad, cuyas prédicas quizá sean inspiradoras para sus oyentes. Pero, ¿es así? ¿Están sus mensajes en verdadera armonía con el mensaje bíblico?

En cierta ocasión un joven me preguntó sobre un pasaje de las Escrituras que yo había leído. Su ministro le dijo que la ley de Dios es una carga, pero el pasaje que yo cité decía lo contrario. ¿A quién debía creer? La respuesta se encuentra en otra pregunta: ¿Cree usted a su ministro o a Juan, el apóstol de Jesucristo? Lea lo que dijo el apóstol en 1 Juan 5:3 y decida por sí mismo a quién creer.

¿Fue la ley abolida? Lea 1 Juan 2:3-6.

¿Vino acaso Jesús para poner fin a le ley? Lea Mateo 5:17-19.

¿Desestimó la ley el apóstol Pablo? Lea 1 Corintios 7:19; Romanos 3:31.

¿Cree usted lo que dice su Salvador? Si es así, lea en Mateo 19:16-19 lo que le dijo Jesús a un joven que preguntó lo que necesitaba hacer para heredar la vida eterna.

La pregunta sobre dónde está trabajando Dios, no es para que se pueda responder en un solo artículo, pero sí se puede responder si uno está dispuesto a investigar, y El Mundo de Mañana ofrece muchos recursos de ayuda. El Curso bíblico por correspondencia es un excelente punto de partida. También tenemos folletos, como: ¿Qué es un verdadero cristiano? y El falso cristianismo, un engaño satánico. Todas nuestras publicaciones son gratuitas, fáciles de entender y basadas en la Biblia, siempre con referencias que señalan los pasajes correspondientes en las Escrituras.

El año 2020 fue un año de tensiones… y como lo predice claramente la Biblia, los que se aproximan serán aún más duros. Es importante que tengamos un cimiento firme cuando la vida parece abrumadora. El primer paso es saber que Dios el Creador sí existe, y comprobar su existencia personalmente. También se requiere saber con certeza, con base en hechos y no en tradiciones, que la Biblia es la verdadera Palabra del Creador. Y es necesario estudiar este libro extraordinario a fin de conocer el plan de Dios, lo que espera de nosotros, y la recompensa maravillosa que nos ofrece.

Luego, estas tres columnas deben levantarse sobre el más firme fundamento: Jesucristo, (1 Corintios 3:11), porque Él es Dios (Juan 1:1-2, 14), Él inspiró la Palabra de Dios, y la Biblia es una expresión de su mente. Cuando usted compruebe estas cosas, podrá ver el panorama completo al apoyarse sobre el fundamento firme de estas tres columnas. [MM]