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Lecciones de mi perra

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A veces debemos escuchar a nuestros amigos cuadrúpedos.

Hay momentos en que creo que mi perra es más inteligente que yo. Estoy seguro de que todo dueño de un perro ha sentido lo mismo en algún momento, y yo ciertamente lo sentí una noche cuando ella me enseñó una lección muy valiosa para la vida.

Lo último que hago antes de retirarme por la noche es sacar a Nola, mi perrita, al patio. A veces olvido encender una de las luces exteriores y eso deja la mitad del patio a oscuras. Llevo más de 15 años en esta casa, así que conozco muy bien la propiedad y no pienso mucho en lo que veo y no veo. Además, acostumbro llevar una pequeña linterna para dar una ojeada al perímetro, ya que de vez en cuando se ven zorros y coyotes por el vecindario.

Cuando Nola sale a hacer sus necesidades, generalmente echa a correr desde la terraza, pero si olvido encender la luz, ella vacila en los escalones. Da un paso tentativo para bajar el primer escalón y vuelve a subir. Observándola hacer varias veces ese baile, comprendí que en la oscuridad no alcanza a ver hasta el pie de los escalones, así que lo alumbro con la linterna. Con el camino bien visible, ella baja feliz. Aun así, me pareció un poco absurdo el sube y baja. Ambos hemos bajado y subido esos escalones miles de veces, y es obvio que ella sabe qué hay al final, con luz o sin ella.

Mi perra fue más prudente

La noche en cuestión, el cielo se veía especialmente claro y alumbrado, y mientras bajamos despreocupados los escalones yo miraba las estrellas. Pero esta vez había olvidado la linterna y Nola vaciló como siempre. Entonces, al llegar al último escalón, usando chanclas, di un mal paso y me torcí el tobillo. El daño no fue grave, pero me sentí como un tonto, y el tobillo me dolía… ¡y mucho! Anduve un ratito saltando en un pie, mascullando con enojo y frotándome el tobillo, Nola me miraba como si yo hubiera perdido la razón.

De repente me vino a la cabeza, como un trueno, el Salmo 119:105: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Más tarde se me vino otro pasaje: “Fíate del Eterno de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6).

Esa noche comprendí que, al menos por un momento, mi perra se había mostrado más inteligente que su dueño. Nola esperó a que se alumbrara su camino, y para no lastimarse aguardó mis instrucciones. En cambio, yo había confiado ciega y neciamente en mis instintos y en mi “propia prudencia”; y aprendí muy pronto lo mal que funciona al tropezar en la oscuridad.

Cuando observamos el mundo, vemos que la sociedad en su mayor parte confía en su propia prudencia, andando en la oscuridad espiritual, ¡y vemos los resultados! En cambio, cuando obedecemos la Palabra de Dios y seguimos sus mandamientos, vemos el camino bien alumbrado y señalado, y podemos andar por la vida con las expectativas y demarcaciones claramente definidas. Cuando sabemos que estamos actuando correctamente en obediencia a Dios y sus leyes, estamos seguros y protegidos.

Pensemos cuánto mejor estaría el mundo si todos decidieran andar por el camino bien alumbrado de la justicia y la rectitud: No más crimen, no más odio y enemistad, no más confusión espiritual. Todos iríamos por el mismo camino lleno de luz.

Mi perrita se mostró más inteligente que su dueño porque sabe adónde está su fuente de seguridad, y siempre busca el camino alumbrado. La Biblia nos alumbra un camino de sabiduría práctica y aplicable, a menudo expresado en versos hermosos pero sencillos. Si usted busca sabiduría, le conviene saber más sobre el máximo libro de sabiduría. A medida que aprende, continúe leyendo El Mundo de Mañana para más orientación. Ofrecemos variedad de publicaciones gratuitas que le servirán de ayuda en sus estudios. [MM]

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