La muerte del "Pastor de América" | El Mundo de Mañana

La muerte del "Pastor de América"

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A Billy Graham se le ha llamado el “Pastor de América”. Fue un gigante religioso en los Estados Unidos y era amado y respetado por millones en el mundo. ABC News informa que predicó a más de 210 millones de personas en 185 países y territorios durante sus Cruzadas de Billy Graham. La más grande de estas cruzadas atrajo a un millón de personas en Seúl, Corea del Sur.

Graham se reunió con todos los presidentes de Estados Unidos desde Dwight D. Eisenhower, y con la mayoría de ellos tuvo un trato amistoso antes que ascendieran al cargo de primer mandatario. Todo parece indicar que llevó una vida moralmente correcta y que fue fiel a su esposa durante los 64 años de matrimonio, hasta la  muerte de ella en el 2007. Él mismo se fijó ciertas normas para evitar toda tentación o acusación de infidelidad, normas que solían llamarse, en el singular, como la Regla Billy Graham. Más recientemente algunos las llaman por el nombre de Mike Pence, el vicepresidente de los Estados Unidos. quien las copió del evangelista. En pocas palabras, la regla es jamás encontrarse a solas, ni siquiera para comer, con una mujer distinta de la esposa. Para algunos, esta medida de discreción resulta sexista y aun risible, pero a la luz de los escándalos sexuales y del movimiento #Yo también, parece que Billy Graham y el señor. Pence se adelantaron a los críticos.

El mensaje de Graham se ha resumido como “Dios te ama y Jesucristo vino a pagar la pena por tus pecados”. Habló de un futuro día de juicio y la necesidad de tomar una decisión por Cristo. Su mensaje no difería del de muchos predicadores evangélicos, pero él llevó su campaña más allá. Planeando con anticipación su llegada a alguna ciudad, pedía a las iglesias que hicieran salir a sus multitudes. Sus actividades siempre fueron bien organizadas, y hasta se informa que “sembraba” entre el público “pecadores arrepentidos” para el momento culminante en que el predicador hacía un llamado a subir al altar. Centenares y millares de personas se sintieron conmovidas para recorrer la nave al son del emotivo himno: Tal como soy.

Preguntas importantes

Como ya se ha señalado, Billy Graham, al parecer, llevó una vida moral, evitando los excesos y residiendo modestamente con su esposa y sus cinco hijos. ¡Todos haríamos bien en imitar ese ejemplo! Sin embargo, cuando se trata de su mensaje evangélico, ¿acaso no debemos evaluarlo por separado, con ánimo analítico y no emocional; y cotejándolo con las Sagradas Escrituras? ¿Acaso es malo preguntarse si el mensaje del movimiento evangélico es completo o si, por el contrario, deja algo por fuera? ¿Acaso la pregunta está vedada?

Recuerde las instrucciones de Jesús en lo que ha sido llamado el Sermón del Monte: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14). Este es un tema que Billy Graham trataba con frecuencia.

Pero analicemos ahora cuál fue precisamente el evangelio que Jesús proclamó. “Evangelio” es una palabra que se emplea un poco a la ligera en círculos religiosos y no religiosos. ¿Según la Biblia, qué es el evangelio? Muchos creen saberlo, pero, ¿lo saben de verdad? La palabra evangelio significa “buenas nuevas” o “buena noticia”. ¿Cuál es esa buena noticia?

Muchos evangélicos entienden, y en esto tienen razón, que un varón llamado Jesús fue, de algún modo especial, engendrado por Dios. ¡Era, de hecho, el Hijo de Dios! Los hechos que rodean la vida, muerte y resurrección de Jesús; ¡sí son buenas noticias! También lo es el hecho de que llevó una vida perfecta y murió como pago por nuestros pecados. Sin embargo, el mensaje evangélico deja muchísimo por fuera. Si bien hace mención del pecado, rara vez lo define, y cuando lo define no corresponde a la definición inspirada en la Biblia. Muchos dan por sentado que saben lo que es pecado. Al parecer de muchos, la borrachera y el adulterio son pecados pero otras conductas son debatibles: el baile, los juegos de naipe, una copa de vino. ¿Qué tal ir al cine o mirar deportes violentos como el fútbol americano o el boxeo? ¿Y los días de celebración: Navidad, noche de brujas, san Valentín? ¿Es acaso el domingo el día que las Escrituras mandan reservar para reposo y adoración… o es el sábado? ¿Acaso todos los días son “tiempo santo” y por tanto no hay diferencia entre ellos? ¿Corresponde a cada individuo resolver esta cuestión y está en libertad de escoger el día de culto que le conviene?

¿Por qué tantos evaden la definición bíblica de pecado? Al fin y al cabo, ¡la Biblia dice qué es! Define pecado como infracción de la ley Juan 3:4). El Diccionario de la Santa Biblia, explica claramente de qué ley se trata en su definición de pecado: “Cualquier pensamiento, palabra, deseo, obra u omisión en contra de la ley de Dios, o que no llena sus exigencias al compararse con ella [1 Juan 3:4, 5:17]” (Editorial Caribe, Pág. 496).

Quizás alguien le ha preguntado a usted: “¿Conoces al Señor?” ¿Cómo responder? El apóstol Juan aclara la respuesta correcta a esta pregunta: “En esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1 Juan 2:3-4).

Luego viene la pregunta: “¿Qué evangelio predicó Cristo durante los tres años y medio anteriores a su muerte, sepultura y resurrección?” Una lectura atenta del Nuevo Testamento despeja esta duda. El libro de Marcos comienza así en el versículo 1: “Principio del evangelio de Jesucristo” y en los versículos 14 y 15 explica: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del Reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Para una explicación bíblica más completa sobre este tema, le invitamos a comunicarse con la oficina más cercana y solicitar nuestro folleto gratuito: ¿Conoce usted el verdadero evangelio? La dirección figura en la página 2 de esta revista).

El galardón de la salvación

Muchos suponen que la recompensa de los que serán salvos y herederos del Reino de Dios significa ir al Cielo tan pronto se muere. ¿Es esto lo que enseña la Biblia? Quizá parezca así a primera vista, pero la lectura atenta de las Escrituras revela ¡que la recompensa de los que se salvan no es el Cielo y que no nos convertimos en espíritu al momento de morir! Jesús hizo dos afirmaciones que parecen contradictorias, pero no lo son. En el pasaje llamado las Bienaventuranzas (bienaventuranza significa felicidad o fortuna), en el centro mismo de su mensaje, declaró: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos” y, “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la Tierra por heredad” (Mateo 5:3, 5). Entonces, ¿cuál es el destino de quienes serán salvos: El Cielo o la Tierra? ¿Será que los pobres en espíritu van al Cielo y los mansos se quedan en la Tierra?

La confusión se debe a un descuido idiomático en español. El versículo tres dice “el Reino de los Cielos”. La palabra de, aquí indica el concepto de propiedad, no de lugar, como en “el Reino de Dios”. No es el Reino que está en los Cielos sino el Reino que proviene de los Cielos y será instaurado en la Tierra. Al mismo tiempo, Mateo 5:5 nos dice que los mansos recibirán la Tierra por heredad, lo que claramente indica el lugar que vamos a heredar.

Marcos, Lucas y Juan utilizan la expresión, “Reino de Dios”; en cambio, Mateo generalmente dice: “Reino de los Cielos”. Pero Mateo también emplea las dos expresiones para indicar una misma cosa en 19:23-24. Es el reino de Dios, el cual Jesucristo instaurará en la Tierra. Así se cumplirá lo que está escrito en los profetas: “El Eterno será Rey sobre toda la Tierra” (Zacarías 14:9).

Otra pregunta que debemos hacer es: ¿Cuándo reciben los que serán salvos su recompensa? El apóstol Pablo explica que los muertos en Cristo resucitarán al toque de la “final trompeta” (1 Corintios 15:51-52). Comparemos esto con Mateo 24:31 y 1 Tesalonicenses 4:13-17. Notemos que Pablo compara la muerte con el sueño, tal como lo hace Jesús en Juan 11:11-14. Notemos también que la hermana de Lázaro comprendió que el despertar de la muerte ocurriría “en la resurrección, en el día postrero” (Juan 11:23-24).

¿Qué es el pecado? ¿Cuál es el verdadero evangelio que Jesucristo enseñó? ¿Cuál es la recompensa de los salvados? Estas son solo tres de las muchas preguntas que debemos hacer cuando buscamos la verdad. El cristianismo verdadero es más que un ejercicio académico. La manera como vivimos es de importancia primordial. Por muy hermoso que sea el himno, cada uno de nosotros no puede continuar siendo “tal como soy” si pretendemos agradar a nuestro Creador. Tenemos que saber qué es el pecado y arrepentirnos. Tenemos que aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador personal. Tenemos que entender, creer y actuar conforme a las buenas noticias que Jesús proclamó en los tres años y medio ante de su muerte, sepultura y resurrección.

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