Las obras de sus manos -El poder del sueño | El Mundo de Mañana

Las obras de sus manos -El poder del sueño

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En sentido espiritual no debemos quedarnos dormidos, ¡pero Dios diseñó el sueño físico como una herramienta necesaria para la regeneración diaria!

El contraste entre la oscuridad y la luz fascina a muchos, incluso a los más jóvenes. Deje a un niño pequeño junto a un interruptor de luz, y lo veremos claramente, ¡o tal vez no! Y todos los días somos testigos, de manera mucho mayor, en las obras de las manos de Dios, al efectuar alternativamente la separación de la luz de la oscuridad.

Si observáramos el planeta Tierra desde el espacio, veríamos las sombras de la noche correrse lentamente de Oriente a Occidente, producto de la rotación del planeta, cuando un lado del planeta se aleja de la luz del Sol y el otro se acerca. Y con la llegada del ocaso, una oleada de animales diurnos se recogen para dormir en la oscuridad de la noche. Los ciclos naturales de luz y oscuridad percibidos por la vista, y quizás en parte por la piel, estimulan las zonas del cerebro que controlan la hormona del sueño, la melatonina, y los siclos naturales de sueño y vigilia del cerebro. El Creador mueve el Cielo y la Tierra en parte para estimular el sueño en sus criaturas (Génesis 1:18; Salmos 127:2).

Antes de la electricidad, esa oleada de sueño incluía a los seres humanos. Ahora sería posible ver una oleada de pantallas de teléfono iluminando rostros humanos, mientras un revuelo de pulgares ponen la alarma para la mañana siguiente, abren sus aplicaciones para rastrear el sueño, o consultan la internet con la palabra clave insomnio. Según el Centro para el control de enfermedades de los Estados Unidos, aproximadamente un adulto de cada tres afirma que no descansa o duerme lo suficiente, y las consecuencias son alarmantes. La falta de sueño se asocia con mayor riesgo de diabetes, enfermedades cardíacas, obesidad, depresión, accidentes viales, y hasta el deterioro de las relaciones y del rendimiento en el trabajo. Contra nuestro sueño se ha librado una larga guerra, desde la producción industrial sin pausas del textilero innovador Richard Arkwright, hasta las noches encendidas por Thomas Edison; y desde la televisión hasta los teléfonos celulares.

Sueño y salud mental

El Maestro y Creador diseñó el sueño para que cumpla funciones importantes. Ante todo, recarga varios sistemas, así como la batería de nuestro celular. El cerebro es un órgano que responde muy especialmente a la calidad y duración del sueño. Algunas veces hemos tenido la experiencia de despertar sintiéndonos rejuvenecidos, después de una noche de sueño profundo: Toda la gente se ve más amable. Los niños, e incluso los adultos, se muestran menos irritables cuando están bien descansados.

Un estudio publicado en el 2020 en el Journal of Sleep Research, demostró el efecto del sueño en las emociones. Los participantes del estudio se sometieron a cinco noches de sueño deficiente, seguidas de cinco noches de sueño total. La investigadora que encabezó el estudio, Daniela Tempesta, observó que calificaron ciertas imágenes de más molestas cuando estaban privados de sueño, que cuando estaban bien descansados. Además, cuando el sueño es deficiente durante un período de varias noches, se debilitan las conexiones entre la zona de alarma del cerebro, llamada la amígdala, y la corteza prefrontal, centro de las decisiones voluntarias. Esto puede reducir el control de las emociones de arriba a abajo, es decir, el control ejercido por la voluntad. Los estudios con imágenes cerebrales indican que el sueño reduce la actividad de la amígdala. Cuando se apagan las luces, hay una reconfiguración de las partes del cerebro que señalan alarma. Las emociones se reajustan, y vuelven a quedar bajo el control de las zonas decisoras de la lógica del cerebro.

Muchos hemos tenido algún dispositivo electrónico que se atascó hasta que borramos la memoria. De igual manera, el cerebro fue diseñado por nuestro Creador con la capacidad de lavarse, para eliminar la basura, proceso que se acentúa con el sueño. En el 2013, unos investigadores en el Centro médico de la universidad de Rochester, estudiaron imágenes del cerebro para ver la diferencia entre ratones dormidos y despiertos. Se concentraron especialmente en el líquido cefalorraquídeo, que rodea y protege el cerebro y la espina dorsal, dentro de los huesos que forman el cráneo y la columna vertebral. La neurocientífica Maiken Nedergaard y sus colegas hallaron, con sorpresa, un aumento notorio en la cantidad de líquido en el cerebro de los ratones dormidos. Las compuertas que regulan el flujo se abrían ampliamente durante el sueño y se cerraban durante la vigilia. Los neurocientíficos nos dicen que este fluido que entra al cerebro y luego sale, para finalmente ir a parar al sistema circulatorio, se lleva toxinas, como la proteína betaamiloide, capaces de erosionar el cerebro. Los ratones eliminaban mucho más betaamiloide del cerebro cuando dormían que estando despiertos. Los ritmos de un ciclo óptimo de sueño y vigila son esenciales para lavar el cerebro, eliminando las toxinas y desechos metabólicos.

Reposo para el cansado: una necesidad más que física

A las personas que luchan por superar una adicción, se les aconseja evitar los excesos de hambre, enojo, soledad y cansancio. Y esto es provechoso no solo para la salud y la vida física. Nuestro andar espiritual también puede perjudicarse, si no prestamos atención de una manera disciplinada y responsable a las necesidades humanas básicas. Sin sueño suficiente, nuestras emociones se intensifican, y el razonamiento crítico puede menguar.

Con todos los tropiezos de la vida moderna contra nuestro sueño, las estadísticas indican que muchos tendremos dificultades en ese ámbito. Hay muchas cosas que podemos y debemos hacer para contrarrestar esos obstáculos, si bien algunos quizá sigamos bregando con ese mal tan frecuente, que es el deterioro de la calidad de sueño debido a la edad.

Dios sabe que necesitamos reposo. Jesucristo, la Roca de Israel, diseñó y dispuso algo más que nuestro ciclo entre el sueño y la vigilia, y en nuestro ritmo circadiano; con sabiduría diseñó todos los ciclos y ritmos que van entretejidos en el cuerpo, la mente y el corazón. Cada uno de nosotros es la obra de las manos firmes del Creador. Con su voz hizo los pulmones humanos para aspirar aire y expulsarlo. Habló y se hizo nuestro corazón, diseñado para continuar latiendo autónomamente, aun cuando estemos dormidos e indiferentes. Nuestro Creador habló y dio existencia a cada aspecto de la realidad, incluido el cerebro que sueña nuestros sueños.

Reposo y restauración para todos

Pocos seres humanos alcanzarán a ver 40.000 rotaciones de la Tierra antes de caer en el sueño de la muerte, y para muchos serán muchas menos (Salmos 90:10; Hebreos 9:27). La muerte es un estado en que no hay latidos del corazón, ni respiración, ni sueños, ni conciencia (Eclesiastés 9:10; Salmos 6:5; 88:11-12). Todos los mensajes en las redes sociales, las protestas por los derechos sociales y la igualdad; y los débiles intentos por hallar algo de sentido duradero, pasarán (Salmos 115:17). No obstante, los mitos de zombis o de almas inmortales, el hecho es que cuando nos lleven a descansar en un sepulcro o en una urna de cremación, no dejamos de estar muertos. Al morir, morimos (Eclesiastés 9:5). ¡Se apagan las luces!

¿Tendrá Dios preparado algún plan para un descanso, que el hombre y la vida moderna artificial no logren corromper? Y, ¿quién nos despertará cuando todo quede a oscuras?

Jesucristo y Dios el Padre tienen planes para nosotros (Jeremías 29:11). Se proponen despertarnos para darnos un reposo duradero (Mateo 11:28-29), reposo que ningún ser humano aún ha tenido (Hebreos 4:9). La Biblia habla de un tiempo de reposo maravilloso bajo el gobierno de Dios, que nunca se acabará (Daniel 2:44).

Probablemente pensemos en el amanecer y despertar para ir al trabajo mañana. ¿Por qué no pensar un poco en la posibilidad de amanecer y despertar en la eternidad? (Santiago 4:14). Estudiar la Biblia y comprenderla es nuestro deber. No lo aplacemos (2 Timoteo 3:16-17). El mañana puede llegar más pronto de lo que pensamos (Romanos 13:11).