¡El día del Eterno! | El Mundo de Mañana

¡El día del Eterno!

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Hay un hecho profético vital en la Biblia, registrado en más de 30 profecías en el Antiguo y Nuevo Testamento. Es central para nuestra comprensión de los tiempos difíciles previos a la segunda venida de Jesucristo; sin embargo, la gran mayoría de quienes se declaran cristianos lo han interpretado erróneamente.

Ese misterioso suceso, llamado el día del Eterno, afectará a todos los habitantes del planeta Tierra. Será tiempo de guerras, enfermedades, hambre y muerte generalizada; como nunca antes se ha visto en este mundo. Sin embargo, y por devastador que sea el día del Eterno, también será señal de que se acerca el acontecimiento más grande en la historia universal: ¡el regreso de Jesucristo!

Pero, ¿qué es exactamente el día del Eterno? ¿De qué manera ha sido mal comprendido? ¿Y cómo le afectará a usted y a sus seres queridos? Un estudio cuidadoso de la Biblia y sus profecías revelará la extraordinaria verdad.

¿Qué día es?

Hacia finales del primer siglo de nuestra era, el apóstol Juan escribió un libro de profecía complejo y detallado. Aunque algunos lo llaman: El Apocalipsis de San Juan, no se trata de una revelación de Juan, sino de: La Revelación de Jesucristo (Apocalipsis 1:1).

En el primer capítulo del libro, Juan escribe: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta” (Apocalipsis 1:10). Estas sencillas palabras han sido motivo de gran confusión. Quienes se declaran cristianos, y que asisten a los servicios religiosos los domingos, quizá supongan que el apóstol Juan se refería a un día de la semana.

Este es un gran error. Sabemos por sus propias palabras que cuando el apóstol quería referirse al domingo, lo llamó el “primer día de la semana”; por ejemplo, en su mismo Evangelio (véase Juan 20:1, 19). Juan sabía que Jesús refiriéndose a sí mismo dijo: “El Hijo del hombre es Señor del sábado” (Mateo 12:8, RV 1995). Por supuesto, el sábado es el séptimo día de la semana. Cuando dice: “el día del Señor”, Juan no se refería a un día de la semana, sino que se refería al tema del Apocalipsis: El tiempo conocido como el profético día del Eterno o día del Señor, ¡el cual culminará con el regreso de Jesucristo como Rey de reyes y Señor de señores!

Cuando leemos sobre los emocionantes y tremendos hechos del Apocalipsis, quizá nos preguntemos: ¿Cómo es posible que todo esto ocurra en un solo día? Es que la palabra día aquí no significa un lapso de 24 horas, o la rotación de nuestro planeta sobre su eje, sino que se emplea en el sentido de un lapso más largo, como una era o una época.

Entonces, ¿cuánto durará este profetizado “día” del Eterno? Muchos estudiosos de la Biblia están familiarizados con el principio profético de un año por un día. Cuando diez de los doce espías que exploraron la Tierra Prometida, dieron al pueblo un falso informe que ocasionó una rebelión, Dios les dijo a los israelitas: “Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo” (Números 14:34).

Otro ejemplo del principio de un día por cada año aparece en el libro de Isaías, donde leemos que “es día de venganza del Eterno, año de retribuciones en el pleito de Sion” (Isaías 34:8). Vemos claramente que el libro del Apocalipsis tiene como tema central el día del Eterno: Un año lleno de grandes sucesos ¡en el cual Dios derramará su juicio sobre los pueblos rebeldes de la Tierra!

Los siete sellos revelan los acontecimientos del fin

La Tierra será escenario de una serie de sucesos dramáticos, comenzando con la gran tribulación. El apóstol Juan presenta en el Apocalipsis siete sellos misteriosos que se van abriendo uno por uno. En su visión apareció “un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el Cielo ni en la Tierra ni debajo de la Tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo” (Apocalipsis 5:2-3).

Por supuesto, Jesucristo era el único digno de abrir el rollo y desatar sus siete sellos. Los primeros cuatro se conocen como los cuatro jinetes del Apocalipsis. Sobre estos leemos en Mateo 24, donde se presenta la misma secuencia de sucesos del fin, en las palabras proféticas pronunciadas por Jesús en el monte de los Olivos.

El primer sello representa cristos falsos y religiones falsas, que dicen ser de Cristo (Apocalipsis 6:2). El segundo sello revela un jinete montado sobre un caballo bermejo o rojizo, con poder para quitar la paz de la Tierra (v. 4). El tercer sello presenta un jinete que cabalga en un caballo negro, símbolo de hambruna mundial (vs. 5-6). El cuarto sello revela un jinete sobre un caballo amarillo, que tiene por nombre Muerte. Al cabalgar, los cuatro jinetes recibirán “potestad sobre la cuarta parte de la Tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la Tierra” (v. 8).

Martirio y señales

Entonces Jesucristo abre el quinto sello: “Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la Palabra de Dios y por el testimonio que tenían” (Apocalipsis 6:9). Aquí se menciona el martirio de los santos, que son los cristianos, verdaderos discípulos de Jesucristo. En el primer siglo, el emperador Nerón persiguió y mató a los cristianos con violencia. Este quinto sello prevé otra gran persecución de los santos que ocurrirá en el tiempo del fin.

Cuando Jesús abre el sexto sello, revela las señales celestes que asombrarán a los pobladores de toda la Tierra: “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el Sol se puso negro como tela de cilicio, y la Luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del Cielo cayeron sobre la Tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el Cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar” (Apocalipsis 6:12-14).

El Dios Todopoderoso conmoverá a los seres humanos rebeldes con formidables terremotos y señales celestes. Dice el Creador: “Aún una vez, y conmoveré no solamente la Tierra, sino también el Cielo” (Hebreos 12:26).

Estos terremotos y alteraciones cósmicas darán paso al día del juicio sobre todas las naciones. Jesucristo juzgará a las naciones durante el día del Eterno, tiempo en el cual el Dios Todopoderoso intervendrá con poder en los asuntos del mundo como nunca antes. Traerá su juicio sobre las naciones rebeldes, permitiendo, incluso que estas intenten destruirse unas a otras en un conflicto mundial, antes de unir sus fuerzas para presentarle resistencia a Jesucristo cuando regrese. El séptimo sello del Apocalipsis revela el día del Eterno que durará un año, con las plagas de las siete trompetas y la ira del Cordero (Apocalipsis 6:16-17).

Profecía para nuestra generación

El profeta Joel tiene una advertencia para nuestra generación:

“Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la Tierra, porque viene el día del Eterno, porque está cercano. Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones” (Joel 2:1-2).

La visión de Juan se anunció con una trompeta, y aquí Joel describe el sonido de una trompeta que anuncia el día del Eterno. Nos advierte de un período de espantosa destrucción, único en la historia. Podríamos llamarlo en términos modernos una política de tierra arrasada, ya que todo quedará asolado. “Delante de él consumirá fuego, tras de él abrasará llama; como el huerto de Edén será la tierra delante de él, y detrás de él como desierto asolado; ni tampoco habrá quien de él escape” (Joel 2:3).

Joel además nos da su descripción de las mismas señales celestes reveladas por Juan en el libro del Apocalipsis: “Daré prodigios en el Cielo y en la Tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El Sol se convertirá en tinieblas, y la Luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso del Eterno” (Joel 2:30-31). En ese día del Eterno que viene, el mundo verá perturbaciones tremendas en el cielo, además de asolamiento en la superficie de la Tierra. “Delante de él temblará la Tierra, se estremecerán los Cielos; el Sol y la Luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor. Y el Eterno dará su orden delante de su ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el día del Eterno, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?” (Joel 2:10-11).

¡Dios dice que es su ejército! El Todopoderoso se propone intervenir en los asuntos humanos de manera dramática. Grandes guerras por todo el mundo traerán sufrimiento espantoso sobre la humanidad, mientras Dios derrama su juicio sobre las naciones.

La destrucción no será únicamente con armas militares, ¡sino que también habrá una devastación ecológica increíble! Cuando Dios castigue a las naciones rebeldes en el día del Eterno, hará un llamado a esas mismas naciones, ¡para que se humillen y se arrepientan! Algunas personas así lo harán, pero la mayoría persistirá en su terca rebeldía contra Dios y su Palabra.

Queridos lectores: No hay razón para esperar hasta ese momento para arrepentirse. Al ir empeorando las condiciones en el escenario mundial, condiciones que culminarán con el año de padecimiento que se conoce como el día del Señor o día del Eterno, es importante que cada uno de nosotros ore con fervor y clame a Dios. ¡Debemos estar seguros de que nos encontramos del lado de Dios! El pueblo fiel de Dios que esté vivo cuando esto suceda será protegido, mantenido a salvo (Apocalipsis 12:14-17). Esas serán las personas que “guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12). ¿Serás una de esas personas?

Tres grandes períodos proféticos en 42 meses

Hemos visto que el día del Eterno será un año intenso de cumplimiento de las profecías para el fin. ¿Dónde cabe ese período en el marco general de la profecía? Debemos reconocer que se anuncian tres períodos generales para el fin de la era actual. Estos son, en orden, la gran tribulación, las señales celestes y el día del Eterno.

¿Qué dicen las Sagradas Escrituras sobre estos períodos? Jesús habló de la culminación de la era: “Habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:21-22).

El período de la gran tribulación, único en la historia, también se llama tiempo de angustia para Jacob: “¡Ah, cuán grande es aquel día!, tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado” (Jeremías 30:7). Como saben los lectores habituales de El Mundo de Mañana, Jacob, cuyo nombre fue cambiado más tarde por Israel, llegó a ser el patriarca de las doce tribus de Israel. Entre ellas se contaban no solo la tribu de Judá, el pueblo judío de la actualidad, sino también las que llegaron a conocerse como las diez tribus perdidas; y que se encuentran principalmente en el Noroccidente de Europa, en países como Francia, Suiza, Bélgica, Países Bajos, Irlanda, Dinamarca, Islandia, Suecia, Dinamarca, Finlandia, el Reino Unido y los Estados Unidos. ¡La profecía de Joel es una profecía para todo el Israel de nuestros días!

Después de la gran tribulación, el mundo verá las señales celestes, que ya hemos mencionado. Así fue como Jesús se refirió a este tiempo: “Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el Sol se oscurecerá, y la Luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del Cielo, y las potencias de los Cielos serán conmovidas” (Mateo 24:29).

Tras las señales celestes viene el día del Eterno, el tercer período en esta secuencia, que corresponde al año inmediato anterior al regreso de Jesús al planeta Tierra. Joel describe la secuencia como sigue: “Daré prodigios en el Cielo y en la Tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El Sol se convertirá en tinieblas, y la Luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso del Eterno” (Joel 2:30-31).

La plaga de las siete trompetas

En el Apocalipsis se mencionan siete plagas que anuncian las trompetas que sonarán durante el día del Eterno, el período de un año representado por el séptimo sello. Juan explica así su comienzo: “Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el Cielo como por media hora. Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas” (Apocalipsis 8:1-2).

¡Cada una de estas trompetas anunciará una plaga o un juicio sobre los pueblos rebeldes de la Tierra! Leyendo en Apocalipsis 8, vemos que al tocar sus trompetas los primeros cuatro ángeles, se producirá enorme destrucción ecológica en toda la Tierra. Habrá terremotos, grandes extensiones de vegetación se quemarán; morirá la tercera parte de la vida marina; se envenenarán las fuentes de agua y los Cielos se oscurecerán.

Las tres últimas plagas que anuncian las trompetas se llaman ayes. La palabra ay es una exclamación de pena: “Miré, y oí a un ángel volar por en medio del Cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la Tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!” (Apocalipsis 8:13).

El primer ay, la plaga de la quinta trompeta, aparece en Apocalipsis 9 cuando el quinto ángel toca su trompeta, anunciando una campaña militar de cinco meses. El segundo ay, la plaga de la sexta trompeta, representa un intenso contraataque militar: “El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto. El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates” (Apocalipsis 9:12-14). En ese momento clave de la historia, un ejército de 200 millones se dirigirá hacia Occidente, pasando el río Éufrates, ¡y destruirá a la tercera parte de la población de la Tierra! Esta fase, al final de la Tercera Guerra Mundial, cobrará miles de millones de vidas humanas. Tal como dijo Jesús: “Si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo”: Sin la intervención de Dios, se borraría toda vida de la Tierra.

Buenas noticias: la séptima trompeta

Leemos, por último, acerca de la séptima trompeta. Para los verdaderos discípulos de Cristo, el toque de la séptima trompeta es buena noticia, por cuanto anuncia el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra y el regreso de Jesucristo. ¡Todos debemos estarnos preparando para ese momento! Leemos: “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el Cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15). Esta es la buena nueva que todos ansiamos oír: El momento cuando los auténticos discípulos de Cristo serán levantados de la muerte, y nacerán de nuevo transformados en seres espirituales dentro de la Familia de Dios, como sus hijos e hijas. Entonces, al regreso de Jesucristo, le ayudarán a regir el planeta Tierra durante el milenio profetizado (1 Tesalonicenses 4:16-17).

Y eso no es todo. Si bien el regreso de el Salvador, el Rey de reyes profetizado, será motivo de alegría para los verdaderos cristianos; no olvidemos que esta séptima trompeta anuncia a la vez el tercer ay. Quienes sigan luchando contra Jesucristo a su regreso tendrán que someterse a un juicio terrible, porque la séptima trompeta también anuncia las últimas siete plagas, descritas en Apocalipsis 16. Entre estas se incluyen dolorosas úlceras para quienes hayan adorado a la bestia y a su imagen. Se incluye, igualmente, más envenenamiento de ríos y mares, al punto de causar la muerte de “todo ser vivo que había en el mar” (Apocalipsis 16:3). El Sol abrasará aún más, produciendo tales oleadas de calor ¡que serán tormento para quienes no se arrepientan de sus pecados!

Entonces vendrá la batalla final y culminante entre Jesucristo y las fuerzas de la rebelión que se habrán reunido en Armagedón. Son ejércitos que se reunirán para pelear contra el Comandante de los ejércitos del Cielo, Jesucristo.

“Entonces vi el Cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino Él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y Él las regirá con vara de hierro; y Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:11-16).

Preparémonos desde ahora para el día del Eterno

Cuando Jesucristo regrese a la Tierra, vencerá a sus enemigos, incluidas las naciones y sus poderosos ejércitos que luchen contra Él. El día del Eterno traerá el juicio de Dios sobre las naciones, y preparará el escenario para el regreso de Jesucristo. El Señor mismo nos indica: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:36).

En un sentido, el día del Eterno es, como hemos visto, el año que precede al regreso de Jesucristo. Pero en otro sentido, se prolonga por todo el milenio y por la eternidad. Es tiempo de ayes para los enemigos de Dios, pero tiempo de alegría y esperanza para su pueblo.

Por su gran amor, Dios ha revelado el futuro a sus siervos. El apóstol Juan escribe lo siguiente en el último capítulo de la Biblia:

“Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro” (Apocalipsis 22:6-7).

Estemos atentos al día del Eterno, días de gravedad que traerá juicio sobre las naciones, y preparará al mundo para la segunda venida de Jesucristo. Después de eso, está el mundo de mañana; un extraordinario tiempo de hermosura, paz, prosperidad y restauración; bajo el gobierno del Rey de reyes. ¡Que Dios traiga pronto ese día!

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