Oremos por la paz de Jerusalén | El Mundo de Mañana

Oremos por la paz de Jerusalén

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La verdadera paz ha sido esquiva para la ciudad santa.

¡Pero la Biblia muestra que no siempre será así!

Desde la creación del moderno Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948, hace unos 73 años, diplomáticos y políticos han procurado la paz en Jerusalén y las regiones circundantes. Pero en todo este tiempo la nación has sufrido repetidas guerras, actos de terrorismo y desobediencia civil; con la consiguiente pérdida de vidas. ¡La paz ha sido esquiva!

En vista de lo anterior, no es extraño que en los Salmos se nos aliente a orar por la paz de Jerusalén, paz que ahora es una necesidad tan vital como siempre ha sido en esa ciudad (Salmos 122:6). Es una ironía que el nombre de la ciudad en idioma hebreo signifique “ciudad de paz”, y la ciudad de paz necesita que oremos por lo que supuestamente la define. ¿Qué está sucediendo?

El convenio diplomático, negociado durante la administración del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lleva el nombre de Acuerdos de Abraham. El patriarca bíblico Abraham fue padre de dos hijos, Ismael e Isaac, quienes a su vez fueron progenitores de los pueblos árabe e israelita. Mediante estos acuerdos Israel ha podido establecer relaciones diplomáticas, y normalizar sus relaciones, con Baréin y los Emiratos Árabes Unidos, así como con otros países islámicos en el mundo musulmán, por primera vez desde la fundación de Israel en 1948.

Gran parte del mundo árabe e islámico, movido por odios profundos, ha negado al Estado de Israel el derecho de existir. Antes de los Acuerdos de Abraham, Israel había firmado acuerdos de paz únicamente con Jordania y Egipto. Otros estados aún no tienen relaciones diplomáticas formales con Israel, pero a raíz de los acuerdos, por otros medios se ha comunicado su aceptación de la presencia de Israel. Por ejemplo, Arabia Saudita ha concedido a la aerolínea nacional israelí, El Al, derechos de sobrevuelo para llegar a los países del golfo Pérsico. Recientemente, los Emiratos invirtieron mil millones de dólares en el campo petrolero israelí de Tamar. En Israel están surgiendo asociaciones tecnológicas con financistas árabes, y las playas de los estados del Golfo se han convertido en destino frecuente para los turistas israelíes.

¿Política de autoidentidad?

Los Acuerdos de Abraham no son los únicos cambios que benefician a Israel. También se están produciendo otros cambios en las relaciones entre estados de la región. Los acuerdos, por revolucionarios que puedan ser, forman parte de un panorama más amplio de las nuevas relaciones. Mientras Estados Unidos reduce su injerencia en la zona, Rusia y China se proponen llenar el vacío. El resultado es una realineación de intereses entre los diferentes estados de la región.

Dentro de Israel, el estancamiento político parece continuar luego de la cuarta elección en dos años. Benjamín Netanyahu, el primer ministro que más ha durado en Israel, luchó por reunir el apoyo que necesitaba para formar un nuevo gobierno; y no parecía haber otro político o partido que tuviera mayores probabilidades de hacerlo. Las dificultades de Netanyahu como jefe del Partido Likud, son reflejo de las realineaciones y los movimientos sísmicos que ocurren en todo el Oriente Medio, y nos recuerdan que la paz de Jerusalén depende de factores tanto internos como externos.

Más recientemente, Netanyahu fue reemplazado como primer ministro por Naftali Bennett de 49 años, líder de la alianza Yamina.  La sucesión de Bennett representa una coalición del partido derechista de Yamina y el partido centrista Yesh Atid.

Una sola idea unió a los partidos de oposición en Israel: sacar a Netanyahu de su cargo de primer ministro de la nación. Los observadores han descrito el actual punto muerto como “la política de autoidentidad” (Arutz Sheva, 26 de abril del 2021).

Porque en Israel, al contrario de lo que ocurre en Estados Unidos, con sus dos partidos políticos principales, las últimas elecciones llevaron a la Knéset, o Asamblea del Estado de Israel, a representantes de diez partidos políticos. Los votantes no escogían el partido que les pareciera más apto para dirigir un gobierno, sino el partido que mejor representara la identidad étnica, religiosa, política y social de cada uno. Otras naciones presentan el mismo fenómeno en diferente medida, pero Israel está a la cabeza… lo que podría causar su propia destrucción.

Los conocedores de la Biblia quizá reparen en que esta situación parece repetir otro período en la historia de Israel, tratado en el libro bíblico de los Jueces. El último versículo de ese libro describe una situación que se explica dos veces en capítulos anteriores, y así resume todo el libro: “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25).

Alianzas inestables

La política de autoidentidad no es solo un problema interno israelí. A lo largo y ancho del Oriente Medio, las alianzas están cambiando más rápidamente que lo que tarda un camaleón en adaptarse al medio ambiente.

El presidente estadounidense, Joe Biden, ha reanudado negociaciones con Irán por sus ambiciones nucleares, lo que causa alarma entre otros estados del Oriente Medio, así como en Israel. Los informes noticiosos vinculan a Israel con varios golpes contra el programa nuclear iraní, comenzando con el virus llamado Stuxnet en el 2010, y luego con el asesinato del principal experto nuclear de Irán en el 2020. Más recientemente, un incidente ocurrido en la planta de enriquecimiento de uranio en Natanz, en abril del 2021, inutilizó o destruyó muchas de las centrífugas. Israel no ha aceptado responsabilidad por estos sucesos, que han intensificado el implacable deseo de Irán por destruir a Israel. Este último país está claramente implicado, además, en acciones contra el transporte iraní, afirmando que lleva armas a Siria o a Hezbolá, que sirve sustituyendo a Irán en el Líbano. Israel también lleva mucho tiempo atentando abiertamente contra instalaciones y actividades iraníes en Siria.

El clima que favoreció los Acuerdos de Abraham se reforzó en el 2016, cuando Arabia Saudita rompió relaciones diplomáticas con Irán, preocupada no solo por las ambiciones nucleares de Irán, sino por su apoyo a los rebeldes chiitas en Yemen; sobre la frontera sur de Arabia Saudita. Recientemente, sin embargo, los saudíes han reanudado sus conversaciones con Irán. ¿Lograrán al mismo tiempo mantener amistad con Irán y con Israel, dos enemigos acérrimos entre sí? Mientras tanto Turquía, miembro de la OTAN, y nación que desde hace mucho ha buscado una orientación del Islam más secularizada u occidentalizada, muestra cierta aproximación a Irán como líder del Islam chiita, y a Arabia Saudita como líder en el mundo del I

slam sunita. ¿Persistirá la triple separación entre los intereses seculares, sunitas y chiitas? ¿O será que a raíz de las alianzas cambiantes, los protagonistas más pequeños logran encontrar sus propios intereses?

De una forma o de otra, la paz continúa eludiendo al Oriente Medio. Dios advirtió a Israel antigua, por medio de sus profetas, que desconfiara de las pretensiones de paz (Jeremías 4:10; 6:14; 8:11; Ezequiel 13:10). En tiempos de Jeremías y Ezequiel, era inminente la subyugación de Jerusalén y el subsiguiente cautiverio nacional efectuado por el Imperio Babilónico. Hoy se podría tildar de “Jeremías moderno” a alguien que, con ruegos fervorosos y reiterados, como los de Jeremías, le advirtiera a su nación, que no pusiera su confianza en el espejismo que son los tratados de paz celebrados entre los hombres.

A su debido tiempo, Jerusalén e Israel tendrán paz, tanto interna como externa. Pero no será gracias a los esfuerzos políticos ni diplomáticos de los hombres. Después del cautiverio en Babilonia, el profeta Zacarías advirtió que Israel sería “piedra pesada” y causante de daño a todas las naciones que interfirieran en sus asuntos (Zacarías 12:2-3).

La paz que en los Salmos se nos insta a pedir, no será resultado de un acuerdo de paz ideado por seres humanos, sino por vivir en armonía bajo la voluntad revelada de Dios. Esa voluntad revelada se encuentra en las páginas de la Biblia, y esas páginas muestran que cuando Jesucristo regrese, Jerusalén será el centro de la paz mundial. Si usted desea saber más sobre los asombrosos cambios que están a punto de estallar en la región, le invitamos a sintonizar en YouTube el programa del señor Richard Ames: ¿Paz en el Oriente Medio?  [MM]

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