Advertencia: No se infle en exceso | El Mundo de Mañana

Advertencia: No se infle en exceso

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"No inflar en exceso" es una advertencia de sentido común que se encuentra en las indicaciones de los neumáticos, pelotas, juguetes y botes. Lo que se infla en exceso puede explotar, arruinar el artículo y causar daños y lesiones a las personas.

La advertencia de "no inflar en exceso" también debe aplicarse a la opinión que tenemos de nosotros mismos. Alguien con esta condición puede ser engreído, vano, egoísta, arrogante, altanero, narcisista, egocéntrico y absorto en sí mismo. Las personas engreídas y arrogantes son importantes en su propia opinión, prepotentes, jactanciosas y actúan como si fueran superiores a todos los demás. Por lo tanto, generalmente evitamos a personas con estas características ya que las hace odiosas y desagradables.

A John Wooden, el famoso jugador de baloncesto y entrenador se le atribuye este dicho: "El talento es dado por Dios. Se humilde. La fama es dada por el hombre. Se agradecido. El concepto de ser importante es asignado por uno mismo. Ten cuidado”.  Este buen consejo pone las cosas en perspectiva. Dios impartió todos los talentos y habilidades que tenemos al nacer. Tuvimos que desarrollarlos, pero no los creamos, por lo que no deberían hacernos importantes. Debemos estar atentos y no inflarnos con egocentrismo porque podríamos causar daño a los demás y a nosotros mismos.

La Biblia nos da numerosas advertencias sobre "inflar en exceso" la opinión que tenemos de nosotros mismos. Romanos 12 nos da muchos consejos valiosos con respecto a este tema. Pablo dice en el versículo 3: "Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener (estimarse demasiado, ser vano o arrogante) sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno de lo que él debería pensar, pero pensar con seriedad, ya que Dios ha tratado a cada uno con una medida de fe". Tener un concepto muy alto de nosotros mismos es inflarnos en exceso.

Pablo también menciona esta condición en Colosenses 2, donde la expresa como "... vanamente hinchado por su propia mente carnal ..." (v. 18). Además, Pablo aconseja a Timoteo que elija a alguien para el puesto de obispo a fin de no elegir a "... un neófito, (un nuevo converso o un principiante), no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo” (1 Timoteo 3: 6).

Esta condición de “inflarse en exceso” o "envanecerse" también se menciona en 1 Corintios 4. Pablo tuvo que lidiar con la mala influencia de aquellos que estaban inflados o envanecidos en la Iglesia en Corinto. Pablo les advirtió "...no sea que, por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros." (v. 6). “Más algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiese de ir a vosotros. Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos” (vs. 18–19). Pablo había querido venir a Corinto antes, pero otros asuntos apremiantes lo habían retrasado. Entonces, él había enviado a Timoteo hasta que él pudiese ir. Los críticos de Pablo intentaron usar eso para menospreciar y condenar a Pablo y exaltarse a sí mismos. Pablo informó a los hermanos que venía en breve para exponer a estos críticos arrogantes, envanecidos que se promovían a sí mismos.

Sobre el importante tema del amor, Pablo continuó su carta a los hermanos en Corinto, explicando qué es el verdadero amor cristiano. 1 Corintios 13 se conoce como "El capítulo del amor", que describe el amor divino actuando en aquellos que tienen el Espíritu Santo, guiándolos en lo que deben y no deben hacer. Una cosa a la que nos guía el amor cristiano es a no ser jactanciosos: “el amor no es jactancioso” … (no se jacta de sí mismo), no se envanece (no es orgulloso, ni altanero)" (v. 4).

Proverbios dice: “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría” (Proverbios 11: 2). Cristo nos dio la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos, la cual concluye así: “…porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lucas 18: 9–14). El inflarse en exceso o envanecerse trae como resultado la vergüenza de ser humillado.