Oración, ¡remedio infalible! | El Mundo de Mañana

Oración, ¡remedio infalible!

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¿Afronta usted problemas que se siente incapaz de superar? ¿Se siente solo, o sola, en su lucha? No olvide el poder de la oración para cambiar su vida ¡para bien!

Cuando usted se vea ante los problemas de la vida, hay un paso de vital importancia que debe dar siempre.

¿Qué tipo de problemas tiene? ¿Problemas de salud? ¿De finanzas? ¿De trabajo? ¿Con su familia o amigos? ¿Su estabilidad mental y emocional? Los diferentes problemas requieren medidas diferentes para su solución, pero todas las soluciones duraderas tienen un remedio en común: la oración.

Ciertamente, tenemos que hacer nuestra parte. Pero el Dios Creador tiene todo el poder del Universo y puede salvarnos dramáticamente ¡y ayudarnos de forma milagrosa!

Si usted desea que Dios le ayude a resolver sus problemas y que responda a sus oraciones, ¿qué esperará Él de usted? La Biblia nos dice: "Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:6).

À medida que usted lea las narraciones bíblicas y vea las maneras como Dios ayudó a su pueblo y lo salvó de penas y tribulaciones enormes, llegará a tener más fe. Lea la historia de Daniel en el foso de los leones (Daniel 6); la liberación de Sadrac, Mesac y Abednego; cuando se hallaban en el horno ardiente de Nabucodonosor en Babilonia (Daniel 3), y cómo los antiguos israelitas fueron sacados de Egipto através el mar Rojo (Éxodo 14). Lea sobre los milagros hechos por Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, cuando sanó a los enfermos, los ciegos, los cojos y los sordos (Mateo 9:18; Juan 11). ¡Lea cómo Jesús levantó a algunos de la muerte! ¡Esto no puede menos de darle fe y esperanza!

El profeta Jeremías trajo esperanza a los habitantes de Judá cuando Nabucodonosor los llevó cautivos a Babilonia. Una vez que aprendieron sus lecciones, Dios prometió responder a su oración humilde: "Porque así dijo el Eterno: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Eterno, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice el Eterno, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice el Eterno; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar" (Jeremías 29:10-14).

¡El mismo principio se aplica a nosotros! ¡Podemos tener una conversación con el Creador del Universo! Él dice que si lo buscamos de todo corazón, lo hallaremos. Podemos orar o hablar con Él, y nos dice: "¡Yo te escucharé!"

¿Cómo debemos orar?

¿Qué nos enseña la Biblia sobre la forma de orar? Una vez escogidos sus discípulos, Jesús les enseñó a orar: "Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos" (Lucas 11:1).

¿Qué fue lo que Jesús les enseñó? Les dio a sus discípulos un esbozo de temas para tratar con Dios. "Les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu Reino. Hágase tu voluntad, como en el Cielo, así también en la Tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal" (Lucas 11:2-4).

El modelo de oración de Jesucristo nos muestra que el primer aspecto importante de nuestra oración es el reconocimiento de quién es Dios. ¡Es nuestro Padre! Como tal, Él desea que nos reconozcamos a nosotros mismos como sus hijos e hijas y que reconozcamos en nuestras oraciones la relación muy personal e íntima que Él desea tener con cada uno de nosotros. También es bueno reconocer a Dios como el Creador, tal como lo hacía el rey David en sus oraciones, de las cuales muchas figuran en el libro de los Salmos.

Si alguna vez usted siente que no sabe sobre qué orar, simplemente abra la Biblia en el libro de los Salmos. Muchos Salmos son oraciones que vienen del corazón de David. Él se dirigía a Dios de modo directo, abierto y sincero sobre sus sentimientos, sus angustias y sus problemas. David se quedaba maravillado al contemplar los cielos y la extensión de la creación. Esto lo vemos en muchos de los Salmos; observe en especial el Salmo 8, o los Salmos 18, 19 y 24; para recibir inspiración del ejemplo de David.

Ore por su Reino y que se haga su voluntad

¿Cuál es el siguiente tema que debemos tratar en nuestras oraciones, según lo indicó el mismo Jesucristo? "Venga tu Reino" (Lucas 11:2). Usted puede seguir el ejemplo de Jesús orando por su obra, para que la buena nueva, el evangelio, se predique en todo el mundo. ¿Por qué es necesario que Jesucristo regrese y gobierne sobre todo el mundo? Al leer el diario o escuchar las noticias, ¿pronuncia usted con frecuencia una oración de inmediato y emotiva pidiendo que venga pronto el Reino de Dios? Las tragedias de la guerra, la violencia, las enfermedades, la pobreza y el sufrimiento humano en general; nos hacen anhelar la venida del Reino de Dios.

Nuestras oraciones deben reflejar ese anhelo. El mundo entero necesita el Reino de Dios. Necesita reeducarse para aprender los principios de Dios y el camino de vida que traen felicidad y paz. Ese es el camino de la ley de Dios. En el Reino de Dios, Cristo enseñará a todo el mundo el verdadero modo de vivir, que incluye guardar los diez mandamientos tal como Jesús los enseñó y amplió. Hay un camino de amor que produce resultados correctos. ¡Todas las naciones de la Tierra necesitan ese tipo de educación!

Enseguida Jesús nos enseña en el modelo de oración la importancia de hacer la voluntad de Dios y no la propia. Jesús nos enseñó a orar: "Hágase tu voluntad, como en el Cielo, así también en la Tierra" (Lucas 11:2). Esta es una clave sumamente importante para que las oraciones tengan respuesta. Los seres humanos somos por naturaleza muy egoístas. La mentalidad del mundo es de codicia y lujuria. Todos hemos tenido la motivación de "obtener". ¡Quizás usted todavía la tenga! Muchas personas solo buscan saciar sus deseos. Quieren hacer su propia voluntad. En Proverbios 14:12 y 16:25 leemos: "Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte". En cambio, el camino de Dios, demostrado por Jesús de Nazaret, ¡es el camino del "dar"! ¿Es así como ora usted? ¿Ora por los demás antes de orar por sí mismo? Pida en oración que se haga la voluntad de Dios en su vida. ¡Él sabe qué es lo mejor para nosotros!

Cuando Jesús, sufriendo profundamente, oró la víspera de su crucifixión, rogó que la copa del padecimiento pasara de Él ¡si era la voluntad de Dios! Observemos que oró así: "Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del Cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra" (Lucas 22:42-44).

¡Jesús estuvo dispuesto a padecer por usted! ¡Entregó su voluntad a la voluntad del Padre! Cuando estemos luchando por algún problema o tribulación, pidamos la ayuda de Dios, pero pidamos también que se haga la voluntad de Él. ¿Teme que sea demasiado pedir? ¿Teme que no sea capaz de manejar una prueba? Tomemos nota de que Dios fortaleció incluso a Jesucristo para que resistiera el sacrificio que iba a padecer.

Reclame las promesas en su oración

Dios se da a conocer, entre otras cosas, en los millares de promesas que nos hace en la Biblia. ¡Usted puede reclamar esas promesas! Veamos algunas: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19). ¿Qué cosas necesita usted? ¿Necesita ropa o alimento? ¿Necesita empleo? ¡Pida! Dios promete suplir todas nuestras necesidades, ¡pero tenemos que hacer nuestra parte! ¿Qué dijo Jesús? "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá" (Mateo 7:7). Mientras busquemos que se haga la voluntad de Dios y no la propia, ¡Él suplirá todas nuestras necesidades tal como lo ha prometido!

Tenemos también otras necesidades, aunque no siempre las tengamos en cuenta. Una es que se nos vuelva al camino espiritual correcto cuando nos hemos desviado. À veces necesitamos corrección. Consolémonos pensando que el Señor nos dará la guía que necesitemos para volver al camino correcto. Puede ser doloroso a veces, pero siempre será para nuestro bien (Hebreos 12).

Para que el poder de la oración actúe en nuestra vida, es necesario que tengamos un orden de prioridades. ¿Cuáles son nuestras prioridades en la vida? ¿Sabemos cuál debe ser nuestra meta? En el sexto capítulo del libro de Mateo, Jesús explicó que Dios nos dará lo que necesitemos, pero que nosotros también tenemos que hacer algo: "Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estascosas os serán añadidas" (Mateo 6:33). ¿A qué "cosas" se refería? Hablaba de todas las cosas materiales que necesitan los seres humanos y que a veces les preocupan ¡porque no confían en Dios! Jesús amonestó a estas personas temerosas por su ansiedad: "Si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?" (Mateo 6:30).

No hay por qué temer: Dios nos ha dado la extraordinaria promesa de que si buscamos primero el Reino de Dios, estaremos forjando una relación estrecha con nuestro Padre en el Cielo y con su Hijo, nuestro Salvador Jesucristo. Dios sabe lo que necesitamos, pero desea que aprendamos a confiar en Él y a depender de Él.

Oremos de corazón

Otro principio básico para contar con el poder de la oración en nuestra vida es este: simplemente hablar desde el corazón. No tenemos que caer en oraciones memorizadas que se reducen a palabras vanas y sin sentido. Jesús nos advirtió contra las repeticiones inútiles: "Orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis" (Mateo 6:7-8).

Muchas religiones hacen énfasis en las oraciones repetitivas, en las cuales se dicen las mismas palabras una y otra vez; o bien acuden a ruedas de oración o banderas de oración que supuestamente envían un mensaje de la persona a su dios invisible. ¡Dios dice que todo eso es en vano! Recuerde, Dios espera que usted busque una relación personal con Él. Como sabe lo que necesitamos, quizá basten peticiones sencillas, pero tenemos que hablar con sinceridad y de corazón, ¡como lo haríamos al tratar con uno de nuestros seres queridos! Y cuando reflexionamos sobre las bendiciones que Dios nos ha dado, tanto lo material como lo espiritual, además de las respuestas a nuestras oraciones, ¡no olvidemos expresarle agradecimiento! (Efesios 5:20).

Jesús dijo: "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10). Es cierto que los cristianos padecen muchas tribulaciones en la vida. Pero tienen el poder de Cristo que les ayuda a resistir. También tienen la oportunidad de volver a captar los verdaderos valores de la vida y la vida abundante. Por eso, además de la promesa de suplir lo que necesitamos, Dios nos hace una promesa especial respecto a los deseos de nuestro corazón. "Deléitate asimismo en el Eterno, y Él te concederá las peticiones de tu corazón" (Salmos 37:4). ¡Qué extraordinaria promesa! Obviamente tienen que ser deseos lícitos, que estén en armonía con la voluntad divina. Y si estamos en armonía con la voluntad de Dios, ¡son tantas las maneras como desea enriquecer nuestra vida y hacer cumplir nuestros sueños y esperanzas!

¿Qué sucede con los que no se arrepienten?

Dios desea que oremos a Él y que lo hagamos parte de nuestra vida. La oración cambia las cosas; es la vía de comunicación que nos une a Dios. Entonces, ¿acaso escucha las oraciones de los pecadores que no se arrepienten? Comprendamos que no se puede esperar que Dios escuche y responda a nuestras oraciones si continuamos deliberadamente practicando los caminos del pecado.

¿Qué es pecado? Veamos: "Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4). Pero si hay arrepentimiento, ¡Dios sí nos salva! "He aquí que no se ha acortado la mano del Eterno para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír" (Isaías 59:1-2).

Dios no escuchará las oraciones de un pecador empedernido que no se arrepiente e insiste en continuar pecando. Pero, si deseamos real y profundamente cambiar nuestra vida. Si nuestro anhelo de corazón es librarnos de nuestros hábitos de pecado. Si realmente deseamos la ayuda divina para arrepentirnos y cambiar, y si tenemos la valentía de confesar nuestros pecados personalmente y en privado con Dios, entonces Él nos ayudará.

¿Cómo puede saber si lo hará? Las Sagradas Escrituras lo demuestran con la historia que Cristo narró sobre el fariseo y el publicano: "A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido" (Lucas 18:9-14).

Dios no escuchará las oraciones del pecador que no se quiere arrepentir, pero sí escuchará la suya si usted reconoce y lamenta sus pecados; y se propone cambiar esa conducta. Fue así como escuchó la confesión humilde del publicano. El apóstol Juan escribió por inspiración: "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). Esta es la promesa de Dios. No es fácil reconocer nuestros pecados. Exige valor. Pero tenemos que humillarnos y buscar a Dios de todo corazón.

Al hacer esto, ¿cuál será el resultado? Dios nos dice en Isaías 55:6-7: "Buscad al Eterno mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Eterno, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar".

Dios desea que estemos con Él en la eternidad. Como Padre amoroso, promete darnos lo necesario para la vida. Promete darnos "cosas buenas". Y promete concedernos los deseos del corazón. Pero tenemos que estar dispuestos a buscarlo, a confiar en Él y a obedecerle. Cuando usted tenga, pues, un problema o una necesidad, ¡ore! Ya estará en camino hacia el perdón, la misericordia, la comprensión e indescriptibles bendiciones y victorias sobre el pecado. Recuerde la promesa de que Dios "es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros" (Efesios 3:20). ¡Reclame las promesas de Dios! Establezca esa vía de comunicación que es la oración! Cambiará su vida ahora y lo preparará por el futuro Reino de Dios, ¡bajo la mano amorosa de nuestro viviente Salvador, Jesucristo!

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