El valor de un buen nombre | El Mundo de Mañana

El valor de un buen nombre

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La abuela Willa fue una influencia positiva en mi vida. Ella tenía principios, pero era comprensiva; le gustaba ayudar, pero no lo demostraba mucho; enseñaba, pero no le gustaba confrontar. Las manchas en el techo de la cocina de su pequeña casa de dos habitaciones atestiguaban su amor por hacer conservas y por las cenas familiares. Tenía muchos talentos y muchas pasiones.

Una de las pasiones de la abuela era la historia familiar. Ella fue quien me introdujo por primera vez a la historia familiar cuando yo era una niña de nueve o diez años. Mientras la visitaba un verano, preparó un almuerzo campestre para las dos. Luego, en su viejo coche, de la época de la posguerra, nos dirigimos a una vieja iglesia y al cementerio contiguo ubicado a varias millas de la ciudad donde están enterrados muchos de mis antepasados. Algunas lápidas datan de finales del siglo XVIII. No hay duda de que la abuela decidió que era hora de presentarme nuestra historia familiar, una pasión y responsabilidad que heredó de su madre y que tenía la intención de compartir conmigo.

Los predios de la iglesia y del cementerio estaban situados en la cima de una colina. El valle, tenía pequeñas granjas y pastos y colinas suavemente onduladas. La propiedad de la iglesia y el cementerio estaban bien mantenidos y todavía se encuentran en muy buenas condiciones en la actualidad. Así que allí, sobre una manta en el césped bajo un gran árbol de sombra cerca del edificio de la iglesia que llevaba el apellido de soltera de mi madre, disfrutamos de nuestros sándwiches, torta de melocotón y bebidas. La abuela Willa procedió a enseñarme sobre mi ascendencia y sobre mis apellidos.

En los últimos años, he hecho algo de investigación y he aprendido que hay muchos apellidos ancestrales con ricos antecedentes culturales y muchos orígenes nacionales. Algunos antepasados ​​pasaron sus nombres a sus hijos, o le pusieron el nombre de un familiar, un padre o antepasado muy querido. El apellido de soltera de la abuela Willa fue pasado y se incorporó al segundo nombre de mi padre. El comportamiento de un antepasado o un miembro de la familia puede ser para vergüenza o para honor a su nombre y al nombre de la familia.

Dios tiene muchos nombres. Sus nombres revelan Su carácter, lo que El hace y Su relación con nosotros. Una representación física de Él no es necesaria porque Sus muchos nombres nos dicen todo acerca de Él. El Roi (el Dios que ve, Génesis 16:13) y YHVH Rophica (el Dios que sana, Éxodo 15:26) son dos de Sus muchos nombres. Y, debido a que soy bautizada en Su nombre, se deduce que lo que yo hago, lo que digo y lo que soy refleja con honor o deshonra Su nombre, que es la esencia del tercer mandamiento.

Una de las responsabilidades más importantes y poderosas que tienen las mujeres es influir y enseñar a los niños. Una madre que tiene un buen entendimiento de los nombres de Dios puede darle a su hijo una imagen positiva y apropiada del carácter de Dios, lo que Dios hace y su relación con nosotros.

Un niño que hace algo “inapropiado", o que tiene tendencia a portarse mal, debe saber que Dios ve lo que están haciendo, y un niño que está enfermo se consolará al saber que Dios sana. Un niño puede aprender, con el tiempo, a responder y abrazar las cualidades de un carácter justo que ayudan y contribuyen a la formación positiva en su crecimiento hasta el bautismo y hacia un futuro portentoso.

Enseñemos a nuestros hijos y nietos el valor de un buen nombre, justo y recto, como reflejo de nuestro carácter.