La lección que aprendí de mi perro | El Mundo de Mañana

La lección que aprendí de mi perro

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Hay ocasiones en las que pienso que mi perro es más inteligente que yo. Creo que la mayoría de los dueños de perros sienten lo mismo en algún momento. Este pensamiento comenzó la noche en la que mi perrita me enseño una valiosa lección.

Lo último que hago antes de acostarme es llevar a mi perra, Nola, al patio trasero. Generalmente llevo una pequeña linterna conmigo para poder vigilar los alrededores, pero a veces se me olvida llevarla. Por lo general, cuando Nola tiene que salir a hacer sus necesidades, sale disparada de la terraza del patio, pero cuando me olvido de encender la linterna, ella se queda en las escaleras, adentro de la casa, dudando si debe o no bajar los escalones para salir. Después de verla hacer esto en varias ocasiones, entendí que cuando la luz esta apagada, ella no quería bajar por que no podía ver el final de los escalones. Para ayudarla, enfoco la luz de la linterna en las escaleras y cuando ya puede ver, sale corriendo felizmente. Pensaba que esto era una tontería ya que los dos hemos bajado y subido estos escalones miles de veces y obviamente ella sabe lo que hay al final de las escaleras.

Sin embargo, una noche en particular, el cielo estaba claro y brillante, y yo estaba mirando las estrellas mientras bajábamos las escaleras. Por supuesto, Nola dudó en bajar, ya que yo había olvidado encender mi linterna. Esta vez fui yo el que no vio el último escalón y me caí al suelo lastimando mi tobillo. No fue nada serio, pero me sentí como un tonto y el golpe me dolió bastante. Mientras saltaba refunfuñando y frotando mi tobillo, Nola me miraba como si me hubiera vuelto loco.

Luego recordé el Salmo 119:105: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino" y más tarde, otra escritura vino a mi mente: "Fíate del Eterno de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos” (Proverbios 3:5–6).

Esa noche, me di cuenta de que, al menos por un momento, mi perra había sido más lista que yo. Nola estaba esperando a que le iluminara el camino para poder salir sin lastimarse y yo confié ciegamente en mi experiencia y en mi "propio entendimiento" de la situación, ¡y recibí la consecuencia de ese modo de pensar, tropezando en la oscuridad!

Cuando miramos a nuestro alrededor, vemos a toda una sociedad apoyándose en su propio entendimiento, caminando en la oscuridad espiritual, y con frecuencia vemos las consecuencias de esta manera de pensar. Cuando leemos la palabra de Dios y guardamos Sus mandamientos, nuestro camino se ilumina, y podemos caminar por la vida con seguridad y expectativas claramente definidas. Cuando hacemos lo correcto y obedecemos a Dios y a Su ley, estamos a salvo y seguros.

Solo piense: Este mundo podría ser mucho mejor si todos eligiéramos caminar por el camino del bien iluminado por la justicia, la paz, el amor, la unidad, y una misma fe. Así es el camino que ilumina la lámpara de la Palabra de Dios.

Mi perra fue más inteligente que yo, ya que buscó el camino iluminado.