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La Declaración de la Independencia estadounidense, escrita en Filadelfia en el 1776 después de varios meses de debate y negociación, contiene una hermosa declaración de principios. Se "escuchó en todo el mundo" y sigue resonando entre la gente de hoy. "Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". Es un concepto edificante que reconoce, por supuesto, la igualdad compartida a los ojos de la ley y ante nuestro Creador. Sin embargo, esta igualdad a menudo parece evaporarse.

A medida que se desarrolla la vida, los resultados individuales a menudo son muy desiguales. Los logros, las contribuciones a la sociedad, los niveles de prosperidad económica y las relaciones interpersonales varían ampliamente. ¿Por qué es así? A menudo se reduce a las decisiones que las personas toman en su vida diaria.

El dicho popular "La calidad de sus decisiones determina la calidad de su vida" es verdadero. Ciertamente, algunas cosas están fuera de nuestro control y es posible que tengamos problemas cuando menos lo esperamos.

Los filósofos llenos de elocuencia y los expertos en charlas motivadoras dan sabios consejos, sin embargo, una fuente, que a menudo se pasa por alto, contiene una gran cantidad de información, sabiduría y comprensión sobre muchos temas que influyen en la capacidad de una persona para ser feliz y alcanzar la prosperidad. Esa fuente es la palabra de Dios.

Cuando los antiguos israelitas fueron liberados de siglos de esclavitud en Egipto, Dios, a través de Moisés, les dio los Diez Mandamientos, reglas de vida que los guiarían gradualmente hacia la paz y la prosperidad. Sin embargo, permitió que los seres humanos ejercieran su libre albedrio, es decir, no forzó la obediencia, sino que prometió proveer y proteger a quienes obedecen estas leyes espirituales. Ellos tomaron su decisión desde el principio; los israelitas se mostraron reacios a obedecer y sufrieron las consecuencias de sus malas decisiones.

Las instrucciones de Dios fueron muy claras. Él dijo: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia" (Deuteronomio 30:19). Más tarde, Josué, quien sucedió a Moisés, desafió a la gente mientras se preparaban para entrar a la tierra prometida: “Ahora, pues, temed al Eterno, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid al Eterno. Y si mal os parece servir al Eterno, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos al Eterno” (Josué 24:14–15). Lamentablemente, muchos a menudo toman las decisiones equivocadas y los resultados son desastrosos.

Salomón, el sabio rey de Israel, escribió el Libro de los Proverbios, que contiene perlas de sabiduría diseñadas para hacer sabios a los simples. Estos proverbios son sabiduría verdadera y pueden ayudarlo a analizar situaciones que involucran relaciones personales, finanzas, templanza; qué esperar o evitar al tomar decisiones en la vida. Todos, jóvenes o viejos, encontrarán buenos consejos e instrucciones en estos versículos. Por ejemplo, la importancia de la elección cuidadosa de los amigos se enfatiza en Proverbios 12:26 "El justo sirve de guía a su prójimo; mas el camino de los impíos les hace errar".

En el Nuevo Testamento, encontramos un ejemplo de una mujer que tomó la decisión correcta cuando Jesús vino a visitarla a su casa:  “Aconteció que, yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lucas 10:38–42).

María aprovechó el momento para estar cerca de Jesús y aprender de él, mientras algunas cosas menos importantes distraían a su hermana.

Diariamente, cada uno de nosotros tiene que tomar decisiones que determinan nuestro curso en esta vida. ¿Ha tomado la decisión de Josué y María para obedecer a Dios, aprendiendo y creciendo en esta era mientras nos preparamos para Su Reino? Esto requiere establecer prioridades correctas y determinar qué es realmente importante en la vida. Jesús lo dejó claro en Mateo 6:33, donde reconoció la necesidad básica de comida, ropa y refugio, pero exhortó a sus seguidores diciendo “buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas".

Es su decisión.