La familia de hoy y del mañana: ¿Qué podemos cultivar? | El Mundo de Mañana

La familia de hoy y del mañana: ¿Qué podemos cultivar?

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Incorporar la agricultura en nuestra vida, aunque sea en interiores, puede aportar beneficios a la salud de la familia, tanto física como espiritualmente.

La tecnología ha proporcionado comodidades a la vida, y nos ha librado de muchas dificultades. Admiramos el poder de la realidad virtual, la inteligencia artificial y una corriente de información al parecer ilimitada; y todo lo tenemos, literalmente, ¡a nuestro alcance! Pero al mismo tiempo, muchos se preocupan al ver cómo nuestra sociedad anda cada vez más desconectada del mundo natural. Muchos vivimos, trabajamos y nos divertimos en un mundo de interacciones interminables con la pantalla. A medida que avanza la tecnología, la desconexión no puede menos que empeorar.

Sin embargo, fundamentalmente nosotros, como seres humanos, somos realmente parte de la creación: el mundo de las semillas, las plantas y la tierra. La misma palabra “humanidad” tiene ecos en nuestros orígenes, ya que viene del latín humanus, que a su vez viene de humos que significa “tierra”. Aun hoy usamos “humus” para indicar la “capa superficial del suelo” (humus, rae.es/dpd/humus).

El Dios Eterno creó a la humanidad con la posibilidad de vivir para siempre. Vivimos como modelos de barro, y la Tierra es el lugar donde nos preparamos para nuestro destino (2 Corintios 5:1). La primera tarea que Dios le dio a nuestro antepasado Adán, fue que labrara y cuidara el terreno del Edén (Génesis 2:15).

Existen beneficios reales y prácticos, que en nuestra familia podemos disfrutar si hacemos de vivir y cultivar cosas que sean parte de la vida. ¿Cuáles son algunos de los beneficios de cultivar un estilo de vida que incluya el cuidado de las plantas?

Consideremos lo siguiente:

Es bueno para nuestra salud

Los beneficios físicos de trabajar al aire libre en un huerto o un jardín de flores son evidentes: caminar, agacharse, levantar cosas y moverse. Y también es bueno para nuestro bienestar mental. El doctor Charles Hall, profesor en la universidad de Texas A&M, ha llevado a cabo amplias investigaciones sobre la forma en que las plantas y la jardinería contribuyen a mejorar la salud, tanto física como mental, y presentó sus hallazgos en un artículo publicado en el Journal of Environmental Horticulture. Los siguientes son algunos de los efectos provechosos que el doctor Hall identificó con el cultivo de plantas:

  • Reducción del estrés y la ansiedad.
  • Mejora en el déficit de atención.
  • Disminuye la depresión.
  • Mejor retención de la memoria.
  • Mejora de la felicidad y satisfacción en la vida.
  • Mitigación del trastorno de estrés postraumático.
  • Aumento de la creatividad, productividad y atención.
  • Efectos de la demencia reducidos.
  • Mayor estimación propia.

(Efectos positivos de la jardinería en la salud mental, AgriLifeToday.TAMU.edu, 25 de abril del 2022).

Para cosechar los efectos positivos de cultivar, ni siquiera es necesario salir de casa. Las plantas de interior ofrecen algunos de los mismos beneficios, como los descritos en el siguiente artículo de Healthline.com: “Un pasatiempo para todas las temporadas: Siete beneficios de las plantas de interior demostrados por la ciencia”. En este se afirma: “La jardinería de interior alivia el estrés, realza la creatividad, productividad y concentración, y promueve la recuperación. Hay algunos indicios de que las plantas interiores también tendrían una influencia positiva en la calidad del aire dentro de la casa… Compartir el espacio de la vivienda o del trabajo con plantas que viven y respiran es algo que contribuye a producir un ambiente más feliz y sano”.

¿Estamos propensos en nuestra familia a la tensión? ¿Por qué no hacer una pequeña labor de cultivo? En nuestra era de angustias, el cultivo de alguna planta es una actividad que descansa y tranquiliza.

Producir alimentos nos ahorra dinero

Todos necesitamos comer. Entonces, ¿por qué no probar el cultivo de plantas que brinden alimento para la familia? Cuando pensamos en lo que una simple planta de tomates produce, resulta impresionante ver cuánto podemos ahorrar cultivándola nosotros mismos. Una planta de tomate puede costar un poco más que un tomate en sí… pero si produce un par de decenas de tomates, ¡recuperamos con mucho ese costo!

Si empezamos con semillas, podemos producir centenares de tomates ¡por menos de lo que cuesta una sola planta! Y si compramos semillas de variedades tradicionales, reduciremos aún más el costo, ya que sus semillas se prestan para secarlas y guardarlas de año en año, para utilizarlas en un futuro.

Cuando la inflación va mermando el presupuesto familiar, la producción de nuestros propios alimentos, aunque sea en pequeña cantidad, puede traer grandes beneficios económicos para nosotros y nuestra familia.

El brote de una semilla es milagroso

El cultivo de alimentos también nos da la hermosa oportunidad de presenciar el milagro de la vida. ¡Reflexionemos! ¿Hay algún invento humano que se acerque a las capacidades tecnológicas de una humilde semilla? Esa semilla, sea de tomate, de una flor como el girasol o de un majestuoso pino; lleva consigo todo el código genético necesario para reproducir el mismo tipo de planta que le dio origen. Y con frecuencia, en condiciones propicias, las semillas pueden permanecer inactivas, almacenando aquellos datos valiosos por semanas, meses o años. Algunas tienen miles de años ¡y aun así producen! (The Guardian, 5 de febrero del 2020).

¡Es un milagro impresionante! Y nosotros mismos podemos presenciarlo: basta sembrar una semilla en un recipiente con tierra, regarla y colocarla en una ventana soleada. Si tenemos hijos, conviene hacerlo con ellos. Podemos enseñarles sobre la creación, explicarles de dónde vinieron ellos mismos, creados a la imagen de Dios (Génesis 1:26; 2:7). Luego, podemos invitarlos a sembrar una semilla, regarla y observar con asombro cuando brote pocos días después. Es un poderoso testimonio de la naturaleza viviente sobre la creación divina, de la cual todos formamos parte. Los niños pueden ver por sí mismos que la teoría de la evolución no puede competir con la realidad, con la grandeza y el poder de Dios.

Verdadera conexión con el mundo real

En años recientes, las actividades agrícolas simuladas en línea, como FarmVille, Hay Day y Harvest Honors; se han convertido en grandes negocios… al punto que, en el 2023, el “mercado mundial de juegos de granjas” se valoraba en $370 millones de dólares (Econ Market Research, febrero del 2024). Kermit Ball, coordinador comunitario de Giants Software, explica así el encanto del juego Farming Simulator producido por su empresa:

“Uno puede relajarse y conversar con amigos mientras juega, pero también los quehaceres pueden ser interminables… Tantas personas hablan del carácter tranquilizante de la simple labranza de nuestros campos. Es un juego en el cual uno realmente puede perderse… Empieza a jugar y a trabajar los campos, mientras escucha los sonidos de la maquinaria agrícola y de la naturaleza combinados, y es algo que relaja, y así pasan horas sin que uno se dé cuenta (Digital Trends, 20 de agosto del 2022).

Es claro que nuestros hijos se motiven fácilmente a jugar a la agricultura virtual. ¿Por qué no invitarlos a probar con la agricultura real; a producir un tomate de verdad, una flor de verdad, y a la vez que palpen, huelan y sientan la creación?

Nosotros, como discípulos de Jesucristo, estamos a la espera del Reino milenario de Jesucristo, cuando “se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente” (Miqueas 4:4). ¿Significa que todos seremos agricultores? No es probable, pero indica una conexión profunda con la tierra, el final de los entornos estériles que promueven la ansiedad y el descontento.

Visualizar el futuro Reino de Dios, nos permite vislumbrar maneras de mejorar nuestra vida actual, aunque sea solo un poquito. La mayoría estamos en condiciones de incorporar más plantas vivientes, anticipo del milenio en nuestra vida desde ahora. Por el bien de nuestra salud y de la familia, de nuestro presupuesto y de nuestra relación con el Creador; pensemos seriamente en incorporar algo verde y viviente en nuestra vida. Preguntémonos: ¿Qué puedo cultivar? [MM]

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