¡Cuidado con los falsos profetas! | El Mundo de Mañana

¡Cuidado con los falsos profetas!

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Se acerca el tiempo del fin. Pronto vendrá. La Biblia indica claramente que al final de esta era ¡surgirá una ola de falsos profetas!

Estos individuos, voluntariosos y llenos de vanidad, quizá afecten incluso la vida de muchos suscriptores de El Mundo de Mañana, si se lo llegan a permitir. Quienes trabajamos en esta obra hemos enseñado reiteradamente el mismo "camino" de vida que Jesucristo enseñó a sus propios discípulos. Hemos enviado, absolutamente gratis, millones de revistas y folletos que explican los diez mandamientos y cómo guardarlos con la ayuda de Dios. Los hemos animado constantemente a incorporar dentro de su vida aquel "cristianismo original" de Jesucristo y los apóstoles, todo basado en el camino del amor, que es el camino de Dios.

Pero con el transcurso del tiempo, muchos falsos maestros surgirán, intentando desorientar a personas sinceras y alejarlas de la obra de Dios. Siempre ha sido así. El apóstol Pablo tuvo que advertir a los ancianos de Corinto: "Yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos" (Hechos 20:29-30). El propio Jesús nos advirtió: "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?… Así que, por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7:15-16, 20).

¡Reflexione!

¿Cuál es el "fruto", es decir, el resultado de que personas sinceras aprendan a seguir el ejemplo de Cristo y los primeros apóstoles? El resultado es un pueblo sinceramente dispuesto a amarse y servirse unos a otros y a su prójimo. Es un pueblo que ama al Dios Creador y guarda con alegría sus sábados semanales y sus días santos anuales; un pueblo que, con Cristo morando dentro de sí, anda por el camino de los diez mandamientos.

En cambio, cuando se siembra entre el pueblo de Dios alguna semilla de duda y desánimo, cosa que suele ocurrir por "detalles técnicos" de profecía o cronología, la mayoría de la veces pequeños y discutibles, el fruto no será bueno. El apóstol Pablo le pidió a Timoteo que enseñara la "sana doctrina", diciéndole: "Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora. Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida" (1 Timoteo 1:3-5).

Toda doctrina sana vuelve a los mandamiento de Dios basados en el amor (v. 5) y el servicio. Los verdaderos ministros de Jesucristo destacan ese modo de pensar y ese modo de vivir. Los verdaderos ministros de Cristo muestran humildad y procuran por todos los medios animar y servir a la gente de Dios. En su última carta en la Biblia, el apóstol Pedro les dijo a los ministros a quienes supervisaba que atendieran a los cristianos "no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey" (1 Pedro 5:3). Luego el apóstol prosigue: "Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo" (vs. 5-6).

En tiempos de los apóstoles, cuando uno de los primeros falsos apóstoles comenzó a engañar a la gente, la Biblia narra que el hombre andaba "haciéndose pasar por algún grande"(Hechos 8:9). Al final, la gran rebelión contra Dios estará encabezada por un individuo voluntarioso y vanidoso "el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios" (2 Tesalonicenses 2:4).

Así pues, si cualquier hombre o mujer pretende nombrarse "apóstol" a sí mismo o se proclama a sí mismo "profeta", ¡tenga cuidado! No olvide que Dios nos advierte una y otra vez: "El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido" (Mateo 23:12; Lucas 14:11; 18:14).

Ninguno en esta obra, que le ofrece a usted el programa de radio y televisión y esta revista El Mundo de Mañana, ha pretendido jamás proclamarse "profeta" ni "apóstol". No olvidemos que la Palabra de Dios describe las "señales" de un apóstol como "señales y prodigios y milagros" (2 Corintios 12:12). Entre todos los seres que viven hoy, ¡ninguno ha producido este tipo de "señales" para indicar que es un verdadero apóstol o un verdadero profeta!

Por último, permítanme advertir firmemente a todos nuestros lectores, en el nombre de Jesucristo, que al final de esta era, y en vida de la mayoría de ustedes, aparecerá un "hombre de pecado" (2 Tesalonicenses 2:3), el cual hará grandes "señales" ¡y con ellas engañará a millones de seres confundidos! Dios inspiró al apóstol Juan para que describiera a este individuo como "otra bestia" (Apocalipsis 13:11). Este individuo aplicará el poder del Imperio Romano restaurado, pero no será su líder político ni militar, sino una formidable figura religiosa ¡que engañará a millones! De él escribió el apóstol Juan: "También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la Tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la Tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió" (Apocalipsis 13: 13-14).

"Fuego del cielo"… ¿en nuestra época moderna?

¡Así es! Probablemente no ocurrirá antes de varios años, ¡perovendrá en vida de muchos de ustedes!

La Biblia dice que con sus espectaculares milagros, este líder será el que "engaña a los moradores de la Tierra" (v. 14). Recordemos esta advertencia en la Palabra de Dios: "Si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido" (Isaías 8:19-20). La "clave" es rechazar a todo el que se haga pasar por apóstol o profeta y que pretenda alejarnos de la ley de Dios o apartarnos de su obra, la que Cristo y los apóstoles proclamaron sin cesar.

No dejemos, pues, de practicar lo que Dios ordenó: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad" (2 Timoteo 2:15). À medida que usted se "alimente de Cristo" y que beba la Palabra de Dios, la cual revela la mente de Dios, ¡se hará más y más difícil que llegue a ser engañado! Como dijo Jesús, consideremos siempre los "frutos". ¿Es auténticamente humilde el que se dice profeta o apóstol en su deseo de servir al prójimo y de enseñarle el camino de vida basado en los diez mandamientos y el sermón del Monte? ¿O busca más bien conseguir adeptos y dirigir a la gente hacia ideas y conceptos que no son bíblicos o que simplemente no tienen importancia? ¿Enseña y practica el camino de humildad mostrado por Jesucristo? Ô por el contrario, ¿se vale de sus enseñanzas para exaltarse a sí mismo?

Por el bien de su vida eterna, recuerde siempre la magnífica descripción del verdadero cristianismo en palabras del apóstol Pablo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2:20). Antes de apresurarse a aceptar las enseñanzas de algún "profeta" o "apóstol", pregúntese: "¿Me está ayudando esta persona a que el verdadero Jesucristo viva su vida dentro de mí por medio del Espíritu Santo? Ô bien, ¿algo está haciendo falta?"

¡Lo que "falta" puede significar la diferencia entre vida eterna y muerte eterna! No olvidemos la amonestación de Jesucristo: "He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona" (Apocalipsis 3:11).

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