Allí estaba, detrás de mí… | El Mundo de Mañana

Allí estaba, detrás de mí…

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Estando aún oscuro en la madrugada, trataba de despabilarme mientras guardaba mis cosas personales en un casillero del gimnasio local. Tan temprano había pocas personas allí y tenía pensado pasar un agradable rato de solitaria meditación. Me equivocaba.

Pasé mis cosas personales a la repisa y eché una mirada a la pantalla de seguridad, conectada a una cámara que se dirigía a mi espalda. Fue entonces cuando la observé, como saliendo de la nada, justo detrás de mí.

¡Mi calva!

Bueno, no era una calva completa. Quizá sea que la hierba está más delgada en esa parte del prado. Pero a veces, cuando logro verla, parece un buen lugar para que los niños excaven en la tierra sin obstrucción.

¡Ni más ni menos que calvicie!

No es que me moleste mucho. La frente de mi abuelo cada vez más despejada me había advertido que este día llegaría. Me he consolado pensando cómo se reduciría la necesidad de mantenimiento del cabello, planeando todo lo que haré en las horas ahorradas cada día. Pero volvamos al tema.

Se me ocurrió que, si bien la he visto solo un par de veces, mi esposa la ha visto con frecuencia, al igual que mis hijos, mis vecinos y todo el que haya mirado mi coronilla.

Entonces me di cuenta: llevo conmigo siempre algo que otros ven fácilmente pero que para que mí es casi imposible de divisar sin alguna ayuda como espejos en ángulo, cámaras de seguridad o cosas por el estilo. Se me vino a la mente un versículo de la Biblia: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" (Jeremías 17:9).

No todos tenemos una calva. Pero todos tenemos puntos que otros ven mejor que nosotros. Nuestros propios defectos pueden ser casi invisibles para nosotros… como

aquel hombre que, cuando le dicen que está malhumorado, contesta a gritos: "¡No es cierto!"

¿Cómo reacciona usted cuando alguien le hace caer en cuenta de alguna falla en su carácter o conducta? Quizá reaccione de inmediato diciendo que la persona es "demasiado sensible" o que "no entiende" la situación. À veces es cierto que nuestros críticos se equivocan, pero, ¿habrá una manera, una manera realmente objetiva, de saber si tienen razón? ¿Existe algún espejo perfecto que nos ayude a ver los "puntos calvos" en nuestra vida?

¡Sí! La Palabra de Dios y su ley nos ayudan a ver lo que normalmente nos es oculto, siempre y cuando estemos dispuestos a actuar cuando Él nos lo muestra. En la Biblia leemos: "Si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, este es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace" (Santiago1:23-25). La Palabra de Dios puede despejar la ilusión generada por nuestro corazón engañoso "porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12).

El hecho de que usted no lo vea no significa que no esté allí, igual que esa calva que tengo en la coronilla. ¡No permita que su calvicie espiritual lo tome desprevenido! Si desea ayuda en el empleo de ese maravilloso espejo que es la Palabra de Dios, lo invitamos a solicitar los ejemplares gratuitos de nuestros folletos: Los diez mandamientos y ¿Qué es un verdadero cristiano?

Con la ayuda de Dios usted puede mejorar su vida… y quizás incluso ¡corregir esa calvicie!

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