Oferta y demanda: la economía de la crisis de las drogas ilícitas

Díganos lo que piensa de este artículo

A la fecha, todos los recursos del gobierno de los Estados Unidos no han podido detener el flujo de drogas ilícitas hacia las calles y dentro de los campus, lugares de trabajo e incluso salas de juntas en todo el país. Esto ha tenido consecuencias desastrosas para las familias y la sociedad. La Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) fue creada en julio de 1973, pero a pesar de sus mejores intenciones, no ha podido eliminar el uso generalizado de narcóticos y otras drogas alucinógenas.

Con la introducción del fentanilo, un poderoso opioide sintético 50 veces más fuerte que la morfina, las muertes por sobredosis accidentales se han multiplicado en todo el país. ¡Del 2018 al 2023, más de 250,000 muertes han sido atribuidas a su consumo! Su extrema peligrosidad es bien conocida por médicos y por usuarios en las calles—entonces, ¿por qué es tan prevalente? Aquí entra en juego el principio económico básico de la “oferta y la demanda”. El mercado no ha sido eliminado porque existe una enorme demanda de drogas ilícitas. Quienes son adictos pagarán lo que sea necesario, generando enormes sumas de dinero para personas sin escrúpulos dispuestas a correr el riesgo de multas y encarcelamiento para proveer las drogas. Estos ingresos son tan grandes que sociedades enteras e incluso algunos gobiernos nacionales están dominados por carteles que producen, distribuyen y venden productos mortales y adictivos.

Sin embargo, este problema aparentemente moderno tiene raíces antiguas. La Biblia dice que en el tiempo de Noé, “vio el Eterno que la maldad de los hombres era mucha en la Tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5). Salomón fue inspirado a escribir: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol” (Eclesiastés 1:9).

Las fuerzas del orden tienen un papel necesario en la solución de este problema. “Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal” (Eclesiastés 8:11). Una acción rápida por parte de la policía, los fiscales y los tribunales puede reducir el flujo y la venta de drogas ilícitas. Sin embargo, mientras la demanda no se reduzca o elimine significativamente, este problema maligno continuará. Para lograrlo, se requiere un cambio de actitud por parte de quienes consumen drogas ilícitas. Obviamente, la educación es una herramienta poderosa, pero se necesita algo más.

La demanda de narcóticos parece haber aumentado a medida que la estructura básica de la familia se ha desmoronado en el mundo occidental. El apóstol Pablo instruyó: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4). Proverbios 22:6 da un principio amplio en este punto: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Los valores familiares sanos inculcados desde la infancia y practicados en el hogar eliminarán eficazmente la demanda y, por tanto, el mercado de drogas ilícitas.

Con un lenguaje vívido, la Escritura describe las trampas y la desesperanza resultantes de la embriaguez: “¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos?… Tus ojos mirarán cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades” (Proverbios 23:29–35).

Esto describe a quienes están esclavizados por la adicción a las drogas ilícitas. Si bien el daño físico es devastador, las consecuencias espirituales son aún más graves. Dios describe la sobria ejecución final que se llevará a cabo sobre los pecadores impenitentes: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8). Note que “hechiceros” se traduce de una palabra griega que significa “el que encanta con drogas o pociones” (Léxico Griego-Inglés de Thayer del Nuevo Testamento). Claramente, esto se aplica a quienes hacen un mal uso de las drogas.

Si bien usted no puede cambiar la cultura de las drogas en la sociedad, sí puede hacer cambios en su vida y en su familia. Su ejemplo al rechazar la cultura de las drogas influirá positivamente en otros.

Puede aprender más sobre estos peligros y lo que la palabra de Dios dice al respecto consultando el folleto: Marihuana: Lo que nunca nos han dicho.