Prepárese para ser una ayuda idónea | El Mundo de Mañana

Prepárese para ser una ayuda idónea

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El papel de la mujer en la sociedad ha sido muy mal entendido a lo largo de la historia, lo que ha causado grandes estragos en las familias. Hoy vemos una gama de ideas sobre los roles de las mujeres. Hay algunas culturas en las que las mujeres son consideradas poco más que esclavas y se les niegan los derechos básicos. En el extremo opuesto del espectro, encontramos feministas radicales que abogan por la abolición total del matrimonio. Se adhieren a la idea de que las mujeres no necesitan a los hombres para estar satisfechas, pero no es la intención de Dios que las mujeres o los hombres estén solos en la vida. Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18).

Crecimos como niñas pequeñas soñando con nuestro príncipe azul, que sería guapo, apuesto y, ya sabe... ¡encantador! A medida que maduramos, las mujeres cristianas nos damos cuenta de que todavía queremos un príncipe azul, pero con cualidades diferentes. Deseamos un hombre convertido que sirva dentro de la Iglesia lo mejor que pueda. Queremos un hombre con varios intereses, que sea completo y sociable. Hay muchas otras características que "sería bueno que tuviera", pero una consideración importante es que queremos un hombre con educación y habilidades que le permitan proveer para una familia. Entonces, dado que tenemos todos estos requisitos en mente, ¿qué debemos hacer para poder ser la ayuda idónea de un hombre así?

Dios ha creado a la mujer para que sea una madre para sus hijos y un modelo a seguir para las mujeres más jóvenes a medida que madura. Lo ideal es que sea una mujer conforme a "Proverbios 31", no una "mujer débil y tímida", sino una sierva ocupada y provechosa. También fue creada con el potencial único de ser la compañera de un esposo para toda la vida (Mateo 19:5–6, Romanos 7:2). Para cumplir este propósito, es necesario que haya múltiples niveles de compatibilidad. La clave es que desarrollemos las cualidades que nos gustarían en una pareja para que seamos compatibles o comparables con él. Si deseamos un hombre cuyo corazón esté en la Obra y que sirva en la Iglesia, podríamos preguntarnos si nuestro corazón está realmente en la Obra y qué estamos haciendo para servir. Siempre hay muchas oportunidades para servir dentro de una congregación. Hay viudas a las que les encantaría tener alguien con quien hablar; hay padres solteros a los que les vendría bien una mano de ayuda o algunos minutos de descanso. Casi todo el mundo podría enviar una tarjeta de aliento de vez en cuando. Si tiene habilidades especiales que puedan beneficiar a la Iglesia, infórmele a su ministro, y él podrá darles un buen uso.

Si nuestro Príncipe Azul debe ser un hombre sociable con intereses variados, nosotros también debemos serlo. ¿Tengo pasatiempos e intereses, o me he estancado? Si encuentra que está limitada por una rutina, ¡salga de ella! Cada una de nosotras tenemos talentos que debemos desarrollar; todas hemos pensado en perseguir algo que nos interesa. Es posible que no pueda ver cómo sacar el tiempo necesario, pero todo lo que necesita es programar un par de horas por semana para cultivar un interés. Gracias a eso podría ser una persona más feliz con talentos nuevos para compartir.

Las mujeres no deben descuidar la educación formal como parte de su preparación. Si queremos ser la ayuda idónea de nuestro compañero de toda la vida, debemos tener una educación comparable. Debemos lograr la mejor educación que podamos y hay muchas opciones a nuestro alcance. La educación nunca se desperdicia; debemos continuar aprendiendo y desarrollando nuestras mentes a lo largo de nuestras vidas.

Tal vez usted ya esté casada, o no tenga planes de casarse, pero la verdad es que todos nos estamos preparando para ser la esposa de Cristo. Debemos esforzarnos por ser más como nuestro futuro Esposo, Jesucristo (Efesios 5:1). Servir en la iglesia, desarrollar nuestros intereses y tener una mejor educación nos ayudará a convertirnos en la ayuda idónea para Él (Apocalipsis 19:7).