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¡Descubre tus aptitudes!

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Cuando Steve Jobs murió en el 2011 a la edad de 56 años, se había convertido en el famoso director ejecutivo de Apple Inc., una de las empresas de tecnología más importantes del mundo. Conocido ampliamente como el hombre que ideó los productos de Apple como Macintosh, iPod, iPhone y iPad; Jobs se dedicó a la tecnología con una pasión que quizá nunca se hubiera descubierto si no fuera por dos influencias cruciales en su juventud.

El padre adoptivo de Jobs se divertía trabajando con automóviles y transmitió su interés por la mecánica a su hijo a temprana edad. Aunque al joven Steve no le agradaba ensuciarse las manos, demostró una curiosidad intensa por los rudimentos de la electrónica que su padre le enseñaba. Aquel interés se reforzó aun más cuando, por medio de un vecino, conoció los juegos para armar equipos de pruebas electrónicos, radios y aun televisores. Jobs dijo más tarde que armar estos aparatos "daba un tremendo nivel de confianza en uno mismo, que explorando y aprendiendo uno podía entender cosas que nos rodean y que parecían muy complejas". (Entrevista personal con Steve Jobs en 1995, publicada en Computerworld.com, octubre 6 de 2011).

Estas exploraciones juveniles fueron el combustible que movilizó una obsesión con la tecnología que le duraría toda la vida y que ha tocado a millones de personas. La dedicación de Jobs a la tecnología se convirtió en una pasión personal que definió su carácter. Aunque él mismo no describió su andar por la vida en términos cristianos, fue un ejemplo del principio bíblico que dice: "Y todo lo que esté en tu mano hacer, hazlo con todo empeño" (Eclesiastés 9:10, versión Dios Habla Hoy).

¿Quién eres?

Parte del reto de la adolescencia es descubrir "quiénes somos" como individuos. Un aspecto de esto es descubrir nuestros puntos fuertes y débiles: para qué somos buenos y en qué podríamos mejorar. Un paso vital en el proceso de maduración es llegar a comprender que todo ser humano tiene áreas débiles pero también áreas fuertes.

Hasta cierto punto, lo que piensan los demás de nosotros moldea la imagen que tenemos de nosotros mismos. Esto puede perjudicarnos, si cedemos a la presión de otros para hacer cosas que no convienen. Pero tampoco debemos descartar la voz positiva de otros e incluso su corrección. Al ir desarrollando nuestras capacidades individuales, aprendemos a resistir mejor las presiones de otros que no nos convienen. Esto lo sé de primera mano porque yo también tuve el reto de descubrir mis talentos únicos en la adolescencia.

Mis retos de adolescencia

Yo me crie como el menor en una familia de cuatro hermanos. Como éramos de edades cercanas, estudiábamos juntos, y en la escuela me conocían como "el hermano de Wayne" (o de Cap o de Jim). En los años de secundaria, cada uno de mis hermanos se destacó por algún talento deportivo particular. Como mi habilidad atlética era modesta, nadie veía ningún talento especial en mí, hasta un incidente que ocurrió en mi tercer año.

El año anterior, Cap, Wayne y yo habíamos tomado una clase de introducción a la guitarra para cumplir un requisito de la escuela. Ellos lo hicieron bien, pero su interés se limitaba a lo necesario para el curso. En cambio, yo fui más allá de lo que nos asignaban, aprendiendo a tocar porque me gustaba. Ese mismo año, me inscribí como único guitarrista en la banda de jazz.

Al principio, me intimidaba la idea de tocar en público con un grupo de músicos de experiencia y que llevaban años tocando música juntos. Pero quería profundizar en algo que me gustara y que hiciera bien, de modo que me apliqué con diligencia extra las primeras semanas. Como tenía la aptitud básica y el amor por el instrumento, fui mejorando hasta el punto de poder aportar algo a la banda.

Cuando empezamos a tocar en público, la gente se fijó en mí como "el guitarrista". Mi confianza aumentó porque había desarrollado una destreza que mis hermanos no tenían. Además, vi que mi confianza en este aspecto se extendía a otros campos de interés, dándome ánimos para dedicarme a otras áreas de la superación personal.

¡Descubre quién eres y qué puedes hacer!

Es posible que todavía no hayas descubierto las aptitudes que definen tu personalidad como individuo. Si es así, ¿cómo identificar tus talentos y habilidades especiales? Considera estos tres puntos sencillos, del libro King Me (El rey Yo) de Steve Farrar:

  • ¿Qué te encanta hacer? ¿Hay algo que, al hacerlo, te ha hecho perder la noción del tiempo? Esta es una buena indicación de que es algo que te encanta hacer. Probablemente lo harías con gusto sin que nadie te lo pidiera. Eso sentía yo cuando se trataba de tocar la guitarra.
  • ¿Qué aptitudes naturales tienes? No es que jamás tengas que trabajar duro para desarrollar y perfeccionar tu destreza, pero si tienes alguna aptitud natural en cierta área, puedes prever recompensas aun mayores si haces un esfuerzo por desarrollarla.
  • ¿Qué notan los demás en ti? Cuando ejerces las habilidades que Dios te da, los demás se dan cuenta, quizá incluso si tú mismo no te percatas. Si te felicitan o elogian mucho por alguna capacidad que demuestras, presta atención y considera la posibilidad de desarrollarla aun más.

Por otro lado, jamás sabrás si tienes aptitud natural por algo ¡si nunca lo intentas! Por eso es tan importante aprovechar todas las oportunidades positivas que se te presenten. No te detengas por temor o desconocimiento. Puede haber muchas más oportunidades para ti de las que piensas: quizá en tu escuela o tu iglesia, o por medio de tus parientes y amigos. No temas dar el paso, salirte de lo acostumbrado y ampliar tus horizontes con experiencias que te saquen de la rutina cómoda. Quizá sea un campamento de verano, o aprender a tocar un instrumento musical, o hacer una práctica en algún campo que te interesa explorar… o incluso algo tan sencillo como explorar un museo o algún tema que te fascina.

Tu proceso de descubrimiento puede lanzarte a una carrera que te llene de satisfacción e incluso que influya en muchas vidas, como ocurrió con Steve Jobs. Pero aunque no te conviertas en "el próximo Steve Jobs", te alegrarás de haber desarrollado algunas habilidades agradables, como me ocurrió cuando aprendí a tocar guitarra. El Espíritu Santo se refiere a la vida cristiana dos veces como un "trabajo de amor" (1 Tesalonicenses 1:3; Hebreos 6:10). Lo mismo se puede decir de tus talentos personales. Puedes estar seguro de que tú —y otros que te rodean— se van a beneficiar cuando descubras y desarrolles tus aptitudes personales y especiales.

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