¿Es la Inteligencia Artificial la mejor amiga de los adolescentes?

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Según un estudio reciente, actualmente más de la mitad de los adolescentes se comunican regularmente con compañeros de inteligencia artificial generativa (Common Sense Media, 2025), impulsados ​​por el atractivo de la compañía constante e incluso el apoyo para la salud mental. Sin embargo, los expertos advierten que estos confidentes digitales pueden fomentar una dependencia poco saludable, profundizar la soledad, y ofrecer respuestas impredecibles o perjudiciales. Para quienes no lo sospechan o no lo saben, la IA puede adoptar muchos rasgos humanos. Sin embargo, lo cierto es que la IA carece por completo de la profundidad emocional, la sabiduría y el conocimiento derivados de la experiencia que muchos buscan.

La Biblia habla directamente del valor irremplazable de la auténtica conexión humana. El rey Salomón escribió: “Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo” (Proverbios 27:17). Esto nos recuerda que nuestro carácter se fortalece cuando participamos en un intercambio genuino con otros seres humanos. Eclesiastés 4:9-10 indica: “Mejores son dos que uno... Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero”, lo que ilustra cómo las cargas y las victorias compartidas cimentan los vínculos de confianza. Hebreos 10:24-25 nos exhorta: “considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. Aunque la IA puede simular empatía, no puede sobrellevar las cargas, ni ofrecer un verdadero apoyo emocional.

Apoyarse en “amigos” digitales corre el riesgo de perjudicar las relaciones que Dios diseñó para refinarnos, preservarnos y mejorarnos. Los padres y líderes deben guiar a los jóvenes a ejercer discernimiento en sus hábitos tecnológicos, dirigiendo siempre sus necesidades emocionales y espirituales, hacia amigos y consejeros humanos de confianza, y especialmente hacia Dios. Cuando compartimos nuestras propias luchas y dudas e invitamos a otros a participar en conversaciones reales, descubrimos el profundo valor que posee la interacción humana, algo que la comodidad digital nunca tendrá. La tecnología puede servir como herramienta, pero nunca debe reemplazar las relaciones auténticas y vivas. Para más información sobre los verdaderos peligros de la IA, lean “La inteligencia artificial: ¿promesa o peligro?”