| El Mundo de Mañana

¿A cuál Jesús adora usted?



La Biblia enseña que hay dos. ¿Cómo discernir el uno del otro? À continuación hallará la respuesta. El apóstol Pablo señala claramente que hay quienes predican a otro Jesús: "Temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado… bien lo toleráis" (2 Corintios 11:3-4).

Espadas para azadones



¿Hay alguna dimensión ausente en la búsqueda de la paz mundial? ¡La Biblia revela claves importantes! ¿Por qué es tan difícil la búsqueda de la paz mundial y por qué deja tanta frustración? ¿Qué pasa con los esfuerzos de diplomáticos, religiosos, políticos, ejércitos y millones de manifestantes? ¿Por qué no han servido para alcanzar la paz mundial? ¿Por qué no ha logrado la Organización de las Naciones Unidas promover una verdadera unidad entre las naciones y pueblos del mundo? ¿Qué falta en los esfuerzos humanos para acabar con los choques, la violencia y las guerras que siguen estallando en todo el globo? ¿Hay algún camino que lleve a la paz verdadera en la Tierra?

¿Cuál es la meta del cristiano?



¿Ha sido usted engañado? Casi todos los que se consideran cristianos han aprendido que, al morir, irán de inmediato al Cielo y que allí no tendrán nada qué hacer, fuera de "andar flotando por el Cielo" toda una eternidad.

¿Cómo sabe usted que está en lo cierto?



La mayoría de las personas adoptan la religión de sus padres, al menos nominalmente. Simplemente "saben" que sus convicciones son correctas pero jamás las han comprobado personalmente. ¿Es este su caso? Una persona engañada no sabe que está engañada. Entonces, ¿cómo sabe usted que no está engañado?

El agua, cuestión de vida o muerte



¿Podemos tener la esperanza de una solución definitiva, ante la tragedia de la contaminación mundial del agua? Recuerdo muy bien aquel pequeño valle asentado entre montañas donde pastaban libres y alegres los caballos. Corría por en medio de aquel campo un arroyo de aguas claras, procedente de los glaciares que coronaban las majestuosas cumbres de Los Andes. El agua limpia y rica en minerales contribuía a la buena salud del ganado que allí acudía a mitigar su sed.

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