| El Mundo de Mañana

Cuida tus palabras



Un ciudadano prominente y yo nos dimos la mano al hacer un trato para comprar mi casa ya que yo me trasladaría a otra ciudad por motivos laborales. Una sonrisa de alivio se dibujó en mi rostro. Pero mi alivio desapareció un tiempo más tarde cuando descubrí que no se había hecho nada para mantener nuestro acuerdo. Para ese entonces ya me habían trasladado y había adquirido otra casa. 

Uno para todos



Los tres mosqueteros vivían bajo el famoso lema: "¡Todos para uno y uno para todos!" Esta filosofía fue la base de sus acciones cotidianas. 

 ¿Cuál es nuestro lema como mujeres cristianas? ¿Cuál es el estándar que guía nuestras vidas? ¿Podemos aplicar “todos para uno, uno para todos”? ¿Alguna de nosotras ha experimentado la sensación de ser la última elegida para el equipo, de no ser incluida constantemente en las actividades, de no ser atendida cuando necesitaba que alguien la escuchara, o tener la sensación de ser excluida? 

¿Cómo decidirá el juez?



La capilla funeraria estaba llena cuando entré para presentar mis respetos a la familia de un viejo amigo y a su viuda. De jóvenes, hace décadas, trabajamos juntos para una empresa nacional. Su objetivo era convertirse en abogado. Asistió a la facultad de derecho nocturna y, con el tiempo, comenzó una exitosa práctica legal. Su conducta tranquila, reputación de imparcialidad y aplicación imparcial de la ley lo llevaron a convertirse en juez de circuito, donde se desempeñó con distinción durante varios años.

Visitar a los necesitados



En Santiago 1:27 se nos dice que la “religión pura y sin mácula” implica visitar a los huérfanos y a las viudas. Probablemente haya múltiples razones por las que Dios ordena tales acciones, pero las investigaciones modernas indican lo importante que es tal servicio para quienes lo necesitan.

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