Teatro del terror en Denver | El Mundo de Mañana

Teatro del terror en Denver

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El viernes pasado en la inauguración de medianoche de la última película de Batman, un pistolero solitario irrumpió en un cine lleno de gente en el suburbio de Aurora en Denver, Colorado.

Primero tiró una bomba de humo y gas lacrimógeno, y después comenzó a disparar contra la multitud (Good Morning America, 20 de julio). Los sobrevivientes recordaban la terrible confusión y pánico atrapados dentro del teatro. Doce personas murieron y muchas resultaron heridas antes de que el hombre de 24 años dejara de disparar (ibídem). Las autoridades informan que el pistolero aparentemente desquiciado afirmó ser el villano en la película de Batman y actuó muy extraño durante su comparecencia ante el tribunal (Good Morning America, 25 de julio). En respuesta al tiroteo: "En toda la nación, vendedores de armas informan de grandes aumentos en las ventas luego del tiroteo en Colorado" (www.KHOU.com, 25 de julio). La gente está comprando armas por temor y el deseo de protegerse a sí mismos y a sus familias. Este suceso en Aurora es trágico y desgarrador. Los verdaderos cristianos siempre deben ver este tipo de tragedias con profunda tristeza y ¡un mayor deseo de que venga pronto el Reino de Dios! Dios espera que su pueblo gime y clame: "a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella" (Ez. 9:4). Pero también debemos esperar que este tipo de sucesos ocurran con mayor frecuencia conforme el fin de esta era se acerca. Dios advirtió a la antigua Israel: "Enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma" debido a sus pecados (Lv. 26:14-16). Vivimos en una época que rechaza a Dios, donde los caminos que conducen a la paz, las leyes de Dios, ya no son honrados u obedecidos. Y como resultado, sufrimos las consecuencias de su rechazo. Que Dios traiga pronto el día cuando esta profecía se cumpla: "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron" (Ap. 21:4).—Scott Winnail y Justin Ridgeway