La verdad sobre el infierno | El Mundo de Mañana

La verdad sobre el infierno

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Si existe un infierno, y un fuego infernal, ¿quién está en el infierno en este momento? ¿Nuestros familiares inconversos? ¿Las personas que nunca oyeron hablar de Jesucristo? La Biblia explica la verdad sobre el más allá y lo que realmente nos ocurre al morir, ¡pero no es como muchos se lo imaginan!

Como ministro que ha oficiado varias ceremonias fúnebres, he visto a viudos, viudas y otros deudos hallar consuelo en las verdades de la Biblia. Ellos saben que la Palabra de Dios promete que sus seres queridos resucitarán. Por otro lado, he presenciado la angustia profunda de quienes dan por sentado que un miembro de su familia o un amigo, por el hecho de no ser "salvo", pasará toda la eternidad en el infierno.

En el año 2007, la organización Gallup dio a conocer los resultados de una encuesta sobre "valores y creencias", la cual reveló que el 81 por ciento de los encuestados creen en el Cielo y el 69 por ciento creen en el infierno. Pero las creencias acerca de estos dos "destinos" varían ampliamente. Unos han recibido su idea del Cielo y del infierno de obras de ficción como La divina comedia del poeta medieval italiano Dante Alighieri, mientras que otros buscan pistas en estudios científicos sobre las "experiencias extracorpóreas" de personas que han estado clínicamente muertas.

Los lectores de El Mundo de Mañana saben que nosotros acudimos a la Palabra de Dios en busca de respuestas a las incógnitas fundamentales de la vida. ¿Qué dice la Biblia acerca del Cielo, el infierno y la esperanza futura de los que han muerto? La buena noticia es que la verdad de las Escrituras ofrece esperanza a quienes han sido engañados por información falsa.

Dormidos hasta la resurrección

Cuando el apóstol Pablo fue interrogado por el sanedrín, explicó sus convicciones más profundas. Defendiendo la base misma de su esperanza de vida más allá de la muerte, planteó como tema central la resurrección: "Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga" (Hechos 23:6).

¿Dijo Pablo que al morir iría al Cielo? ¡No! ¡Lo que esperaba era resucitar de la muerte al regreso de Jesucristo! Pablo escribió acerca de su fe en Cristo y su meta futura, la resurrección: "a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos" (Filipenses 3:10-11).

Por mucho que sorprenda a quienes han asimilado las ideas convencionales del mundo, la Biblia enseña que cuando alguien muere, queda muerto hasta la resurrección. ¡La esperanza del verdadero cristiano es la resurrección! Deseoso de que supiéramos la verdad sobre este tema, Pablo escribió: "Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en Él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron" (1 Tesalonicenses 4:13-15).

Pablo utilizó la idea de dormir como metáfora para la muerte. En este punto, algunos dirán: "Pero ahora mismo tiene que haber algunos que sufren el tormento en el fuego del infierno". La respuesta de la Biblia, para sorpresa suya, es: ¡De ninguna manera!

Como veremos más adelante, las Escrituras explican que los pecadores incorregibles irán a un lago de fuego después de un juicio delante del trono de Dios (Apocalipsis 20:14-15; 21:8). La Biblia identifica este castigo [cuyos efectos serán eternos pero no así el castigo], como la "muerte segunda"; muerte final de la cual no hay resurrección. ¿Quiénes irán a ese castigo eterno, y cuándo irán? Como veremos más adelante, nadie ha sufrido este castigo hasta la fecha, ¡y posiblemente se aplique a un número mucho menor de personas de lo que se espera!

Notemos que el apóstol Pablo no indica que los cristianos fallecidos estén activos ni vivos en el Cielo. Están dormidos [muertos] hasta que resuciten a la segunda venida de Cristo. Pablo dice así: "Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del Cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor" (1 Tesalonicenses 4:16-18).

Vemos que esta resurrección tiene lugar "con trompeta de Dios". Esta es la séptima y última trompeta descrita en el libro del Apocalipsis (1 Corintios 15:52; Apocalipsis 11:15). Observemos también que "los muertos en Cristo resucitarán primero". ¡Los cristianos fallecidos no resucitarán hasta que Cristo regrese! Los que estemos vivos en ese momento nos uniremos a los santos que murieron en la fe y que resucitarán para recibir la promesa de vida eterna. Esto es lo que todos los cristianos auténticos están esperando: ¡la resurrección a la inmortalidad cuando Jesucristo regrese!

Las Escrituras sí traen referencias de individuos que resucitaron de la muerte a la vida física, por ejemplo cuando Jesús levantó a Lázaro (Juan 11:43). Pero la resurrección que esperan los cristianos es la resurrección a la inmortalidad. Esta es la primera de las tres resurrecciones "generales" descritas en la Biblia.

¿Quién está en el Cielo?

¿Adónde irán los cristianos cuando resuciten? ¿Pasarán una eternidad en el Cielo? Para comenzar a responder esta pregunta, debemos hacer otra: ¿Quiénes están en el Cielo ahora? ¿Los héroes de la fe mencionados en Hebreos 11? Si alguno de ellos está allí, con toda seguridad estará el rey David, un hombre conforme al corazón de Dios según Hechos 13:22. ¿Qué dice la Biblia al respecto?

En el día de Pentecostés del año 31 de nuestra era, el apóstol Pedro predicó ante una multitud. Hablando de la resurrección del Mesías, explicó: "Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy" (Hechos 2:29). Y para aclarar aún más, añadió: "Porque David no subió a los Cielos" (v. 34).

El propio Jesús dejó muy en claro este punto, diciendo: "Nadie subió al Cielo, sino el que descendió del Cielo" (Juan 3:13). El apóstol Juan dejó constancia de esta afirmación unos 60 años después de la muerte y resurrección de Jesús, aclarando que se refería específicamente al Salvador, "el Hijo del Hombre, que está en el Cielo". Esta declaración de Juan afirma que cuando escribió su Evangelio a mediados de la década del 90, ¡Jesucristo era el único que había subido al Cielo!

Las Escrituras revelan que los santos heredarán la Tierra y "todas las cosas": ¡el Universo! (Apocalipsis 21:7; Romanos 8:32). Sin embargo, esta herencia no se entregará hasta que ocurra la resurrección. La Biblia muestra claramente que los muertos siguen muertos hasta la resurrección. La idea de que uno va al Cielo o al infierno inmediatamente al morir se basa en la doctrina pagana del alma inmortal, que no se encuentra en la Biblia sino que entró en el mundo llamado cristiano a medida que la religión que la adoptó se extendió por el Imperio Romano y se unieron a ella muchos paganos trayendo consigo sus viejas doctrinas.

Es importante comprender que los seres humanos no nacemos dotados de inmortalidad, sino que esta es un don de Dios. Recuerde: "La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6:23). Veamos lo que las Escrituras no dicen. No dicen que: "La paga que deja el pecado es vida inmortal en el infierno". La consecuencia del pecado no es vida inmortal. Es la muerte, la ausencia de vida. Si usted ya tiene un alma inmortal, si ya tiene vida eterna, entonces no necesita recibirla como regalo de Dios. ¡El alma puede morir! El profeta Ezequiel nos recuerda que "el alma que pecare, esa morirá" (Ezequiel 18:4).

La palabra hebrea para "alma" es nephesh y representa la vida natural o física. En Génesis 1, esta misma palabra nephesh se refiere a todos los "seres vivientes", o vida animal, incluidos los mamíferos, peces y aves. La Biblia sí enseña que dentro del hombre hay un espíritu humano (1 Corintios 2:11; Job 32:8, 18), pero este espíritu no es un alma inmortal.

¿Es inmortal el alma? Jesús nos advirtió: "No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno" (Mateo 10:28). Si usted cree la Biblia, ¡tiene que reconocer que Dios tiene poder para destruir el alma!

¿De qué infierno está hablando?

El concepto del infierno más extendido en las naciones occidentales vino del famoso poeta italiano Dante Alighieri, autor de La divina comedia. Esta obra tiene tres partes: Paraíso, Purgatorio eInfierno.

En el Infierno, el poeta Virgilio guía a Dante por un viaje mítico a través del infierno. À la entrada ven un sombrío letrero: "Abandonad toda esperanza, vosotros que entráis". Virgilio le dice a Dante lo que verá en este viaje: "Yo seré tu conductor, y te llevaré de aquí a un lugar eterno, donde oirás desesperados aullidos, verás a los antiguos espíritus dolientes, cada uno clamando la segunda muerte".

Muchos quedarán asombrados al saber que estas vívidas imágenes no vienen de la Biblia. ¡El infierno de las Escrituras no es el que Dante pintó! Siendo así, entonces hay que preguntar qué es el infierno y dónde se encuentra. El pasaje de Mateo 10 mencionado nos da la respuesta en parte. La palabra que Jesús empleó para "infierno" en Mateo 10:28 fue "gehena" y se refiere al valle de Hinom, lugar en las afueras de Jerusalén donde se quemaba la basura para destruirla. Un significado de "infierno" sería el valle de Hinom. Sin embargo, la palabra "infierno" se presta a confusión porque son cuatro las palabras, tres en griego y una en hebreo, que se traducen así en la Biblia, y las tres tienen significados diferentes.

La segunda palabra traducida "infierno" en ciertas versiones es "sheol". En la Biblia de Jerusalén y en la versión Reina Valera de 1960, el vocablo hebreo sheol aparece como "seol". Ocurre 65 veces en el Antiguo Testamento y significa simplemente "abismo" o "sepulcro". No se refiere a un lugar de fuego eterno. Por eso, la gran mayoría de las versiones en español lo ha traducido como "sepulcro". ¡Así, por definición, sabemos que nadie está ardiendo en el seol!

Otra palabra que se traduce "infierno" en algunas versiones es el vocablo griego hades. Este, lo mismo que el hebreo sheol, simplemente es un "abismo" o "sepulcro", y así se traduce en la mayoría de las versiones en español. LaReina Valera deja el término original hades, aclarando al pie de la página que se refiere al nombre griego del lugar de los muertos.

La cuarta palabra bíblica traducida "infierno" es la palabra griega tártaroö. Este indica un estado de restricción y la Biblia muestra que se aplica a los ángeles caídos pero no a los seres humanos pecadores. Veamos: "Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno [tártaro] los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio" (2 Pedro 2:4).

Como vemos, el empleo de la palabra "infierno" como traducción de esos cuatro términos, con sus significados claramente distintos, no comunica correctamente la verdad de la Biblia. Cuando alguien nos pregunta acerca del infierno, debemos pedir que aclaren: "¿De cuál infierno está hablando?"

Queda pendiente otra incógnita: "¿Quién va al infierno?" ¿Acaso Dios es injusto? Sabemos que el nombre de Jesucristo es el único por el cual se puede ser salvo (Hechos 4:12). ¿Significa esto que el que no haya oído el nombre de Jesucristo está condenado al fuego eterno por circunstancias que no son culpa suya? O, ¿aplica Dios normas diferentes para los que han oído el nombre de Jesús y para los que no?

La respuesta es sorprendente y debe traernos gran esperanza. Dios concederá a todo ser humano la oportunidad de oír el verdadero evangelio. Los que respondan, acepten el sacrificio de Jesucristo y obedezcan sus mandamientos con la ayuda del Espíritu Santo serán salvos. ¿Y qué de los miles de millones que vivieron y murieron sin oír el verdadero evangelio? La respuesta aparece en el libro del Apocalipsis, que describe un juicio futuro delante de un gran trono blanco.

Se abrirán los "libros"

Los actuales cristianos que mueran en la fe, o que estén vivos cuando Cristo regrese, estarán incluidos en la "primera resurrección" y ayudarán a su Salvador y Rey a regir en el gobierno milenario sobre la Tierra. Ahora bien, si hay una "primera resurrección" (Apocalipsis 20:5), también debe haber una segunda. Esa segunda resurrección es el juicio delante del gran trono blanco. Esta es la descripción bíblica: "Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la Tierra y el Cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras" (Apocalipsis 20:11-12).

La palabra griega para "libros" es biblia. Después de la segunda resurrección, los "libros" [la Biblia] se abrirán por primera vez a los ojos de miles de millones de seres humanos que vivieron y murieron antes del milenio sin escuchar el verdadero evangelio de Jesucristo. Estos tendrán su primera oportunidad de aprender la verdad… con una ventaja que no tenemos nosotros: podrán ver las consecuencias para la humanidad de vivir conforme a sus propios caminos en esta era actual y compararlas con la realidad del mundo milenario gobernado por Jesucristo. No se trata de una "segunda oportunidad". Será la primera y única oportunidad para estas personas de entender la verdad, arrepentirse de sus pecados y aceptar a Jesucristo como su Salvador.

Lamentablemente, aun en el juicio delante del gran trono blanco, algunos rechazarán la gracia de Dios y su salvación. Rehusarán arrepentirse de sus pecados y rechazarán el sacrificio de Jesucristo. Dios no obligará a estas personas rebeldes a obedecerle, sino que las destruirá en el lago de fuego. Finalmente, los que vivieron y murieron, y conociendo la verdad la rechazaron, se levantarán en la tercera resurrección, la resurrección al castigo eterno por medio de la muerte [no vida eterna] en el lago de fuego (Juan 5:29). Sí, Dios es justo, y nos recuerda: "Mía es la venganza, yo daré el pago" (Hebreos 10:30). De pie ante el lago de fuego, los malos sufrirán tormento, luego serán lanzados al lago y se quemarán del todo (Apocalipsis 21:8). Nunca más volverán a vivir. "Porque la paga del pecado es muerte [muerte eterna], mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6:23).

Quienes reciben el llamado de Dios en esta era tienen ante sí la impresionante oportunidad de convertirse en miembros de su Familia en la primera resurrección. No temamos que otros carezcan de una oportunidad de salvación. Si Dios no ha abierto la mente de nuestros amigos y seres queridos, sepamos que ellos tendrán su oportunidad cuando Dios disponga. Pero si Dios está abriendo la mente de usted, es importante que actúa de inmediato ¡para que reciba la extraordinaria recompensa que le tiene preparada!

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