El soplo del Omnipotente | El Mundo de Mañana

El soplo del Omnipotente

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Si cree que el mundo se ha vuelto loco o se ha ido al otro extremo, no está solo. En su libro, El impacto futuro (Future Shock) Alvin y Heidi Toffler describieron el efecto del cambio rápido en la psique humana. Toffler propuso que un ritmo acelerado de cambio tecnológico y social deja a las personas desconectadas, estresadas y desorientadas. Pero ¿es esa toda la razón?

Sin duda, es posible que muchos de nosotros no nos adaptemos fácilmente a las nuevas tecnologías, ya que preferimos lo que ya conocemos. Sin embargo, citando una frase popular "la necesidad es la madre de la invención", la gente tiende a adaptarse rápidamente en ciertas circunstancias.

Ahora, hay más que un malestar psicológico en auge que solo el ataque violento de la tecnología. Los sentimientos de desorientación y desconexión de las personas son cada vez más severos a medida que la sociedad aumenta su distancia de los principios fundamentales de la moralidad.

La locura a veces se define como no saber la diferencia entre lo bueno y lo malo. Sin embargo, nuestra sociedad ya no se basa en los estándares del bien y el mal que fueron aceptados durante generaciones. Y cuanto mayor es la distancia de esos estándares, mayor es la pérdida de nuestra sensación de bienestar.

En los foros públicos abundan los argumentos filosóficos, políticos y religiosos, todos sopesando los pros y los contras en cuanto a cuál es el camino correcto a seguir en cualquier número de temas. Entonces, ¿cómo podemos solucionar todo esto?

Tomamos determinaciones basadas en comparaciones. Constantemente evaluamos las posibles opciones frente a algún tipo de estándar o valor. Cuando compramos un par de zapatos, el estándar se convierte en el tamaño de nuestros pies. Cuando buscamos continuar nuestra educación, seleccionamos una clase acorde con nuestro objetivo profesional y, ese objetivo se convierte en el valor.

Así como los individuos tienen diferentes objetivos, también los tienen los diferentes grupos. Ahí está el problema. No existen normas de conducta o valores ampliamente reconocidos. La objetividad se convierte en un tabú, una cosa del pasado; mientras que la subjetividad, lo que parece correcto o conveniente para el individuo o el grupo, se convierte en el estándar.

Esto da como resultado que muchas personas "hagan lo que es correcto ante sus propios ojos", mientras que otros llegan a un punto donde no están seguros de nada y no creen en nada. Para ellos, el fin justifica los medios, y no hay sentido de lo correcto o lo incorrecto, ni mucho menos de la rectitud.

Los profetas de la antigüedad describieron como los principios de Dios para tener una vida correcta serían tirados por la borda, lo que conduciría a un aumento en el mal juicio. El antiguo rey David escribió: “No saben, no entienden, andan en tinieblas; tiemblan todos los cimientos de la tierra” (Salmo 82:5). No hay un entendimiento real, incluso entre muchos que deberían tenerlo y, como consecuencia, la sociedad sufre. Las palabras de Isaías se han hecho realidad: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!” (Isaías 5:20–21).

Nuestra sociedad se ha apartado de los valores fundamentales, que son universales en su aplicación y efecto, los reconozcamos o no. Esos valores están incorporados en una ley espiritual que Dios estableció para nuestro beneficio. Vivir dentro de la estructura de los Diez Mandamientos brinda la consistencia y uniformidad necesarias para tener comunidades estables y ser individuos asentados.

Revelada por el Dios que conoce el camino hacia la paz mental y la estabilidad psicológica, aquel que es constante y no cambia, la Biblia presenta un camino de vida que nos guía para poder estar cimentados y tener estabilidad. La Biblia fue escrita por hombres, pero bajo la inspiración de Dios. Como escribió el apóstol Pablo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16–17).

El amigo de Job, Eliú, reconoció que “Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda” (Job 32:8). Si desea una comprensión real de lo que está sucediendo ahora y hacia dónde nos dirigimos, necesita leer el Libro de los libros: ¡La Biblia!

Usted puede confiar en la inspiración de toda la Biblia. Lea la evidencia en nuestro folleto informativo, La Biblia: ¿realidad o ficción? Puede leerlo en línea, descargarlo o solicitar su propia copia impresa, ¡absolutamente gratis!