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Pregunta: ¿De dónde sacan la idea de que a la humanidad se le han asignado 6.000 años para que se gobierne a sí misma, seguidos por 1.000 años del reinado de Jesucristo?

Respuesta: Los primeros dos capítulos del Génesis muestran que Dios recreó la Tierra y creó a los progenitores de toda la vida en ella en un período de seis días. Luego descansó el séptimo día, o sábado.

Así se dio comienzo a un ciclo semanal en el cual cada persona debe trabajar seis días y descansar el sábado (Éxodo 20:8-11). En Hebreos 4:3-11 el apóstol Pablo explica que el día de reposo, que es el séptimo día o sábado, representa la maravillosa era de paz y descanso que vendrá después de la actual era de actividad humana. El apóstol Juan escribió por inspiración que la era venidera, a partir del regreso de Cristo para establecer su Reino, durará mil años (Apocalipsis 20:1-4), período que llamamos simplemente el milenio.

Como el séptimo día representa mil años en el plan de Dios, se infiere que los seis días anteriores también representan períodos de mil años. El apóstol Pedro planteó este principio al hablar de la espera hasta el regreso de Jesucristo: “Oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pedro3:8).

El concepto era bien conocido entre los judíos en tiempos del apóstol Pedro. Unos 200 años antes de Cristo, el rabino Elías escribió que “el mundo perdura seis mil años, dos mil antes de la ley, dos mil bajo la ley y dos mil bajo el Mesías” (William Pym, A World of Warning on the Last Day 1841, pág. 88). El conocido historiador Edward Gibbon escribió que “la tradición se atribuía al profeta Elías” (History of the Decline and Fall of the Roman Empire, 1875, pág. 533). La obra Encyclopedia of the Jewish Religion (1965, pág. 263) informa que los tanaim (rabinos en tiempos de Cristo) basaban esa interpretación en el Salmo 90, escrito por Moisés: “Mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche” (v. 4). Los tanaim decían que así como hubo seis días de creación, el mundo duraría seis mil años. El séptimo día del mundo serían mil años del reinado del Mesías.

El plan divino de siete mil años “se inculcó concienzudamente en la Iglesia primitiva” (Gibbon, pág. 534). Ireneo, uno de los padres de la Iglesia, fue instruido por Policarpo, discípulo del apóstol Juan; lamentablemente, Ireneo se alejó de las enseñanzas de los apóstoles, pero parece que retuvo algunas verdades. En su obra: Contra los herejes (aprox. 150 d. C.), consignó una creencia de la Iglesia primitiva: “Esta es al mismo tiempo una narración de lo que Dios hizo, y una descripción profética de los hechos futuros. Porque, si “con el Señor un día es como mil años” (2 Pedro 3:8), y en seis días se completó la conformación de cuanto fue creado, es evidente que también su término será de seis mil años” (Libro 5, capítulo 28, sección 3).

Para mayor ilustración de la prevalencia de la creencia en que el milenio comenzaría seis mil años después de la creación de Adán, se podrían examinar muchos escritos de los antiguos rabinos y padres de la Iglesia, como los de los rabinos Ketina, Lactancio, Victorino, Hipólito de Roma, Justino Mártir y Metodio. Aunque no debemos confiar en estos hombres por la verdad bíblica, sí son testigos de lo extendido que fue este concepto en los primeros siglos después de la muerte de Jesucristo. Esta ha sido, de hecho, la opinión respetada de la mayor parte de los eruditos del cristianismo a lo largo de los siglos y hasta el presente.

Dios le dijo a Adán que el “día” que comiera del fruto prohibido, moriría (Génesis 2:17), ¡pero Adán vivió 930 años! (Génesis 5:5). ¿Cómo es posible? Una explicación es la que dieron Metodio y otros antiguos comentaristas; como un día para Dios son mil años, Adán tuvo que morir antes de completarse el primer día de mil años, y así fue.

Entonces, ¿cuál es el objetivo de estos seis mil años del gobierno humano? Dios está permitiendo por ahora que la humanidad escriba, mediante el sufrimiento, las lecciones que debe aprender como consecuencia de su oposición a Dios. Los habitantes en el milenio tendrán mil años en los que podrán comparar la paz y armonía de seguir el camino de Dios, con las guerras y conflictos de los seis mil años anteriores. Finalmente, en el juicio delante del gran trono blanco (Apocalipsis 20:11-13), a quienes Dios no había llamado antes, sabrán por experiencia la diferencia enorme entre la forma de vida dictada por la humanidad y la manera dictada por Dios. Para saber más sobre el plan de Dios para la humanidad, le invitamos a estudiar nuestro folleto: El maravilloso mundo de mañana. ¿Cómo será? Puede descargarlo desde nuestro sitio en la red: www.elmundodemanana.org.

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