Las leyes bíblicas de la salud y el coronavirus | El Mundo de Mañana

Las leyes bíblicas de la salud y el coronavirus

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La crisis de la COVID-19 ha dejado expuesto el papel de la alimentación en las enfermedades mundiales, mostrando que las dolencias del cuerpo dependen en gran parte de lo que comemos.

Las autoridades sanitarias han investigado el origen del coronavirus causante de la COVID-19, y señalan el mercado de mariscos de Huanan, en la ciudad de Wuhan, China. Ese mercado es el proveedor más grande en la provincia de Hubei de lo que los chinos llaman yě wèi, o “sabores exóticos”. Estos incluyen pangolines, tejones, salamandras, escorpiones, erizos, serpientes, murciélagos e incluso cachorros de lobo. Aunque técnicamente es ilegal vender estos animales exóticos para alimento en los mercados, la prohibición no se ha cumplido a cabalidad, y suelen figurar en el menú de lo que consumen millones de personas.

Las autoridades sospechan que el virus saltó del murciélago al pangolín, y de allí a los seres humanos. Tal vez nuestros lectores recuerden que la gripe porcina tuvo su origen en las porquerizas de China. En otras regiones se promueven costumbres alimenticias parecidas, cuyos resultados son enfermedades zoonóticas, o sea que pasan de animales a seres humanos. En ciertas partes de África se consume carne de la selva, como monos y murciélagos; y en esos países la epidemia de ébola persiste, causando sufrimiento y muerte.

Además, en casi todas las culturas se consumen mariscos como ostras, camarones, langostas, mejillones y almejas. En muchos lugares, las autoridades de salud advierten que en ciertas estaciones no se consuman esos crustáceos o moluscos.

Conviene preguntarse si los animales aquí citados pueden considerarse como alimento apto para los seres humanos. Antiguamente, el Dios Creador dio instrucciones para distinguir entre los animales “limpios” e “inmundos”, explicando en detalle qué tipos de mamíferos, peces, aves e insectos fueron creados para comer. Vale la pena repasar aquí en detalle lo que la mayor parte del mundo continúa ignorando:

“Nada abominable comerás. Estos son los animales que podréis comer: el buey, la oveja, la cabra, el ciervo, la gacela, el corzo, la cabra montés, el íbice, el antílope y el carnero montés. Y todo animal de pezuñas, que tiene hendidura de dos uñas, y que rumiare entre los animales, ese podréis comer. Pero estos no comeréis, entre los que rumian o entre los que tienen pezuña hendida: camello, liebre y conejo; porque rumian, mas no tienen pezuña hendida, serán inmundos; ni cerdo, porque tiene pezuña hendida, mas no rumia; os será inmundo. De la carne de estos no comeréis, ni tocaréis sus cuerpos muertos. De todo lo que está en el agua, de estos podréis comer: todo lo que tiene aleta y escama. Mas todo lo que no tiene aleta y escama, no comeréis; inmundo será. Toda ave limpia podréis comer. Y estas son de las que no podréis comer: el águila, el quebrantahuesos, el azor, el gallinazo, el milano según su especie, todo cuervo según su especie, el avestruz, la lechuza, la gaviota y el gavilán según sus especies, el búho, el ibis, el calamón, el pelícano, el buitre, el somormujo, la cigüeña, la garza según su especie, la abubilla y el murciélago. Todo insecto alado será inmundo; no se comerá. Toda ave limpia podréis comer” (Deuteronomio 14:3-20).

¡Observemos que el murciélago, el cerdo y los mariscos se cuentan entre los animales prohibidos! Nuestro Dios de amor ofrece una amplia gama de alimentos a su pueblo, como la carne de los animales que rumian y tienen la pezuña hundida. ¿Por qué no los demás?

Los animales “inmundos” son, en pocas palabras, los encargados de la basura en el ecosistema del planeta. Los animales que comen carroña llevan en el cuerpo gran parte del material dañino que consumen. Es necesario que existan para equilibrar la naturaleza y asear el medio ambiente, pero no se crearon para el consumo humano. Deleitarse con estos “sabores exóticos” puede causar graves problemas de salud, entre ellos enfermedades letales.

Ahora, los países afectados por la pandemia de la COVID-19 trabajan arduamente para minimizar su propagación y gravedad. Debemos pensar seriamente en el hecho de que todo esto se pudo haber evitado, lo mismo que muchas otras enfermedades infecciosas, simplemente obedeciendo las leyes dietéticas expuestas por Dios en la Biblia.

¿Qué estamos poniendo sobre nuestra mesa? [MM]